Lucía Villarroya y Silvia Gil reflexionan sobre los orígenes con una exposición colectiva
Las turolenses muestran una cincuentena de piezas que integran cerámica y fibras naturalesOrigen: tierra y fibra, es una exposición de piezas en cerámica y fibras naturales que por primera vez reúne el trabajo de las artistas turolenses Silvia Gil y Lucía Villarroya. Se inauguró este viernes en el Claustro de San Pedro y reúne casi medio centenar de piezas, la mayor parte de ellas intervenidas por las dos autoras, además de una instalación en al parte central del espacio.
Permanecerá abierta hasta el 13 de noviembre y aborda los orígenes de la actividad artística a través de materiales y técnicas tradicionales, que lindan entre el arte y la artesanía, y que desde lo formal dialoga con conceptos que tienen que ver con semillas, simientes y úteros maternos.
Formadas en el grado de Bellas Artes que se cursa en Teruel, Lucia Villarroya y Silvia Gil proceden sin embargo de las artes aplicadas y las reivindican no solo como una forma de expresión legítima en el contexto del arte, sino también como una metáfora que acompaña al concepto de origen, de raíz primigenia. Por eso utilizan el barro y las fibras naturales para confeccionar un discurso narrativo sobre el inicio, con el centro sobre el concepto general de simiente, del latín sementis de donde también proceden semen o semilla. Formas que recuerdan a úteros donde se gesta la vida de los mamíferos, entre ellos el hombre, realizados con dos de los primeros materiales que este ha utilizado a lo largo de su historia, primero con fines utilitarios, para dotarlos después de un valor artístico y representativo de forma progresiva.
“Llevamos mucho tiempo trabajando en este proyecto”, explica Lucía Villarroya, “que surgió a propuesta de Silvia, hace como dos años y medio”. Aunque las dos artistas han tocado diferentes disciplinas, el grabado en el caso de Villarroya o la fotografía, escultura o instalación en el de Gil, en los últimos tiempos es sobre todo la cerámica y las diferentes técnicas de cestería con fibras naturales lo que centra, respectivamente, su quehacer artístico. “Son dos actividades que tienen mucho que ver entre sí, por lo que decidimos ponerlas en relación en un proyecto conjunto”.
No solo han elegido un discurso artístico que tiene que ver con un homenaje al pasado y a los orígenes, sino que su desarrollo ha supuesto para las turolenses un retorno a espacios creativos anteriores.
En el caso de Lucía Villarroya, “asumí el reto retomando todo aquello que aprendí cuando estudié en la Escuela de Arte de Manises, con piezas menos conceptuales y abstractas que las que hago ahora, construidas con churros y placas, con algunas técnicas ancestrales y que hacía muchos años que no tocaba”.
Pastas a baja temperatura, barro rojo típico turolense y blanco de loza, también gres a alta temperatura, materiales refractarios y, a nivel de decoración, esgrafiados, esmaltes y engobes... “se trataba de hablar de los orígenes, de la semilla, así que me pareció apropiado explorar nuestras propias semillas y retomar aquello que habíamos dejado atrás”, asegura Villarroya, para quien la experiencia ha resultado “sorprendente” y “muy positiva”. “He disfrutado mucho retomando esas técnicas, que seguía teniendo en la cabeza a través de las clases, pero que no usaba para crear piezas desde hacía 40 años”.
Técnicas ancestrales
En el caso de Silvia Gil, que interviene las piezas desde el ámbito de la fibra natural y la cestería, también ha utilizado técnicas ligadas a los orígenes, en algunos casos ancestrales y prácticamente en vías de desaparición.
Utiliza esparto crudo, esparto picado, mimbres de diferentes tipos, con corteza natural o mimbres buff, con diferentes procesos de cocido que afecta a su flexibilidad, resistencia o coloración; eneas -o aneas, como también se denomina la fibra empleada para tejer los asientos de las sillas antiguas-, o algunas fibras vegetales, de este tipo o diferentes, recolectadas por la propia Silvia Gil. La artista interviene las piezas a través de diferentes técnicas de cestería y trenzado, aunque recalca que algunas de ellas están en retroceso o en peligro de extinción. “Creo las piezas o intervengo las cerámicas de Lucía a través de diferentes técnicas de cestería y trenzados: técnicas nido, caótica...”, explica la turolense.
