La turolense Fabiola Espelta muestra parte de su enorme colección de belenes de todo el mundo
El establecimiento de Joyería Tena, en la calle Tozal de la capital, acoge una exposición que puede visitarse hasta el próximo 7 de eneroLa Ruta del Belén de Aragón reúne 24 grandes montajes de los que puede disfrutarse en 21 localidades, entre los cuales hay algunos espectaculares como el de los Franciscanos o el de San Pedro, instalado desde hace varios años en la iglesia del Seminario, entre otros.
Pero más allá de esos belenes que reproducen con todo lujo de detalles, construcciones detalladas y cientos de figuras las escenas de la sagrada familia, también existe una gran tradición belenista que mira hacia los pequeños nacimientos, minimalistas, que desde diferentes culturas y sensibilidades artísticas reproducen lo que se denomina el Misterio; el núcleo central del nacimiento formado el buey, la burra y el pesebre, en su concepción original según la tradición que nació en Greccio (Italia) con San Francisco de Asís en el siglo XIII, así como San José y la Virgen María o, en ocasiones, los Reyes Magos, que se incorporaron posteriormente.
Dos interesantes colecciones de nacimientos de este tipo pueden visitarse en el Claustro de la iglesia gótica de San Francisco, de Teruel, y en Joyería Tena, en pleno Tozal turolense.
En esta última exposición pueden verse aproximadamente 120 nacimientos de diferentes países de todos los continentes y culturas del mundo. Pueden visitarse gratuitamente en la segunda planta del establecimiento comercial, y forman parte de la enorme colección, de más de 300 belenes, propiedad de Fabiola Espelta.
Esos belenes recogen la tradición belenística y la tamizan o reinterpretan a través de la cultural del país de origen, que en muchos casos no pertenecen a la tradición católica ni a la europea, donde mas extendida está la tradición del belén navideño. Esto se observa no solo en las figuras, que estéticamente representan elementos icónicos de la cultura a la que pertenecen, sino también en los materiales con los que están realizados, que van de la lana a la miga de pan, pasando por el metal, las calabazas de mate, diferentes tipos de madera u hojas de planta de maíz.
Este exposición se realizó hace ya varios años y en la Navidad de 2022-23 se ha decidido repetir “porque me hace mucha ilusión compartir con la gente estos belenes”, explica Espelta. La coleccionista reconoce que siempre ha sido una gran aficionada a los belenes, “porque desde niña la Navidad me encanta. Es una fecha que siempre me ha encantado vivirla en familia”.
Cuando Fabiola Espelta era niña nunca faltaba un belén en Navidad, aunque fue a partir de casarse, hace 54 años, cuando empezó a comprar pequeños nacimientos y coleccionarlos.
Uno de los primeros que tuvo puede verse expuesto en Joyería Tena y es bien curioso. Está hecho en La India aunque lo compró, hace más de medio siglo, en Teruel. Lo particular es que, en lugar de contar con un buey y una mula, tiene dos vacas, animales sagrados del hinduismo. “Al principio les parecía mal vendérmelo precisamente por eso, pero a mi me encantó ese belén e insistí en que me lo quería llevar”, recuerda Espelta.
Además de los que Fabiola ha comprado, en mercadillos o en los puestos donde Cáritas vende belenes con carácter benéfico, gran parte de su extensa colección procede de regalos que le hace su familia y amigos cuando viajan, en lo que ya se ha convertido en toda una tradición familiar. “Como sabían que me gustan mucho, mis hijos me traían algún belén cuando viajaban al extranjero, y ahora lo hacen mis sobrinas o muchos amigos”.
Entre los nacimientos que pueden verse expuestos, los hay desde los más clásicos, algunos de ellos procedentes de Jerusalén hasta los más conceptuales, como uno original de Belén, en la que José, María y el niño Jesús están tallados en una sola pieza de madera. También destaca uno procedente de Jamaica, en la que las figuras van vestidas con coloridos trajes típicos y los tres Reyes Magos se sustituyen por un trío de cuerda, viento y percusión.
Los hay además de Australia o Kazajistán, país de mayoría musulmana. Hay además de prácticamente todos los países del centro y del sur del continente americano, muchos de ellos adquiridos en los mercadillos solidarios de Cáritas, e incluso un del actual estado de Utah, en Estados Unidos, en la que las figuras están ataviadas con trajes típicos de los indios Navajos. También destaca estéticamente el belén procedente de Nigeria, en el que las figuras llevan también ropas típicas elaboradas con hoja seca de la planta del maíz.
También hay belenes que no han viajado tanto, como algunos representativos de las diferentes Comunidades Autónomas de España o uno hecho en Albarracín en barro.
Uno de los belenes más diminutos, procedente de Sudáfrica, es en realidad una caja de cerillas, mientras que otros, en los que los personajes están pintados sobre cantos rodados, caben en apenas una cajita de madera.
Fabiola Espelta reconoce que le gustan todos por igual y que no puede elegir el más bonito, aunque “los que me han traído mis hijos o me ha regalado mi marido son los que más cariño les tengo”.
Y aunque su colección es de pequeños nacimientos también le gustan los grandes belenes. “Me encantan, y todos los años voy a verlos, el del Asilo, el que ponen en el Seminario o de los Franciscanos, que es muy bonito”, explica. “Incluso alguna vez he ido a Madrid a ver belenes, porque allí también hacen cosas espectaculares. Antes llevaba a mis hijos a verlos, y ahora llevo a mis nietos”.