La celebración del Día de la Candelaria regresa a la iglesia de las Clarisas de Teruel
La tradicional fiesta de los recién nacidos vuelve a llevarse a cabo tras la cancelación del año pasadoLa iglesia del Real Monasterio de Santa Catalina de las hermanas clarisas de la capital turolense reeditó ayer la celebración de la Candelaria, fiesta que recuperó la organización Acción Católica hace más de medio siglo y en la que tradicionalmente se presentan a los nacidos durante el año anterior a la virgen.
Tradicionalmente reúne a los niños nacidos durante el año anterior y sus familias. Debido a la pandemia la celebración del año pasado se suspendió, así que se esperaba una cita multitudinaria porque acogía a los niños nacidos en 2020 y 2021. Sin embargo el temor al contagio se dejó notar y, si hasta 2019 lo habitual era ver entre 150 y 200 personas esa tarde en la iglesia de las Clarisas, ayer apenas se alcanzó esa cifra.
Se esperaba una cita más multitudinaria que nunca ya que debido a la suspensión del pasado año por la pandemia ayer se dieron cita las familias de los niños nacidos en 2021 y en 2020. Si lo habitual es que el Obispo de Teruel y Albarracín, que habitualmente preside el acto, se dirija a una audiencia de entre 100 y 150 personas, ayer eran sobre las trescientas personas las que llenaron la iglesia de las Clarisas.
Ofició el acto el obispo de Teruel y Albarracín, el oscense recién nombrado José Antonio Satué Huerto.
En su homilía recomendó a los fieles afrontar estos días “con tres actitudes”, la de “acoger la vida tal y como viene”, la de “agradecerla como si fuera un tesoro”, y la de “pedir ayuda a Dios en el tránsito de pasar de ser hijo a ser padre”, en referencia a los padres primerizos, “para cuidar la vida como algo precioso, porque los niños lo esperan todo de nosotros”.
Tras su intervención, se realizaron las tradicionales peticiones y los bebés, acompañados por sus padres, fueron pasando para recibir la bendición del obispo, que se realizó sin realizar la señal de la cruz sobre la frente de los pequeños para evitar riesgos de contagio.
Un rito antiguo
La Candelaria es una de las ceremonias más antiguas del rito católico y se remonta al siglo VIII. Aunque rememora la presentación de Jesús en el templo, su tradición se engloba en el ciclo festivo del invierno y es herencia de las Lupercales romanas, que se celebraban en torno al 15 de febrero, asumidas al institucionalizarse el cristianismo en el siglo IV.
Durante la ceremonia, también conocida como las Luces, los asistentes encienden una velas y después van presentado a sus hijos a la bendición del obispo. Acción Católica es la encargada de celebrar cada 2 de febrero esta fiesta, con cierta tradición en Teruel y en muchos otros lugares de España. Conocida con varios nombres, como Presentación del Señor, Purificación de María, fiesta de la Luz o fiesta de las Candelas, en todas sus manifestaciones se representar el acto
por el cual Jesús viene a iluminar
a todos. Donde más arraigo tiene es en Tenerife, donde se relaciona con una aparición mariana a finales del siglo XV, aunque también cuenta con mucha tradición en Andalucía o Extremadura, o en países de habla hispana como México, Perú, Chile, Cuba o El Salvador.
Pero además en la tradición popular el 2 de febrero es un día clave que también guarda relación con la luz. Y es que en esta fecha quedan aproximadamente los mismos días de invierno de los que ya se llevan consumidos. El día comienza a alargar y empieza a ser tiempo de pensar en la siembra, para lo cual los agricultores guardaban en sus casas los cirios que habían usado en la festividad de La Candelaria para atraer los buenos augurios.
Además la tradición popular dice que el tiempo que haga el 2 de febrero permite prever lo que predominará durante el resto del invierno. Según esta tradición, que tiene el equivalente del Día de la Marmota en EE UU, las próximas semanas hará un tiempo benigno si el Día de la Candelaria es frío y cubierto. Así lo recogen refranes como “más vale ver al lobo entre las ovejas que el sol el día de Candelas”. Si hacemos caso a esta tradición, todavía quedan días de frío en el invierno turolense.