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José Antonio Val rescata del olvido la figura del fotógrafo albalatino Ricardo Gárate José Antonio Val rescata del olvido la figura del fotógrafo albalatino Ricardo Gárate
Banda de Música de Albalate del Arzobispo entre 1895 y 1897, en una imagen firmada por Ricardo Gárate de la colección Miguel del Río, reproducida en el artículo

José Antonio Val rescata del olvido la figura del fotógrafo albalatino Ricardo Gárate

El turolense publicó en diferentes revistas editadas en Madrid al menos entre 1899 y 1921
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En octubre de 2019 el investigador y crítico de arte José Antonio Val Lisa publicó Juan José Gárate. Tiempo y memoria (Prensas de la Universidad de Zaragoza), un libro que sintetiza su extensa investigación sobre este pintor turolense. Su estudio desencasilla a Gárate (Albalate, 1869-Madrid, 1939) como mero artista costumbrista y de baturros, fama que le acarreó su cuadro Copla alusiva  (1903) ganador de la Exposición Nacional de Bellas Artes.

Ese trabajo publicado por la Universidad de Zaragoza era necesario para reivindicar la verdadera talla de un artista que, por lo demás, era bien conocido. Sin embargo durante la investigación José Antonio Val, zaragozano descendiente de Albalate, se tropezó con otro autor albalatino que, por el contrario, apenas se conocía hasta ahora.

Se trata de Ricardo Gárate (Albalate, 1865, Madrid, 1949), hermano del pintor que, como fotógrafo, dejó un importante patrimonio visual del Bajo Aragón de finales del XIX y que publicó en las revistas gráficas más prestigiosas del Madrid de las primeras décadas del siglo XX. La investigación de Val sigue abierta porque aún quedan muchos puntos oscuros por esclarecer, pero un artículo que ha publicado en el último número de la revista Rolde de Estudios Aragoneses, el 182-183, supone una certera, prolija y oportuna primera aproximación al autor turolense, de cuya muerte se cumplirá el 75 aniversario el próximo año.

Fotografías

El artículo aporta además numerosas fotografías que realizó Ricardo Gárate, que suponen “un importante patrimonio histórico”, en opinión de Val, porque realizó “retratos, fotos de grupos, paisajes y fotos de patrimonio artístico y arquitectónico, tal y como estaba a finales del siglo XIX”. Tiene imágenes inéditas del retablo mayor de la Iglesia de Híjar, por ejemplo, y numerosas fotos de romerías, fiestas populares “o imágenes muy interesantes, que no han sido publicadas, del Carnaval de Zaragoza en 1899”.
 

Albalate fotografiado por Ricardo Gárate en 1899, reproducida en el artículo y perteneciente a la colección de José Antonio Val


Es material de gran importancia, porque en las últimas décadas del siglo XIX no eran tantas las personas que podían tener una cámara fotográfica, y todavía menos en zonas rurales como Teruel.

Es verdad que no era el único que recorrió la provincia fotografiándola, porque estaban G. Cortés en Calaceite, Joaquín Meseguer en Valderrobres, Librado Canalda en Castelserás, Sebastián Catalá en Valdealgorfa, José Antonio Dosset en Híjar o Frutos Moreno en Teruel entre otros, como recuerda en su artículo Val. Todos ellos publicaron en Miscelánea turolense y crearon un archivo de enorme valor histórico, artístico y patrimonial. Por desgracia, en el caso de Ricardo Gárate se desconoce el paradero de ese archivo fotográfico.

José Antonio Val se está haciendo con una importante colección de fotografías de Gárate, aunque “es muy difícil catalogar una obra de este tipo, porque habrá muchas fotografías suyas en colecciones particulares y no es fácil rastrearlas”. La mayor parte de las imágenes conocidas que publicó Ricardo Gárate vieron la luz a través de revistas Instantánea o Ilustración Española y Americana, o La provincia de Teruel. Además colaboró con Miscelánea turolense, que lo mencionaba como fotógrafo, aunque no publicó imágenes firmadas por Gárate. Y probablemente existan numerosas imágenes suyas que no han salido todavía a la luz. La Guerra Civil cogió a Gárate en Madrid, y con casi toda probabilidad inmortalizó el conflicto con su cámara, aunque todavía no se conocen fotografías firmadas por él de esa época.

Peripecia vital

Con todas las lagunas que por el momento la documentación rastreada por José Antonio Val no permite rellenar, el investigador traza un periplo vital del albalatino que permite hacerse una idea del espíritu emprendedor, inquieto y creativo que debió de tener.

Ricardo Gárate marchó de Albalate a Zaragoza con su madre y hermanos en 1879, cuando tenía 14 años, tras la muerte de su padre en la cantera de alabastro.

Ricardo, al igual que sus hermanos Juan José o Santos, demostró talento como dibujante y artista visual y completó sus estudios de Bellas Artes en la Academia de San Fernando de Madrid, tras lo cual se trasladó a Albalate en 1889, como se sabe por varios dibujos de Juan José firmados y fechados en la localidad. Val especula con la posibilidad de que Ricardo se hiciera con su primera cámara fotográfica durante esa estancia en Madrid, ya que eran muy poco comunes y, en cualquier caso, difíciles de obtener para alguien que, como los Gárate, no pertenecía a la burguesía. Más intrigante es todavía que desde 1890 y en los censos de 1895 a 1899 Ricardo aparece afincado en la casa familiar de Albalate, junto a Santos -José Antonio marchó a Roma a continuar su carrera artística, becado por la Diputación de Teruel-, trabajando ambos como albañiles.

