Estela Ferrer, o cómo convertir la piedra en lo más subjetivo e insondable de la mujer
La artista de Berge expone ‘Más allá de la forma’ en el antiguo horno de Cuevas de CañartMás allá de la forma es el título de la exposición que la artista turolense Estela Ferrer tiene en el antiguo horno de Cuevas de Cañart. Se trata de una colección de esculturas en piedra y metal, fundamentalmente alabastro, que recogen desde sus inicios en la talla de la piedra blanca del Bajo Martín hasta sus últimas obras que cierran el proyecto artístico titulado Cuerpos etéreos. La muestra permanecerá abierta hasta el 6 de octubre, y puede visitarse gratuitamente contactando previamente con la oficina de turismo de Cuevas de Cañart.
Pese a la juventud de la autora, que nació en 1999 en Berge, localidad a la que ha retornado tras completar sus estudios en Bellas Artes en Valencia, Más allá de la forma es algo así como una retrospectiva de su primera etapa como artista, con una producción prolija y de gran calidad. La selección de las piezas narra el desarrollo de los dos conceptos que forman el discurso artístico de la creadora: por un lado un proceso de toma de contacto con la talla del alabastro, desde los primeros trabajos hasta la actualidad, en la que Ferrer muestra una técnica depurada y muy personal. Y por otro lado, en lo conceptual, Estela Ferrer ha logrado que su universo artístico evolucione desde unas formas más figurativas -sin dejar de ser abstracciones siempre en torno a la figura de la mujer y al ámbito rural- hasta puras abstracciones conceptuales, de suerte que en sus últimas piezas transmite sensaciones, emociones o sentimientos a través de la escultura sin basarse en ningún modelo o volumen preexistente, y huyendo, de hecho, de las formas más típicas o convencionales con las que suele referenciar a la mujer. quien, más allá de la forma, existe como concepto y entidad.
La trayectoria escultórica de Estela Ferrer es un todo del que la turolense no renuncia a ninguna de sus partes. De hecho esta muestra arranca con la primera escultura que esculpió en alabastro. Se titula Torso I, un nombre habitual en los ejercicios de formación, y su autora la ha ubicado precisamente en el interior del antiguo horno, por el gran valor simbólico y metafórico que tiene como lugar donde se cuecen las cosas, donde empiezan a gestarse lo que al final será.
“Es una pieza a la que le tengo especial cariño”, explica Ferrer. “Es la primera que hice, como ejercicio en el primer curso de carrera, y seguramente no está resuelta de la mejor forma posible en lo técnico, pero me pareció que tenía que estar en esta exposición”.
La más reciente de las esculturas que se muestran en Cuevas de Cañart es Gaman, una pieza que realizó durante la residencia artística que disfrutó en el Centro Integral de Desarrollo del Alabastro en Albalate del Arzobispo entre mayo y junio de este año. Esa pieza es, además, el colofón y el resumen perfecto de la exposición retrospectiva, tanto en el fondo como en la forma.
En la forma es una pieza realmente compleja y de una belleza particular. “Está extraída de un gran bloque de alabastro de 135 kg, tiene mucho hueco interior, pesa mucho y está inclinada hacia atrás... desde el punto de vista técnico es muy compleja y me llevó mucho trabajo terminarla, pero creo que cierra perfectamente lo que yo considero una primera etapa de aprendizaje trabajando el alabastro”, afirma Estela Ferrer.
En el fondo también supone una especie de punto de inflexión. Una de las obsesiones de Estela Ferrer es que sus esculturas, teniendo un referente material claro -en su caso la mujer y lo femenino, desde una perspectiva de género- es ser capaz de transmitir sentimientos, estados de ánimo y conceptos abstractos y subjetivos a partir de algo tan material y estático como la escultura. “Habitualmente titulo mis piezas con una palabra que tiene que tiene que ver con esos sentimientos que trato de describir, pero de un modo lo suficientemente ambiguo como para dejar algo a la interpretación del que se pone delante de la escultura”, explica la autora. Términos como alma, esencia, vulnerabilidad, espíritu... dan pistas sobre los temas que trata de representar, tratando siempre de no ser demasiado explícita para forzar un diálogo de igual a igual con el espectador, y que sea él quien complete el mensaje.
En el caso de esta última escultura, cuyo destino final será ser donada al Ayuntamiento de Albalate, da un paso más hacia la abstracción en el título/mensaje, tratando de soltarse de la mano de lo explícito y confiando en que el público necesite cada vez menos referencias conocidas para intuir o interpretar el tema sobre el que habla su obra. Así, Estela Ferrer titula esta escultura Gaman, la traducción a caracteres latinos de una palabra japonesa que viene a definir la capacidad que tienen o que tratan de desarrollar algunas personas para soportar y resistir con paciencia y dignidad la adversidad. Algo así como el término castellano resiliencia. Esta es una característica que en realidad atraviesa buena parte de la obra de Ferrer, que en realidad es un continuo homenaje a la figura de las mujeres rurales, que tradicionalmente han ejercido como sostenes, necesarios e invisibilizados, de las sociedades.
