

Nuevos audiovisuales sobre tesoros de la polifonía en nuestra provincia de Teruel
Teruel. Científico y culturalDr. Carlos Paterson. Miembro del Consejo Científico del IET
En este año 2025 celebramos el V centenario del nacimiento de Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594), máximo exponente de la escuela romana de música al servicio del papa Julio III, y uno de los padres de la polifonía moderna. Tanto él, como el franco-flamenco Orlando di Lasso y el abulense Tomás Luis de Victoria, fueron tres de los músicos más influyentes de todo el siglo XVI.Anteriormente, otros grandes polifonistas también dejaron su impronta en el devenir de la Historia: Johannes Ockeghem, Josquin Desprez o Adrian Willaert contribuirían al origen de uno de los centros de producción musical más relevantes del mundo conocido, la capilla flamenca o Grande Chapelle, radicada en la corte de los Habsburgo, a caballo entre los siglos XV y XVI.
Bajo el reinado del Emperador Carlos I tuvo lugar una inusitada universalización de las artes, reuniendo entre su séquito célebres artistas de todas las disciplinas, algunos de la talla de Tiziano, los arquitectos Pedro Machuca y Diego de Siloé, o el imaginero Alonso Berruguete. Tampoco lo fue menos en el ámbito musical, incluyendo maestros como Nicolas Gombert, o el organista Antonio de Cabezón, además de otros dos grandes que, aunque en mayor medida al servicio de la Iglesia, también sirvieron de alguna manera a su reinado: los sevillanos Cristóbal Morales y Francisco Guerrero. A partir de ahí, y bajo los mandatos de sucesivos reinados, fueron transitando algunos de los mejores compositores del momento, hasta finalmente conformar lo que pasaría a llamarse la Capilla Real de Madrid, alrededor de 1637. Bajo el mandato de Felipe II sirvieron entre otros insignes músicos Philippe Rogier y Tomás Luis de Victoria; con Felipe III y Felipe IV, Matheo Romero y Carlos Patiño respectivamente; y con Carlos II, otros ilustres como Cristóbal Galán o Sebastián Durón; y ya más tarde, Joseph de Torres.
Sin duda alguna, los siglos XVI al XVIII supusieron una verdadera época de esplendor para la Música en España. A semejanza de la Capilla Real y de otras capillas musicales en las principales catedrales españolas, florecieron otras muchas en gran cantidad de colegiatas y basílicas de todo el reino. Tan solo sirva de ejemplo nuestra provincia de Teruel, donde actualmente están catalogados alrededor de 150 órganos repartidos en muchas de nuestras localidades. Durante siglos, el órgano fue el instrumento en torno al cual se desarrollaba casi toda la actividad musical de la villa. Salvando aquellos pocos casos que hemos visto antes, en que la Realeza o la Nobleza asumía la formación musical de su personal, casi siempre esta era sufragada por la Iglesia. Se contrataba a un organista, quien se encargaba, además de acompañar todos los oficios litúrgicos, de la formación de los infanticos y demás cantantes e instrumentistas: cornetas, chirimías, bajones, sacabuches, etc. Usualmente todos ellos reclutados entre los mismos habitantes de la localidad, como vecinos, artesanos y comerciantes. Estos órganos eran costeados normalmente, además de por la Iglesia, por el común de los vecinos del pueblo, involucrándose cada uno en la medida que podía.

En aquellas seos donde se contaba con un mayor presupuesto, se contrataba también los servicios de un maestro de capilla, quien tenía el cometido de componer música ex profeso, tanto para el ordinario litúrgico como para las grandes festividades anuales, como son el día del Corpus, la Navidad o la Semana Santa. De ahí que en numerosos archivos parroquiales todavía quede guardada (en muchos casos entre el polvo) toda aquella música que antaño sonó durante siglos en nuestros pueblos. Los principales centros de producción musical de nuestra provincia eran las catedrales de Teruel y Albarracín, y la colegiata de Alcañiz. Gracias a la inestimable labor de investigación llevada a cabo años atrás por D. Jesús Mª Muneta y D. José Martínez Gil, contamos a día de hoy con la catalogación de los archivos musicales de estos templos, además de la publicación de algunas de sus obras. Pero, aun así, todavía, el práctico desconocimiento de esta música por el gran público sigue siendo una laguna imperdonable para todos nosotros. En el mundo de la interpretación musical, usualmente nos vemos arrastrados por la programación concertística de los mejores compositores de cada época, sin percatarnos de la extraordinaria calidad que todavía esconde la música de estos antiguos y no tan modestos archivos. Numerosos son los ejemplos de grandes músicos que pasaron por el magisterio de capilla de nuestros templos turolenses: sirvan como ejemplo autores como Clemente Barrachina (ca.1650-1728) en la seo de Albarracín, Philipe Balthasar (1569-1631) y Cristóbal Galán (ca.1615-1684) en la catedral de Teruel, además de copias de música del ilustre Joseph de Torres (ca.1670-1738) en la colegiata de Alcañiz. Como ya hemos dicho párrafos más arriba, estos dos últimos incluso llegaron al magisterio de capilla de algunos de los puestos más codiciados del barroco musical español, como son el Palacio Real de Madrid o el Monasterio de las Descalzas Reales. A lo largo de estas últimas décadas, D. José Martínez, con su Catálogo de música de la catedral de Teruel (Biblioteca Nacional de España), y D. Jesús Mª Muneta, en la Serie de Estudios Musicales del Instituto de Estudios Turolenses, ya publicaron algunas de sus obras en partitura, pero todavía no han sido registradas en soporte audiovisual. Recientemente, desde el IET, con la interpretación del grupo “Capilla del Siglo de Oro”, y bajo la dirección de Carlos Paterson, hemos abordado la grabación de una serie de videos musicales donde nos hacemos eco de algunas obras polifónicas de estos grandes maestros, en las que mostraban sus mejores habilidades compositivas, tanto en el tratamiento de la policoralidad, el contrapunto y la armonía, como en el de la expresividad y el misticismo. Todas estas obras son inéditas, ya que nunca antes habían sido grabadas, y sorprendentemente, también son de una extraordinaria belleza, que en absoluto desmerecen en comparación con algunas otras obras de aquellos grandes compositores a los que nos referíamos al principio de este artículo. Dicha grabación incluye un O Rex gloriae, motete para la Ascensión de Philipe Balthasar, una Salve Regina de Clemente Barrachina, Que os retrate, Señor, villancico al Santísimo Sacramento de Cristóbal Galán y un Vidi aquam de Joseph de Torres. Todo un tesoro musical que, más pronto que tarde, verá la luz de la mano de nuestro IET para deleite del gran público y de todos nosotros.
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