Pulsión creativa

Sea como fuera, la pulsión creativa de Ricardo ya estaba en marcha y en esa época como albañil comenzó a ejercer de fotógrafo. La primera referencia documentada como tal aparece en Miscelánea turolense el 25 de diciembre de 1892. Esa revista se editaba en Madrid como escaparate de Teruel y se nutría con fotografías que le envíaban desde la provincia.
 

 Imagen tomada por Gárate en Albalate entre 1892 y 1899, del archivo Bernad


Entre 1892 y 1900 Ricardo Gárate envió numerosas fotografías, y a partir de ese año ya no aparecerá en el censo de Albalate. “Mi teoría, pero es solo una teoría que no está apoyada por documentació, es que en un momento que no conocemos de principios del siglo XX, gracias a la relación fraguada con Domingo Gascón, Ricardo se decide a marchar a Madrid para profesionalizarse y dedicarse a la fotografía”, explica Val. “Que fuera Domingo Gascón quien le sugiriera la posibilidad explicaría que no se marchara a Zaragoza”.

Aunque Val sospecha que desde 1901 Enrique Gárate ya está viviendo en Madrid, en la calle Torrecilla del Leal, el primer censo oficial que lo sitúa en la capital es muy posterior, de 1920, en el como profesión figura “fotógrafo eventual en Bellas Artes”, “algo que no deja demasiado claro a qué se dedica”. Sin embargo años antes, en 1913, el crítico Francisco Alcántara se había referido a él como “fotógrafo reputadísimo y amigo de los pintores”. Otra referencia documental anterior que lo sitúa en Madrid es de 1911, “cuando aparece en las guías de Madrid como fotógrafo operador, con estudio propio”, explica Val.

Divulgación

Su cámara fue una de las grandes divulgadoras de la obra de su hermano José Antonio en muchas revistas de la época, al mismo tiempo que participaba en concursos, exposiciones y publicaba en prensa ilustrada del momento.   

La Guerra Civil sorprendió a los Gárate en Madrid. La Junta Nacional de Defensa elaboró fichas de los fotógrafos con el fin de controlar su actividad en la capital. La práctica profesional exigía la tenencia del carnet autorizado, y lo más curioso del de Ricardo Gárate, sellado el 2 de enero de 1937 y que se conserva en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, es que reseña que no trabaja “en ningún sitio en particular”. “Pero si eso era cierto... ¿por qué necesitaba Gárate el carnet?”, se pregunta el investigador.

Su teoría, en la que se encuentra investigado actualmente, es que quizá Gárate pidiera trabajo a Félix Albero Trullén, otro albalatino, fotógrafo muy conocido durante la Guerra Civil. “Durante la guerra creó la agencia fotográfica Albero-Segovia con otro socio de Madrid -Francisco Segovia García-... Aunque en ese momento Gárate ya no era fotógrafo de prensa, mi teoría es que pidió trabajo a su paisano en esa agencia”.
 

Óleo de Ricardo Gárate, pintado por su hermano Juan José. Ángel Duerto


Val está buscando respaldo documental pero no es sencillo. De entrada porque las fotografías comenzaron a escasear -el precio de las tarjetas postales se quintuplicó en once meses, de 7 a 34 pesetas, y en 1937 un fotógrafo solo  podía consumir doscientas placas fotográficas a la semana-. En 1938 se terminó el papel en Madrid y dejó de salir prensa, y entre 1936 y 1937 “no he encontrado ninguna foto firmada por Gárate, quizá porque, trabajara o no para ellos, todas las fotos de la agencia de Albero Trullén iban firmadas como Albero-Segovia”, así que no se puede conocer su autoría exacta.

Últimos años

Otro vacío documental que José Antonio Val trabaja en rellenar es que el que se refiere a los diez últimos años de vida de Ricardo Gárate, entre el fin de la guerra y su muerte en 1949.”Aunque sabemos que vivió en Madrid y murió allí, no hay ninguna información sobre a qué se dedica, ni si siguió haciendo fotos”, en prensa, bellas artes o fotografía decorativa, “que había trabajado durante los años 20”.

Lo cierto es que Ricardo Gárate pertenecía en 1936 a UGT y su hermano José Antonio, con quien mantenía una relación tan estrecha, solicitó en 1937 el ingreso en el Sindicato Unido de Técnicos de CNT. Existe pues la posibilidad de que esos antecedentes y su posible trabajo para la prensa republicana madrileña durante la guerra, de la que no hay constancia gráfica, le acarreara represalias impidiéndole ejercer su oficio con Franco en el poder, pero por el momento esa hipótesis no se puede contrastar.

Quedan muchas cosas aún por conocer de Ricardo Gárate, aunque José Antonio Val lo ha rescatado definitivamente del olvido. Su investigación continúa y sigue sacando a la luz fotografías suyas. “Por el momento no se conocen más de 60”, asegura Val, que tiene en su colección particular 35 copias de negativos de Gárate, “la mayoría de la provincia de Teruel y alguna de Zaragoza”. “Sé que existen un par de colecciones particulares con fotografías firmadas por él, que reproducen cuadros de su hermano”, explica, pero probablemente quedan  muchas más por descubrir, algunas del patrimonio histórico turolense que desapareció con la Guerra Civil y otras, quién sabe, tomadas por el albalatino durante la propia contienda bélica.

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