Jesús: “Tenía claro desde el principio que el cerdo tenía que ser protagonista”
El subcampeón de MasterChef Junior confeccionó él solo el menú de la finalJesús San Roque se ha tenido que acostumbrar a ser un personaje famoso en Calamocha tras su paso triunfal por la décima edición de MasterChef Junior. El calamochino de 12 años de edad se quedó a un paso de la victoria y, tras una titánica final en la que apostó por la cocina tradicional y los productos típicos de la capital del Jiloca para confeccionar su menú, se tuvo que conformar con el subcampeonato.
Para Jesús, su paso por el programa ha sido una “experiencia chulísima” que va a “ llevar siempre en el corazón porque es un recuerdo súper bonito”. Su participación en el talent show culinario le ha reportado una amplia cantidad de experiencias pero, sobre todo, un estrecho grupo de nuevos amigos. “Lo que más me ha gustado de ahí, pues ha sido conocer a todos los famosos y los celebrity y cocineros que han venido a visitarnos”, recordó, además, el joven cocinero.
Jesús permaneció en la residencia de MasterChef Junior las seis semanas del concurso. Para él, allí el día a día “era perfecto”. “Los lunes te levantabas y te ibas a desayunar. Luego te ibas con todos los amigos a grabar. Y entre descansos, cocinando (...) porque estábamos todo el día juntos y formamos una pequeña familia. Lo pasamos genial. Luego regresábamos y teníamos que estar descansados para irnos a viajar a la prueba de exteriores. Grabábamos allí y regresamos. Luego ya el jueves tocaba descanso y el viernes era la prueba de eliminación. Y el sábado teníamos clase de cocina”, relató el participante calamochino, que reconocía su sorpresa por la cantidad de trabajo que lleva detrás la grabación de cada programa.
Jesús San Roque terminó segundo clasificado en un programa con 16 concursantes a los que el calamochino no se refiere como contrincantes, ni siquiera como compañeros, sino que habla de ellos como sus “amigos”. “Competir, competíamos, naturalmente, pero amigos hemos sido siempre. Nos llevamos todos muy bien con todos. Seguimos charlando, hacemos videollamadas siempre que podemos, hablamos, nos contamos nuestras vidas y pues siempre que podemos nos llamamos”, dijo San Roque.
Programa a programa
Imitando, seguramente sin pretenderlo, la filosofía del entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone, de ir “partido a partido”, Jesús San Roque no se preocupó de llegar a la final hasta el último momento. “Yo dije: no me voy a centrar en el futuro. Me voy a centrar en lo que estoy haciendo ahora. Y fui cocinando y, claro, yo iba diciendo que si iba pasando o si iba a pasara pasar (al siguiente programa o a la final). Yo jamás me centré en un futuro. Siempre me centré en lo que estaba haciendo en ese momento. Y yo dije, pues ya iré pasando y si no, pues también. Pero jamás tuve un objetivo”, explicó el chef.
Los telespectadores vieron desde el sofá de sus casas a Jesús como un serio candidato a finalista desde sus primeras incursiones en las cocinas del programa. y no extrañó a nadie que fuera superando cada una de las pruebas, ya fuera desde la galería de los concursantes que se aseguraban una semana más en competición o desde los fogones de la prueba de eliminación. Siempre con una sonrisa y entonando canciones de Marisol, Jesús fue superando etapas sin estridencias y cocinando con seriedad y criterio.
El menú de la final
Jesús preparó para la prueba final, el duelo contra Loreto, un meditado menú en el que combinó con maestría la tradición gastronómica de Calamocha y el Jiloca con la alta cocina de vanguardia en una serie de elaboraciones que emocionó incluso a Daviz Muñoz, que había revalidado su título de mejor cocinero del mundo.
Así, la propuesta presentada por el calamochino consistió en una reinterpretación de las tradicionales migas que bautizó como “Mi favorito” y que acompañó de uvas a la plancha y un huevo a baja temperatura. El plato principal combinó dos productos típicos de su tierra en una elaboración que, bajo el nombre de “Mi éxito”, constaba de unas manitas guisadas y bacalao confitado con un pil-pil. Para cerrar un menú redondo, San Roque apostó por una salsa de chocolate blanco con raviolis de cereza y shots de vainilla que emocionó a Daviz Muñoz y que el joven cocinero dedicó a su familia.
Para confeccionar una propuesta tan arriesgada, Jesús contó con los consejos de Jesús, del catering local Selección Fidalgo. “Él nos mandó por correo electrónico varias ideas de propuestas de menús, que luego Jesús allí decidió la que más le gustaba y todo le iba memorizando paso a paso, como a ver, él había hecho migas en casa con su padre, pero pues leyendo un poco cómo hacerlo y todo, pero no es un menú que Jesús hubiera cocinado antes”, explicó Marta, la madre del concursante.
“Que el cerdo tenía que ser protagonista lo tenía claro desde el principio. Y no solo el cerdo, sino también esos productos de mi tierra, o sea, los platos en sí, porque las migas eran comida de supervivencia de nuestros abuelos. Y eso también es muy típico de mi tierra, porque también llevan panceta, chorizo y, claro, eso viene del cerdo y también tenía que incluirlo. Luego, también las manitas también venían del cerdo. Y el bacalao, que también es muy típico aquí. Pues eso yo quería homenajear a mi tierra”, recordó Jesús.
Sin embargo, el plato que sorprendió al jurado fue el postre. “Yo creo que el que mejor me quedó. El postre lo bordé”, reconoció sin pudor el concursante. “Vi las ideas que me mandó Javi e intenté combinarlas para que quedara un postre bonito”, señaló. “El paso más delicado fue el de los rabioles de cereza que hice porque eso había que bañarlo en la gelatina y procurar que no se te rompiera. Tenía que estar muy bonito y muy delicado porque eso por dentro ya es líquido y hay que ser muy cuidadoso para que no se rompa”, analizó.
Salto a la fama
“Pensaba que iba a reventar si no lo contaba”, resumió el concursante en referencia a las semanas en las que se emitía el concurso, casi dos meses después de la grabación del programa. La cláusula de confidencialidad que firman los concursantes blinda el secreto del desenlace de cada capítulo del concurso y, por supuesto, del desenlace final. “Guardártelo ahí es duro”, reconoció, mientras que sus compañeros de instituto le atosigaban a preguntas. “La gente tenía que entender que yo no podía decir nada”, sentenció.
El adelanto por parte de la televisión pública de la emisión de los últimos programas cogió a pie cambiado a la familia de Jesús. “Nos pilló en Baqueira y la tuvimos que ver allí, claro. Ya las preguntas y todo el tutum revolutum vino cuando lleguemos. Nos fuimos de vacaciones desde Nochevieja hasta Reyes a Baqueira porque teníamos programadas así las vacaciones desde hacía meses y porque no sabíamos claro cuándo iba a ser la emisión y pues allí nos pilló el quinto y el sexto programa. Estábamos los cuatro en Baqueira y pues allí lo vimos. El día después, el día de reyes, volvimos por la tarde a Calamocha y allí fue la locura. En baqueira estábamos en un hotel allí. Lo reconocieron y en las pistas cuando parábamos a comer se tenía que hacer fotos con algún niño que se le quedaba mirando y le daba vergüenza acercarse”, recordó la madre.
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