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“Nos encantan los padres  ‘adoctrinadores’ que llevan  a sus hijos a un concierto de Zoo” “Nos encantan los padres  ‘adoctrinadores’ que llevan  a sus hijos a un concierto de Zoo”
Ricard Tàpera, Helga Ambak, ‘Panxo’ y Carles Ubeefe (de izda. a dcha.), junto al mural realizado en Montanejos

“Nos encantan los padres ‘adoctrinadores’ que llevan a sus hijos a un concierto de Zoo”

La banda valenciana presentará en Peñarroya ‘ZOO il·lustrat’, un proyecto didáctico y musical que servirá de previa al festival de música Franja Rock
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Toni Sánchez Panxo es el cantante de Zoo, una banda de Gandía que canta en valenciano y que con su peculiar propuesta que funde rap, música electrónica y sonidos desde el reggae a la música balcánica se está convirtiendo en un referente nacional, capaz de llenar el Palau Sant Jordi de Barcelona y también el Wizink Center de Madrid.

Panxo acudirá el 30 de junio y el 1 de julio a Peñarroya de Tastavins durante la Fiesta de la Lengua que organiza Clarió. Allí presentarán ZOO il·lustrat, un proyecto pedagógico que lleva a cabo el grupo desde hace tiempo junto al educador Ricard Tàpera y los ilustradores Helga Ambak, Carles Ubeefe -ambos estarán en Peñarroya- Gemma Moltó, Joan Turu y Paulapé. Una serie de actividades colectivas con niños de todas las edades concluirá en la realización de un mural en el pueblo.

-¿En qué consiste exactamente el proyecto ZOO il·lustrat?

-Básicamente son cinco de las canciones de Zoo, que con la coordinación del educador Ricard Tàpera y un equipo de ilustradores hemos convertido en cinco libros infantiles, y cada uno de ellos viene acompañada por una serie de actividades, relacionadas con la letra de las canciones y sus significados, entendiendo el proyecto como algo muy para hacer con la familia, los amigos y los compañeros. Estamos acostumbrados a que la lectura sea algo muy solitario, que realizamos a título individual, y nosotros hemos querido darle un enfoque pedagógico muy colectivo y participativo. Cuando vamos a algún sitio a presentar el proyecto, como el caso de Peñarroya de Tastavins, hacemos algunas de las actividades de los cuentos, muy vinculadas al juego, y hacemos una especie de talleres donde aprendemos qué cuenta la canción, cómo lo hace, y los valores en las que está basada.

-¿Eran cinco temas que ya existían o fueron compuestos a propósito?

-Ya existían, aunque en algunos casos hicimos algún cambio en alguna frase para que un niño pudiera entenderla mejor. Todo esto surgió a raíz de una de esas canciones, La mestra de nuestro segundo disco, que a su vez está inspirada en una novela de Víctor Gómez que cuenta una historia real sobre una profesora, Marifé Arroyo. Ella fue una pionera en introducir el valenciano en los colegios porque era la lengua que hablaban sus alumnos, y tuvo muchos problemas con las autoridades franquistas. Hace años pensamos que nos gustaría desandar el camino y hacer que la canción volviera a ser un libro, en este caso infantil, y terminamos haciéndolo con otras cuatro canciones y diseñando esta colección.

-¿Qué otras canciones forman parte del proyecto?

-Además de La mestra, está Xafant Fang, que habla de las vivencias de la infancia de la gente de mi generación, y la concepción de la familia como grupo de cooperación, con ese feminismo primigenio en las familias tradicionales... Deixa’m que caiga habla de la salud mental y de cómo afrontar los momentos duros; Robot es una canción futurista que plantea una especie de distopía en la que un robot nos visita y cuenta qué le parecen las cosas que nos mueven a los humanos, en un sentido negativo. Y Carrer de l’Amargura, del primer disco, habla del cambio generacional en los pueblos, de los hábitos de los mayores y de nuestra relación con la muerte. Elegimos esas porque entendemos que tratan temas de calado, que es importante trabajar con los niños.

‘Entre totes fem un gran equip’, leyenda del mural con el que concluyó la presentación de ZOO Il·lustrat en Náquera

-La música es cada vez más un producto de ocio y menos una herramienta educativa, pese al tremendo poder que tiene, para bien y para mal.

-Nosotros intentamos que la música cale en la pedagogía hacia los niños, que sea algo más amplio, y poco a poco va funcionando. De hecho desde que sacamos esta colección vemos más niños en nuestros conciertos, y eso es algo que nos encanta. En un sentido más político, esto nos hace pensar que hay niños que se sienten atraídos y están sedientos de este tipo de narrativas, lo que nos hace ser más optimistas con respecto al futuro. En los conciertos hacemos a veces la broma sobre el adoctrinamiento de los niños, pero nos encanta que haya padres tan adoctrinadores que quieran traer a sus hijos a un concierto de Zoo.

-¿Cómo surgió la posibilidad de presentar Zoo Il·lustrat en Peñarroya de Tastavins?

-Surgió a raíz de la relación que existe entre uno de los miembros de Zoo, el Matarranya y la asociación Clarió (Asociación de Padres del Matarranya por la Escuela en Catalán). Se nos planteó a Ricard y el resto de la banda y nos pareció genial, porque además esa zona de Teruel es preciosa.

