Estela Ferrer, a la izquierda, presenta su exposición 'Retornos' en el Salón del Horno de su Berge natal
‘Retornos’, una exposición prospectiva donde Estela Ferrer comparte su obra más reciente
La joven artista turolense inauguró este lunes la muestra en Salón del Horno de su Berge natal
La artista turolense Estela Ferrer Peraire sigue confirmándose como uno de los valores jóvenes más a tener en cuenta. Está a punto de cumplir 24 años y hace apenas un año que ha terminado su formación inicial en Bellas Artes, que estudio en la Universidad Politécnica de Valencia, donde también cursó un máster. Desde la primera exposición individual que organizó en Berge, su población natal, en abril de 2021, no ha dejado de trabajar y de desarrollar proyectos. En ese mismo año expuso en Alcorisa, Más de las Matas y en el edificio de Bellas Artes de Teruel, en el contexto de una muestra colectiva de escultura en alabastro organizada por el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro de Albalate (CIDA). Actualmente se encuentra realizando una estancia anual en ese centro, junto a otros escultores veteranos como Rubén Vidal y Marta Fresneda, y está siendo capaz de sacar una producción abrumadora, tanto en cantidad como en calidad. En 2022 ganó el premio de la Fundación Notariado, con una escultura que a partir de ahora será el trofeo, en bronce, que esa entidad otorgue en sus premios anuales en categoría de Valores Sociales.
En los últimos meses ha instalado su primera escultura pública, en la localidad riojana de Camprovín donde su Lavanderas, homenaje en mármol a la mujer rural, ganó el concurso CamprovinArte entre 200 participantes -ella era la más joven-. Y también ha expuesto una serie de esculturas y de grabados inspiradas fundamentalmente en la mujer, uno de sus referentes conceptuales más importantes, en Valencia y también en Cetina (Zaragoza) o en Molinos, donde estuvo hasta el pasado 12 de agosto. Estas exposiciones se han realizado en el contexto de Dinamiz-ARTJ, un programa organizado por el Instituto para la Transición Justa del Miteco que se ha fijado en ella -entre otros artistas- para impulsar la actividad cultural en la España rural, y que de hecho también apadrina la exposición inaugurada este lunes en Berge.
Estela Ferrer no se olvida de su Berge natal, donde acaba de instalar su taller tras regresar de Valencia, y durante la tarde del lunes inauguró una nueva muestra, comisariada por Santiago Martínez, que podrá verse solo hasta mañana miércoles, en el Salón el Horno. La sala permanecerá abierta martes y miércoles de 18 a 21 horas.
La exposición, que no es la misma que ha podido verse en Cetina o Molinos, lleva por título Retornos, en parte por el retorno personal de la joven artista a su Berge natal como por el concepto de regreso que está presente en muchas de sus obras.
Aunque está confeccionada como una retrospectiva, por la cantidad de obra que contiene -50 piezas- y sus variadas disciplinas -pintura, escultura y grabado en varias técnicas-, la juventud de la autora está reñida con el propio concepto de la retrospectiva, de la mirada hacia el pasado, y se manifiesta más bien como una exposición prospectiva, en la que se atisban los primeros trazos de por donde irán los derroteros artísticos de la turolense y hasta donde puede llegar.
Aunque Ferrer comenzó a darse a conocer sobre todo con pinturas, ella se considera sobre todo escultora, o al menos en ese campo, especialmente entre mármoles y alabastro del Bajo Martín, es donde más cómoda se encuentra. “Lo que pasa es que hasta hace poco tenía más pintura que escultura porque es más fácil sacar producción”, admite.
De ambos palos pueden encontrarse en Retornos, en especial unas acuarelas inspiradas en Berge, recientes e inéditas, y esculturas en alabastro y fundición de hierro, realizadas en el CIDA en los últimos meses, durante la residencia anual del programa Jóvenes Emergentes que lleva a cabo el centro de Albalate del Arzobispo, y en la Facultad de Bellas Artes durante su formación. Pero la mayor parte de Retornos está formada por obra gráfica, un campo que también le interesa especialmente. Se trata de linografías, serigrafía o algrafía, técnica similar a la litografía pero utilizando aluminio en lugar de piedra. “Para pintar sobre la plancha yo utilizo polvo de tinta diluido en alcohol, porque al expandirse deja unos contornos poco definidos que es el acabado que yo busco para lograr cierta abstracción”, explica. “Tengo que fijar el polvo de tinta con calor a la plancha, porque de lo contrarío se desprendería muy fácilmente al secar el alcohol. Y como la piedra tolera muy mal el calor y podría romperse, utilizo planchas de aluminio”.
