José Luis Corral: "La historia nunca es lo que ocurrió, sino lo que alguien nos cuenta que ocurrió"

El relato de una España cuyo nacimiento hay que situar en el año 722, poco después de la ocupación de Táriq bin Ziyad de la mayor parte de la península ibérica, con el inicio de una Reconquista que culminó en 1492 con la caída de Granada, y de cuyo legado seguimos disfrutando hoy en día, es un discurso que quedó grabado a fuego en varias generaciones españolas que estudiaron con la Enciclopedia Álvarez, y que incluso ha ramificado entre las más jóvenes -Rajoy ha manifestado en más de una ocasión que “España es la nación más antigua de Europa”-.

No debería ser de mal español admitir que ese relato es completarmente falso. Primero porque hay que manejar con cuidado términos como pueblo, país, nación o estado, conceptos cuyo significado era muy distinto al actual hace solo unos pocos siglos, por lo que abonan el terreno al presentismo. Pero es que además José Luis Corral, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza y Premio de la Letras Aragonesas 2017 niega la mayor. Con su libro Covadonga. La batalla que nunca fue (Ediciones B) trata de demostrar que allí no ocurrió nada especialmente épico. Por eso en su opinión no tiene sentido situar allí el comienzo de nada, ni de una reconquista “ni de una campaña electoral como la que inició Abascal (Vox) en 2019 apelando a ese espíritu de reconquistar España”.

Con culpa o con dolo

Corral (Daroca, 1957) profundiza con su obra en la tesis de que esas cosas no suelen producirse por error, con culpa pero sin dolo -como los excavadores del templo de Artemisa de Eretria, en Grecia, que lo buscaron durante un siglo a diez kilómetros de donde realmente se encontraba  por confundir un 1 con un 11- sino más bien adrede. Es la diferencia entre una errata y una mentira. “Alfonso III necesitaba una justificación que legitimara el poder leonés en el siglo IX. Y le encargó a su sobrino, el Obispo de Salamanca -Sebastián de Ercávica- que creara un mito fundacional. En las Cronicas de Alfonso III inventó una serie de hechos, el más importante de los cuales fue la batalla de Covadonga”.

Eso no quiere decir que no existiera un caudillo llamado Pelayo o que no hubiera un enfrentamiento militar en Covadonga -investigadores como Ana Echevarría e Iñaki Martín defienden que seguramente allí hubo escaramuzas porque los astures no querían pagar tributo al nuevo poder musulmán-. Pero media un mundo de ahí a la creación de un mito, práctica habitual en política según Corral. “Retorcer la historia e inventarla si es necesario para justificar nuestro presente lo hizo Alfonso III, pero también Franco para legitimar su régimen. Al final y al cabo Covadonga no es la primera batalla que nos hemos inventado. Hay otras como Clavijo o Calatañazor”, afirma. Y estas cosas, como el dinero, no tienen ideología. “También desde la izquierda se hace, cuando algunos ministros actuales hacen un uso torticero de la Memoria Histórica para presentar buenos y malos según su perspectiva actual”.

Entre los argumentos que aporta José Luis Corral para apoyar su tesis destaca el hecho sospechoso de que una gran batalla que presuntamente tuvo lugar en 718 o 722 no aparezca en ninguna crónica cristiana anterior a 883, ya en tiempos de Alfonso III, y que en las crónicas musulmanas -donde sí aparecen derrotas como Las Navas de Tolosa- no se llegue a mencionar jamás. Pero no es el único, y de hecho Covadonga. La batalla que nunca fue es probablemente el primer ensayo sobre historia medieval española que emplea todas las fuentes disponibles en la actualidad. “Menéndez Pidal utilizó las crónicas antiguas, pero no pudo utilizar fuentes materiales ni los análisis de ADN, porque en su época ni se había excavado la necrópolis ni existían los estudios genéticos”. Entre otras cosas, Corral asegura que esos estudios demuestran que hubo solución de continuidad en la transición entre la época visigoda y musulmana. “Es decir, que hubo conquista y ocupación, pero no una invasión violenta”.

Páginas

Corral dedica las 102 páginas finales del libro -un 20% de la obra- a referir las fuentes utilizadas. Seguramente constituye la bibliografía más extensa que existe sobre el tema, cuyo objetivo es demostrar “que todo lo que cuenta el libro está demostrado y asentado por un aparato crítico muy amplio”.

El aragonés dedica un capítulo inicial de su libro a lo que es su tesis bajo la tesis: “La historia nunca es lo que ocurrió, sino lo que nos han contado que ocurrió”. Esto no es una llamada al pirronismo o el excepticismo absoluto sobre todo cuanto nos rodea, sino simplemente una apelación al espíritu crítico. Hay que afrontar la historia sabiendo que nos la cuenta alguien.

El libro de algún modo dignifica el trabajo de la historiografía moderna, lo sitúa en su auténtica complejidad y lo reivindica más allá de su función legitimadora -e ilegítima al mismo tiempo- de tales o cuales ideologías, habitualmente relacionadas con los diferentes nacionalismos. “Imagínate que dentro de 300 años queremos escribir la historia de la España del siglo XXI. Si utilizamos como fuente solo las memorias de Pedro Sánchez, o solo las memorias de Aznar, o solo el periódico El País o solo el periódico La Razón, nos quedará un relato que no contendrá toda la verdad”.

El último libro de José Luis Corral no ha sido transparente a la polémica por desmontar el mito de Covadonga y explicar sus razones. Sin embargo el historiador darocense utiliza a ese respecto una expresión marinera: “Me la traen al pairo las críticas. No las que te ayudan a mejorar, pero sí las otras. Yo puedo debatir con un catedrático de Historia Medieval, con un especialista, con el director de un museo... pero que algunos periodistas que han leído cuatro libros de historia se pongan a discutirme me parece muy atrevido. La ignorancia es muy atrevida”.