Las formas de las piezas presentadas giran en torno a conceptos como úteros y semillas, de donde brota la vida, pero también quieren hacer referencia a los propios orígenes de la actividad artística. “Se han encontrado restos de rodetes de cestería datados en el Neolítico. Son como salvamanteles redondeados realizados en esparto”. Los científicos creen que esas piezas sobre las que se moldeaban recipientes de barro no tenían fines decorativos, sino que eran empleados para poder girar y mover la pieza de barro mientras se realizaba, del mismo modo que se traslada un mueble pesado arrastrándolo con ayuda de una manta. Con el tiempo, los primeros alfareros debieron darse cuenta de que ese mimbre también tenía una función decorativa gracias a las improntas y grabados geométricos que dejaban en la superficie del barro fresco, las mismas que han permitido identificarlos, ya que las fibras vegetales son degradables y no se conservan excepto por las huellas que dejan.
Una de las piezas que forman parte de este proyecto no podrá verse en la exposición. Se trata de Tiempo en calma, y resultó premiada con el ARS 2024 del 25º Certamen de Artes Plásticas José Lapayese de Monreal, y por tanto forma parte de sus fondos.
Instalación
En el centro del Claustro de San Pedro se encuentra una instalación que consiste en cuerdas tejidas que caen desde el techo, con fragmentos y esquirlas de barro y cerámica adheridas a ellas. Se trata de una pieza en la que han trabajado las dos artistas en común, y que reflexiona sobre el anonimato que generalmente acompaña al artesano que trabaja la cerámica o la fibra natural. “Lo habitual es que se conozca al autor de una obra de arte, una pintura o una escultura, y el público general tenga incluso unas nociones de su trayectoria o de su biografía. En el caso de la artesanía en barro o mimbre no”, sostiene Gil.
Muchas de las cuerdas de la instalación están tejidas por Silvia Gil, otras por algunos de los alumnos que han visitado sus talleres, y el material con el que están confeccionadas son restos de trabajos de cestería e incluso material reaprovechado de jaretas o trenzas de sillas antiguas. “Esas jaretas las hicieron personas que no sé quienes son, y que nunca lo sabrá nadie”, reflexiona Gil. “Esas piezas forman parte de la instalación, de forma que es una obra colectiva pero completamente anónima”.
Las esquirlas o fragmentos de cerámicas que aparecen anudadas con técnicas de anillado o de red en las cuerdas son restos de taller desechados, procedentes de descartes y cuya autoría, aunque en este caso proceden fundamentalmente del estudio de Lucía Villarroya, tampoco está reivindicada.
Silvia Gil destaca lo paradójico de reivindicar la figura del artesano a través del lenguaje propio del arte, al que en ocasiones se le sitúa enfrentado.
Origen: Tierra y Fibra se inauguró el pasado viernes en el Claustro de San Pedro, donde permanecerá hasta el 13 de noviembre. El horario de visita es de lunes a domingo de 10 a 14 horas y de 16 a 20 horas. Lucía Villarroya y Silvia Gil habían participado en algún proyecto colaborativo, como El maravilloso vacío, aunque este es el primer trabajo que emprenden las dos.
Arte vs. artesanía
Uno de los temas transversales que ocupan la exposición Origen: tierra y fibra, es el eterno debate que enfrentar a partidarios y detractores de considerar arte o artesanía a los trabajos en barro, cerámica o mimbre, o la delimitación correcta de la línea, en caso de que exista, que separa arte de artesanía.
A este respecto, el diccionario de la RAE define arte como “manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”; artesanía como “arte u obra de los artesanos” y artesano como “persona que ejecuta un arte oficio meramente mecánico”, y matiza que puede utilizarse para “quien hace por su cuenta objetos de uso doméstico imprimiéndoles un sello personal, a diferencia del obrero fabril”.
Lucía Villarroya sostiene que, a diferencia de artistas como Picasso o Miró, “que utilizaban a ceramistas para hacer una obra que después firmaban únicamente ellos”, ella considera que en su caso cerámica o grabado forman parte de su lenguaje artístico. “Hago uso de ellos para construir el discurso de mi obra, por lo que no creo que exista esa separación. Papel, mimbre, barro... todo puede ser material de arte, y en la artesanía, por más que se diga que tiene que ver con lo útil, con lo que sirve para algo, siempre hay un discurso artístico”.
Asumiendo que es un debate largo y prolijo, Silvia Gil afirma que ella se siente “artista artesana”. “Yo le doy un valor a la artesanía igual al que habitualmente se le atribuye al arte. Quise aprender técnicas para tejer cestería para incorporarlas a mis obras de arte, y quedé completamente enganchada a esta técnica”.
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