El metal le ofrece otra ventaja, y es que no requiere un tórculo especial para obtener las copias impresas, sino que puede utilizar uno en el que además puede experimentar con xilografías, linograbados y otras técnicas.
En lo conceptual, el trabajo de Estela Ferrer que puede verse en Retornos gira en torno a la mujer y al mundo rural, con especial énfasis a lo primero. Destaca en él la minuciosa exploración del cuerpo femenino desde el factor emocional, entiendo tal como un refugio, o como una celebración de la sensualidad a través del autocuidado y de la autoaceptación. En esta línea se sitúan piezas como las que corresponden a Cuerpos etéreos, que sacan partido del peculiar veteado del alabastro turolense para dar forma y sentido a su concepto de forma femenina. Ese proyecto fue elegido como finalista en el III Call for Artist de la Universidad San Jorge de Zaragoza, en colaboración con la galería de Carmen Terreros, y como tal se expondrá en la capital del Ebro durante el próximo mes de noviembre.
Su trabajo sobre la forma femenina también se dirige hacia un homenaje a la mujer, en especial la mujer que habita el mundo rural, y en lo que la artista denomina “el trabajo no remunerado” que tradicionalmente ha llevado a cabo ella, desde atender partos a criar hijos, pasando por lavar ropas y cocinar alimentos.
A esa serie pertenecen por ejemplo Sobrecarga, una escultura que representa a la mujer entregada en cuerpo y alma al cuidado de su familia, o la propia Lavanderas de Camprovín, que representa un mujer lavando la ropa.
Santiago Martínez, de además de gerente del CIDA es el comisario de Ferrer en esta exposición y en las dos anteriores, asegura que la turolense está sacando partido de su tiempo y que puede ser uno de los nombres importantes del arte aragonés en el futuro. “Hoy existen muchas oportunidades para los jóvenes en forma de concursos o ayudas, y ella lo está aprovechando. Lo difícil es mantener una buena trayectoria, pero Estela Ferrer es persistente y va por el buen camino”.
Además de su calidad y su sensibilidad, Martínez destaca la capacidad de trabajo de la artista de Berge. Actualmente está disfrutando de una residencia anual en el CIDA de Albalate, en la que desde mayo y hasta final de año puede disponer de las instalaciones, las herramientas y el alabastro del centro para experimentar y crear obra. No vive allí, pero puede acudir desde su casa siempre que quiera dentro del horario del CIDA. “Y en muy poco tiempo ya tiene listas seis piezas”.
Sobre el hecho de que pinte, esculpa o realice grabado, Martínez explica que “es muy joven y todavía está en ese momento en el que tiene que experimentar y descubrir sus caminos”.
En los últimos meses ha instalado su primera escultura pública, en la localidad riojana de Camprovín donde su Lavanderas, homenaje en mármol a la mujer rural, ganó el concurso CamprovinArte entre 200 participantes -ella era la más joven-. Y también ha expuesto una serie de esculturas y de grabados inspiradas fundamentalmente en la mujer, uno de sus referentes conceptuales más importantes, en Valencia y también en Cetina (Zaragoza) o en Molinos, donde estuvo hasta el pasado 12 de agosto. Estas exposiciones se han realizado en el contexto de Dinamiz-ARTJ, un programa organizado por el Instituto para la Transición Justa del Miteco que se ha fijado en ella -entre otros artistas- para impulsar la actividad cultural en la España rural, y que de hecho también apadrina la exposición inaugurada este lunes en Berge.
Estela Ferrer no se olvida de su Berge natal, donde acaba de instalar su taller tras regresar de Valencia, y durante la tarde del lunes inauguró una nueva muestra, comisariada por Santiago Martínez, que podrá verse solo hasta mañana miércoles, en el Salón el Horno. La sala permanecerá abierta martes y miércoles de 18 a 21 horas.
La exposición, que no es la misma que ha podido verse en Cetina o Molinos, lleva por título Retornos, en parte por el retorno personal de la joven artista a su Berge natal como por el concepto de regreso que está presente en muchas de sus obras.
