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‘Plomo y gualda’, muerte y entierro del presidente de la II República en Francia ‘Plomo y gualda’, muerte y entierro del presidente de la II República en Francia
Dos de las páginas del nuevo cómic publicado por GP Ediciones

‘Plomo y gualda’, muerte y entierro del presidente de la II República en Francia

Juanarete y Manuel Granell repasan los últimos años de Azaña en un nuevo cómic
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GP Ediciones acaba de publicar Plomo y gualda, el último cómic creado por Juanarete y Manuel Granell que, en este caso, aborda el exilio de Manuel Azaña, último presidente de la República Española, muerto y enterrado en Francia donde tuvo que exiliarse.

El cómic arranca con la penosa retirada tras la derrota, el éxodo republicano que se produjo durante los meses de enero y febrero de 1939, con una oleada de entorno a medio millón de españoles que tuvieron que cruzar la frontera apremiados por el frío y los bombardeos de la aviación franquista.

Acogidos sin medios, repatriados hacia una muerte segura en unos casos y confinados como presos en otros, el embajador mexicano llegó a Francia con la encomienda de retomar el embarque para México de los refugiados españoles, que la Guerra Mundial había detenido. Al mismo tiempo la Falange Española, aprovechando el armisticio entre Francia y Alemania, comienzan la búsqueda de Juan Negroni y Manuel Azaña en territorio francés, junto a otros republicanos.

Solo la integridad y humanidad de las personas de la legación mexicana, impedirán que ambos sean capturados y entregados al régimen de Franco, en un acto de valentía y honor ante la pasividad de las autoridades francesas, completamente volcadas en complacer a sus nuevos amos, los nazis.

El cómic concluye con el episodio de la muerte y entierro de Azaña en Montauban (Francia). Petain, presidente de la Francia germanófila, prohibido que se le rindieran honores de jefe de Estado, y solo consintió que cubriera su féretro la bandera española, con la condición de que fuera la roja y gualda, que distinguía al ejército sublevado que había acabado con la democracia en España. El embajador mexicano no consintió semejante atropello, y decidió enterrarlo con la bandera mexicana. Según escribió en sus memorias, dijo al prefecto: “Lo cubrirá con orgullo la bandera de México. Para nosotros será un privilegio, para los republicanos una esperanza, y para ustedes, una dolorosa lección”.

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