La obsesión por describir a esas mujeres y lo que representan pasa también, en el caso de Ferrer, por un intento deliberado de huir de las formas tradicionales que en el arte se relacionan con la mujer, y que casi siempre tienen que ver con lo físico, con lo exterior, destacando y perpetuando una serie de cánones estéticos relacionados con la belleza y la sexualidad. Estela Ferrer modela el alabastro, o cualquier otra piedra, con formas orgánicas, curvas, suaves o con texturas finas, pero en su caso haciendo referencia a la flexibilidad, a la capacidad de resistencia y de adaptación, al tacto suave en ausencia de aristas cortantes y dañinas. Pero también formas estilizadas, esbeltas y gráciles, que renuncian al estereotipo surgido de las representaciones de la mujer como las venus del paleolítico, que prácticamente restringen su papel a la maternidad.
La artista, que trabaja desde el estudio que tiene en su Berge natal, incluye en la selección de esculturas expuestas otros materiales, aunque admite que el alabastro es la piedra que predomina. También hay piedra negra de Calatorao, latones o bronces, que ha querido mostrar “porque forman parte de mi evolución, como ejercicios de fundición en la Facultad de Bellas Artes en Valencia, pero es cierto que, prácticamente desde que abandoné la universidad, me he dedicado al alabastro”. Entre las piezas paradigmáticas del trabajo de Estela Ferrer también destaca Sobrecarga, en la que se alude al sobreesfuerzo al que suele someterse la mujer para cumplir con sus roles de cuidados a la familia, además de su desarrollo intelectual, laboral y doméstico.
Aunque Estela Ferrer considera -solo hasta cierto punto- que esta exposición supone un punto de inflexión en su trayectoria , no da por cerrada ninguna etapa a ese respecto, ni en cuanto a las conexiones de su obra con el mundo femenino ni en cuanto al trabajo en alabastro: “Este material da mucho más de sí y, aunque quizá el proyecto en el que estaba embarcada esté cerrado, voy a seguir explorando en la misma línea de trabajo”, admite la turolense. “Creo que he llegado a desarrollar un lenguaje propio, que en realidad cambia continuamente a medida de evolucionas, y he logrado tener una capacidad técnica que me permite concentrarme en otras cosas”. Tras un año muy prolijo que Ferrer considera “de aprendizaje”, ha llegado el momento de que la artista se adentre en territorios cada vez más personales e inexplorados, e ir definiendo su voz única.
Obras
Pintora o autora de obra pública e instalación además de escultora, uno de los últimos trabajos de Estela Ferrer Peraire fue el galardón que hace pocas semanas entregó el Curso de Periodismo Especializado de Alcañiz a Rosa María Calaf, una de las grandes mujeres pioneras en ese sector y auténtico referente para los profesionales de cualquier género. Ferrer subraya su admiración “por una gran mujer con ella”, y admite que asumió el reto de esculpir el volumen de alabastro que le encargó el congreso con temor “a no ser capaz de reflejar todo lo que ella representa en el mundo del periodismo, o de no estar a la altura”.
La propia Rosa María Calaf, el día de la entrega del galardón, en el Teatro de Alcañiz el 20 de septiembre , felicitó ante el público a la artista y aseguró que ese premio “ocupará un lugar especial” en sus estanterías, repletas de reconocimientos por su inabarcable trayectoria.
Medio de expresión
Estela Ferrer Peraire (Berge, 1999) es graduada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, dónde también cursó un Máster en Producción Artística.
Artista plástica afincada en Berge, en la actualidad se centra en la producción escultórica principalmente. La piedra es su medio de expresión preferido y el que mayor reconocimiento le ha dado, en su vocación la de plasmar su visión de conceptos abstractos haciéndolos reconocibles para el público. Su trabajo está incardinado con una visión de género que homenajea a la mujer, especialmente en el contexto de las sociedades rurales.
Fue artista residente en el Centro Integral de Desarrollo de Alabastro de Albalate del Arzobispo. Tiene una escultura pública en Camprovín bajo el título de Lavanderas (La Rioja) y tres esculturas dentro del proyecto colectivo Armonatura en Berge, Alcorisa y Calanda. Fue galardonada en 2022 con el primer premio de escultura Grandes Valores por la Fundación Notariado (Madrid). Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en lugares como el Castillo de Albalate del Arzobispo, el Corte Inglés Pintor Sorolla de Valencia, la galería Carmen Terreros en Zaragoza, la Facultad de Bellas Artes San Carlos, la casa de la cultura José Peris Aragó en Alboraya, el edificio de Bellas Artes de Teruel, la Fundación Brito de Brasil, el Museo del Azafrán de Monreal del Campo, el Museo E. Blasco Ferrer de Molinos o el Museo de Arte Sacro de Teruel, entre otros lugares.
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