-En muchos casos se habla de Zoo como una banda de rap, aunque a mí se me queda muy corta esa etiqueta para lo que se escucha en sus discos...

-A mi tampoco me gusta. Y no porque no me guste el rap, que me gusta, vengo del rap y de hecho mi técnica vocal es muy cercana. Pero no creo que hagamos rap, o al menos un rap ortodoxo. Las bases musicales de nuestras canciones no tienen nada que ver con el rap, son mucho más bailables, metemos vientos, guitarras, que nos alejan por completo de ese estilo.

-¿Qué etiqueta ponemos entonces? ¿En qué cajón guardamos sus discos, suponiendo que todavía quede gente que guarde discos físicos?

-Siempre que me preguntan digo algo así como rap electrónico, por aquello de mezclar conceptos como el rap y la música electrónica, por aquello de ser más bailable y acelerado, pero tampoco te creas que me convence mucho. ¿En qué cajón? Pues es que no hacemos rock, ni punk, ni hacemos indie, que mira que es una etiqueta ficticia que abarca todo lo que quieras... quizá entramos en el de músicas mestizas, en el de fusión.

-Sea como fuere, una de las características particulares de Zoo son sus letras en valenciano. Sigue siendo muy atípico la música española en lenguas minoritarias, ¿no?

-Así es. Como no hay una situación de igualdad, la percepción de las lenguas minorizadas es que son antiguas, tribales, de menos estatus, cuando no directamente síntomas de terrorismo. Por fortuna nosotros, y otros muchos grupos, estamos tratando de romper esa mala percepción, y de hecho creo que la música es donde mejor está calando la diversidad lingüística. Si un político catalán habla en un púlpito en catalán suele generar rechazo, mientras que en la música la gente demuestra bastante más tolerancia.

Toni Sánchez ‘Panxo’ (segundo por la izquierda), durante un concierto ofrecido por Zoo

-¿Zoo está triunfando en España gracias a sus letras en valenciano, o a pesar de sus letras en valenciano?

-Hay algo de las dos. Tengo un amigo en un grupo de música en castellano de mucho éxito, y cuando dejé de cantar en castellano y empecé a hacerlo en valenciano me dijo que me estaba limitando muchísimo el público, y que no lo entendía. Y cuando empezamos a tener cierto éxito, me dijo que era obvio que iba a vender mucho porque los valencianos les iba a gustar cualquier cosa que se cantara en su lengua.

Es cierto que si cantas en valenciano te puedes posicionar pronto muy arriba en el panorama de la música en valenciano, pero humildemente creo que con nuestro estilo de música hubiéramos atraído a más gente desde el principio cantando en castellano. Por otro lado también es cierto que muchos grupos con los que compartimos escenario hacen giras por América Latina, con un público de muchos millones de personas a las que nosotros no creo que nunca lleguemos. No sé, el tema es que decidimos hacer esto desde el principio y en eso estamos.

-¿El rumbo político que genere este 2023 electoral comprometerá la diversidad lingüística en la música?

-Creo que sí. Bastante antes incluso del cambio del gobierno hace ocho años -en la Generalitat de Valencia- se venía creando una especie de industria musical, una escena que a parte de los grupos también tenía promotores, oficinas, técnicos... y creo que se va a transformar. Hemos perdido muchas concejalías de Cultura, cuyas programaciones van a ser muy diferentes, porque no veo a una concejalía dirigida por Vox organizando un concierto en valenciano.

-¿No estaremos siendo algo catastrofistas?

-Puede que tengas razón, puede que nos estemos poniendo tan catastrofistas esperándonos lo peor que al final haya que darles las gracias... En cualquier caso la cosa se complicará seguro. En los últimos ocho años la Consellería de Cultura de la Generalitat ha dado ayudas a la producción cultural hecha en valenciano, como lengua minorizada, y creo que eso era muy positivo. Pero me temo que todos estos mecanismos se van a perder.

-Su compromiso político ha sido siempre claro, hasta el punto de presentarse con Més Gandía (Compromís, Esquerra Unida y Podem) al Ayuntamiento de Gandía. ¿No cree que en la música y en el mundo del espectáculo eso acarrea más problemas que otra cosa?

-No me lo planteo. En realidad hace ocho años ya fui en esa lista en mi pueblo de número 6, y sacamos 5 concejales. En esta ocasión iba de suplente, pero quizá ha trascendido más porque la popularidad de Zoo es mayor. No me gusta esconder mis ideas políticas, al contrario, no tengo ningún problema en decirlas y compartirlas. Ahora ha tenido más eco en los medios electrónicos porque Zoo es más conocido, pero es el proyecto político que he apoyado siempre y no voy a esconderlo ahora. Y a nivel de comunidad estoy contento de ayudar, si es que he ayudado en algo, porque los resultados fueron peor de lo esperado. De todos modos hay que tener en cuenta que nosotros estamos en una escena en la que es muy difícil disociar lo artístico de lo político. Nuestra narrativa no ha cambiado, y si alguien se ha sorprendido por verme en la lista de Ganar, o no me ha escuchado nunca o no entendía nada de lo que cantaba. También es verdad que no me he sentido supercómodo en el rol de miembro de una lista, participando en actos electorales y tal, pero no por una cuestión de convicción, sino de hábitos. Ese no es un mundo que yo frecuente, y por tanto creo que es normal que no me encuentre todo lo cómodo que me gustaría.

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