Las alfombras de serrín de Aguaviva celebran ser Bien Cultural Inmaterial regional con ‘Las cuatro estaciones’
Participantes y público respondieron entre semana para disfrutar del kilómetro de tapiz que apenas duró 3 horasAguaviva estrenó este miércoles por todo lo alto la declaración de Bien de Interés Cultural Inmaterial que el Gobierno de Aragón concedió, entre otras, a las Alfombras de Serrín del Santísimo Misterio que la localidad bajoaragonesa confecciona cada 28 de agosto. Este año, el kilómetro de tapices estuvo dedicado a Las cuatro estaciones.
La primavera, verano, otoño e invierno, con los motivos que los identifican, se apoderaron de las calles de Aguaviva desde las 8 de la mañana, cuando todo un pueblo empezó a trabajar codo con codo para espolvorear serrín de diversos colores teñido en hormigoneras y ensacado días atrás. Hasta 80 sacos fueron necesarios en esta ocasión.
La fiesta, organizada por la Asociación Cultural Caliu con la colaboración del Ayuntamiento de Aguaviva y la Comarca del Bajo Aragón, también está declarada Fiesta de Interés Turístico de Aragón. Ambas distinciones hacen que, por mucho que el 28 de agosto caiga entre semana, los visitantes se cuenten por centenares, procedentes de cualquier rincón del Bajo Aragón y también de localidades limítrofes de la provincia de Castellón.
La obra de arte efímero colectiva estuvo concluida sobre las 12:45 horas, con el colofón final en la plaza de una circunferencia que integró las cuatro estaciones, desde las flores primaverales al pelado de los árboles en otoño. Las inscripciones Aiguaviva 2024 y El amor me lo fay fare no podían faltar.El verano se representó con fruta fresca como fresas, melocotones o sandía; el otoño con hojas secas, calabazas, boniatos, castañas o setas; la primavera con flores –esta era la idea original– de todo tipo y cerezas; y el invierno con copos de nieve, belenes, renos y árboles de navidad. No faltaron los altares.
La grandeza de lo efímero
Entre los motivos figuraban fechas clave en el calendario general, y en concreto de Aguaviva, como Reyes, San Antón, Semana Santa, Quintos, las fiestas, San Agustín, la feria o Navidad.
Se trata de una fiesta con gran espectacularidad, singularidad y carácter efímero, ya que únicamente se puede disfrutar durante unas pocas horas. Tras la misa baturra, la procesión difumina los dibujos antes de ir a comer.
El alma máter de la fiesta es David Valencia, digno heredero de su padre, Manuel, de quien cogió el testigo del diseño de los motivos que dan origen a los tapices. Desde el balcón de una casa señorial con vistas a su obra, contempló satisfecho el resultado y se atrevió a desvelar una interioridad. “Como ya dije el año pasado, este año era el de las flores. Pero las musas no llegaban. Estábamos a finales de junio y no lo veía, hasta que un día me sugirieron que lo hiciera con las estaciones, que tenía más tema. Y ahí cambió el chip y en una semana lo tenía todo hecho”, subrayó.
La exigencia este año ha sido máxima, pues “todas las calles han sido complicados menos la calle Alta, que era la más fácil. Todo lo demás ha sido complejillo y esta (señala la que va desde la plaza de España a la calle Larga) ha sido de locos porque solo se repite una sandía y un melocotón”.
En cuanto a la afluencia de gente, consideró que “va a más; es miércoles y mira cómo está todo”. Además, el público es agradecido y lo valora, por lo que “se te cae la baba”. Pero en el fondo, lo que siente Valencia “es decir: ya está, se ha acabado, otro año más que ha salido guay”.
La unión recompensada
La presidenta de la Asociación Cultural Caliu, Rosa Clemente, explicó que estuvieron calcando los diseños el martes hasta las 2 de la mañana y a las 8 del miércoles ya estaban espolvoreando serrín. “Todo el pueblo participa y solo tenemos palabras de agradecimiento. Sin su colaboración no sería posible. Es la viva imagen de una fiesta de unión y hermanamiento”, ensalzó.