Aunque está confeccionada como una retrospectiva, por la cantidad de obra que contiene -50 piezas- y sus variadas disciplinas -pintura, escultura y grabado en varias técnicas-, la juventud de la autora está reñida con el propio concepto de la retrospectiva, de la mirada hacia el pasado, y se manifiesta más bien como una exposición prospectiva, en la que se atisban los primeros trazos de por donde irán los derroteros artísticos de la turolense y hasta donde puede llegar.
Aunque Ferrer comenzó a darse a conocer sobre todo con pinturas, ella se considera sobre todo escultora, o al menos en ese campo, especialmente entre mármoles y alabastro del Bajo Martín, es donde más cómoda se encuentra. “Lo que pasa es que hasta hace poco tenía más pintura que escultura porque es más fácil sacar producción”, admite.
También grabado
De ambos palos pueden encontrarse en Retornos, en especial unas acuarelas inspiradas en Berge, recientes e inéditas, y esculturas en alabastro y fundición de hierro, realizadas en el CIDA en los últimos meses, durante la residencia anual del programa Jóvenes Emergentes que lleva a cabo el centro de Albalate del Arzobispo, y en la Facultad de Bellas Artes durante su formación. Pero la mayor parte de Retornos está formada por obra gráfica, un campo que también le interesa especialmente. Se trata de linografías, serigrafía o algrafía, técnica similar a la litografía pero utilizando aluminio en lugar de piedra. “Para pintar sobre la plancha yo utilizo polvo de tinta diluido en alcohol, porque al expandirse deja unos contornos poco definidos que es el acabado que yo busco para lograr cierta abstracción”, explica. “Tengo que fijar el polvo de tinta con calor a la plancha, porque de lo contrarío se desprendería muy fácilmente al secar el alcohol. Y como la piedra tolera muy mal el calor y podría romperse, utilizo planchas de aluminio”.
El metal le ofrece otra ventaja, y es que no requiere un tórculo especial para obtener las copias impresas, sino que puede utilizar uno en el que además puede experimentar con xilografías, linograbados y otras técnicas.
En lo conceptual, el trabajo de Estela Ferrer que puede verse en Retornos gira en torno a la mujer y al mundo rural, con especial énfasis a lo primero. Destaca en él la minuciosa exploración del cuerpo femenino desde el factor emocional, entiendo tal como un refugio, o como una celebración de la sensualidad a través del autocuidado y de la autoaceptación. En esta línea se sitúan piezas como las que corresponden a Cuerpos etéreos, que sacan partido del peculiar veteado del alabastro turolense para dar forma y sentido a su concepto de forma femenina. Ese proyecto fue elegido como finalista en el III Call for Artist de la Universidad San Jorge de Zaragoza, en colaboración con la galería de Carmen Terreros, y como tal se expondrá en la capital del Ebro durante el próximo mes de noviembre.
Su trabajo sobre la forma femenina también se dirige hacia un homenaje a la mujer, en especial la mujer que habita el mundo rural, y en lo que la artista denomina “el trabajo no remunerado” que tradicionalmente ha llevado a cabo ella, desde atender partos a criar hijos, pasando por lavar ropas y cocinar alimentos.
A esa serie pertenecen por ejemplo Sobrecarga, una escultura que representa a la mujer entregada en cuerpo y alma al cuidado de su familia, o la propia Lavanderas de Camprovín, que representa un mujer lavando la ropa.
Gran proyección
Santiago Martínez, de además de gerente del CIDA es el comisario de Ferrer en esta exposición y en las dos anteriores, asegura que la turolense está sacando partido de su tiempo y que puede ser uno de los nombres importantes del arte aragonés en el futuro. “Hoy existen muchas oportunidades para los jóvenes en forma de concursos o ayudas, y ella lo está aprovechando. Lo difícil es mantener una buena trayectoria, pero Estela Ferrer es persistente y va por el buen camino”.
Además de su calidad y su sensibilidad, Martínez destaca la capacidad de trabajo de la artista de Berge. Actualmente está disfrutando de una residencia anual en el CIDA de Albalate, en la que desde mayo y hasta final de año puede disponer de las instalaciones, las herramientas y el alabastro del centro para experimentar y crear obra. No vive allí, pero puede acudir desde su casa siempre que quiera dentro del horario del CIDA. “Y en muy poco tiempo ya tiene listas seis piezas”.
Sobre el hecho de que pinte, esculpa o realice grabado, Martínez explica que “es muy joven y todavía está en ese momento en el que tiene que experimentar y descubrir sus caminos”.
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