Cada alfombra hace 2 metros de ancho y este año se ha utilizado “bastante más serrín que el año pasado porque el artista cada año se supera, nos hace hacer degradados de colores y esto ya es arte puro”, destacó Clemente.
La presidenta agradeció los reconocimientos institucionales que va alcanzando la fiesta, que “recompensan todo este esfuerzo” y suponen “un espaldarazo tremendo” de cara a que las alfombras sean visitadas.
“No esperábamos que viniese tanta gente entre semana”, admitió el voluntario José Martorell, residente en Barcelona y casado con una aguavivana. “Es un orgullo para nosotros que la gente disfrute con las alfombras. Tendríamos que pedirle al cura si puede atrasar un poco la misa para que duren más”, bromeó, consciente que la tradición marca que esta muestra de arte efímero apenas dure un par de horas o tres.
Martorell valoró la implicación de la gente joven, pues los quintos están al pie de cañón y con ello se logra “acabar con más tiempo”. En su caso, su labor es la de suministrar serrín a las calles, “llevándolo de un sitio a otro para que no sobre mucha cantidad”. Incluso apunta “para hacer un cálculo mejor de cara al año siguiente”.
Visitar lo colectivo
“Sin todo el esfuerzo, codo con codo y al unísono, de la gente volcada en las calles desde primera hora de la mañana no sería posible hacer un kilómetro de alfombras en apenas tres horas. Es el valor principal de esta fiesta y lo que merece la pena ver. No solo las alfombras, que es una muestra de arte efímero maravillosa, pero sobre todo vale la pena ver cómo se involucra el pueblo y cómo trabaja junto para hacerlo posible”, dijo el alcalde de Aguaviva, Aitor Clemente, que estuvo acompañado del presidente de la Comarca del Bajo Aragón, José Miguel Celma, y del diputado provincial Miguel Iranzo, entre otras autoridades.
El regidor valoró también los reconocimientos, que “ayudan a poner en valor y a darle el significado que de verdad merece esta fiesta”, y contribuyen a “la tarea de promoción y difusión”. El municipio afronta un Plan de Sostenibilidad Turística del que las alfombras constituyen un puntal. “Estamos arrancando, es lento y costoso pero a final de año empezaremos a ver cosas materializables y en el 2025 se desarrollará el grueso”, concluyó Clemente.
La tradición alfombrista
La celebración de las alfombras tiene lugar en Aguaviva cada 28 de agosto, en conmemoración de los hechos ocurridos en 1475. Según la tradición, un incendio destruyó la iglesia excepto una cruz de plata con una partícula del Lignum Crucis en su interior y tres hostias consagradas pequeñas y una grande, que fueron las que dieron origen al milagro del Santísimo Misterio de la localidad bajoaragonesa.
Esta festividad, recuperada en el año 1989 por la Asociación Cultural Caliu, recoge una tradición muy consolidada en la cual se elaboran unas preciosas alfombras, cuyos tapices tienen aproximadamente un kilómetro de largo por dos metros de ancho, con diferentes dibujos realizados con serrín teñido de varios colores.
De modo que el año que viene se cumplirán 550 años de este hecho y tanto Caliu como David Valencia ya están maquinando los motivos que protagonizarán las alfombras en 2025. Habrá mucha iglesia, mucha religión, fuego y corporales, y se aprovechará para hacer todo un homenaje a esta tradición que tanto emociona a propios y extraños.
Además, está previsto utilizar aplicaciones de ingeniería y arquitectura para controlar mejor la cantidad de serrín que hace falta por calle, pues “haces un montón de sacos y luego de algún color te falta un poco y de otro a lo mejor te sobra”, dijo Rosa Clemente. “Todo lo que sea ayudar, bienvenido sea”, aprobó Valencia.
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