Jesús Puerto, técnico de sonido y ex guitarrista de los Tronwel's y El Maquinista de la General: “Gracias a la música viví aventuras por los pueblos que ningún chaval de Teruel de 16 años había tenido”
El turolense será uno de los músicos que el domingo ofrezcan en el Torico un concierto histórico en homenaje a la música que se hizo en los años 60 y 70Dentro del programa previsto en las Fiestas del Ángel la plaza del Torico acogerá un concierto este domingo, a las 19 horas, que promete ser tan memorable como lo fue aquel del 15 de septiembre de 2007 en homenaje a José Luis Ibarzo Goli. Será el colofón a la presentación del libro póstumo Yo tuve un conjunto de Miguel Ángel Forner Canijo, y servirá para recordar a todos los músicos que ya no están entre nosotros y que nos enseñaron lo que era vivir el rock and roll en la carretera durante los años 60, 70 y 80.
Actuarán los miembros que quedan en activo de cuatro bandas históricas: The Tronwel’s (Jesús Puerto y Kiko Forner), Los Centauros (al completo, con Pablo Covaleda, Julio Villagrasa, Pedro Muñoz y Javier Navarro), Chakal (Alfonso Almazán y Jesús Bellido) y Oldies (Miguel Ángel Labrador, Pedro Contamina y Tomás Moya), junto a otros músicos invitados que completarán las formaciones. Va a ser un fiestón.
-Va a ser casi como volver a los 60 y los 70...
-Tocaremos cuatro de aquellas bandas, aunque obviamente no estaremos todos los que formábamos parte del grupo. En nuestro caso, por ejemplo, de Los Tronwel's solo estaremos Kiko Forner y yo, que además tocaré el bajo en lugar de la guitarra, así que les hemos pedido a Mari Carmen Torres, José Vicente Valero y Tere Muñoz que nos echen una mano. Y en el resto de bandas pasa lo mismo.
-¿Seguían ensayando de forma habitual, o habían colgado definitivamente el instrumento y han tenido que ponerse al día?
-Desde la década de los 90 prácticamente todos los conjuntos que había desaparecieron. A raíz del concierto homenaje al Goli en 2007, que se me ocurrió un poco por casualidad, regresaron todos y volvió la afición. Renovaron material, buscaron locales de ensayos, y ahora sí que hay un montón de grupos ensayando habitualmente, habrá como 10 o 14. Lo que pasa es que no hemos querido hacer que este concierto fuera una especie de Jam On Fest 2, contando con los grupos actuales de Teruel, porque queríamos rendir homenaje a la música de los 60 y los 70, de la época de Canijo. Desgraciadamente hay muchos compañeros que no están, como el propio Canijo, Salvador Álvarez, Modesto Linares... muchas, muchas personas de esa época. Queremos recordarles, con alegría pero recordarles.
-¿Usted en particular seguía tocando?
-Yo volví a tocar con Kiko para el concierto de 2007, pero por motivos labores me es imposible tocar. Tengo un trío con Pascual Julve y Eduardo Pizarro que tocamos boleros, rancheras y bossa, en plan para divertirnos. Nos llamamos Los Tres Nicanores, así que imagínate tú el nivel.
-¿Ha tenido ocasión de leer u hojear 'Yo tuve un conjunto', el libro de Canijo.
-Me regaló un borrador cuando él todavía vivía. Es un libro casi obligatorio para todos los turolenses, vivieran o no esa época, les guste o no la música, porque es la historia reciente de Teruel. Y las fotografías son estupendas. Únicas.
-Usted protagoniza un montón de anécdotas en ese libro... ¿en serio fue excomulgado en Aliaga?
-Es que la comisión de fiestas hizo verbena Jueves Santo y Viernes Santo, y la costumbre es que no hubiera discoteca ni música en los bares. Eso sería a finales de los setenta. Nosotros tocamos y el cura se enfadó mucho y pidió la excomunión para la comisión y para los músicos... pero ya no sé como quedó.
-Y con la Guardia Civil también han tenido problemas...
-Es que cuando empezamos con Los Tronwel's en 1967 yo tenía 16 años, Goli 14, y Kiko 12, que todavía iba con pantalón corto. Fuimos a Villaspesa, tocamos, y los que había ido toda la vida a tocar al pueblo, con la trompeta, el acordeón y tal, nos denunciaron. Llego la Guardia Civil, paró el baile y dijo que tenía que suspenderse. Pero el alcalde, que era un alcalde de los de Zalamea, no como los de ahora, dijo que el baile seguía, y siguió. Pero el lunes tuvimos que ir al gobernador civil el alcalde y los tres músicos, y allí nos puso firmes. Pero no fue a más. Me acuerdo mucho de lo bien que nos trataron en Villaspesa y lo valiente que fue su alcalde.
-Serán un millón de anécdotas... ¿como recuerda aquella época?
-Muy divertida. Las fiestas se vivían de diferente forma. Si las fiestas del pueblo duraban cinco días, el grupo de música estaba los cinco días en el pueblo. No había pensiones y entonces los quintos se repartían y cada uno se llevaba un músico a vivir a su casa. Comías con el alcalde, el cura y el cabo de la Guardia Civil... Ahora es distinto porque la orquesta llega, monta, toca, desmonta, se va, y no habla con nadie del pueblo, y al día siguiente llega otra distinta.
-Pero un músico necesitaba tener cinco días libres para ir a las fiestas de un pueblo porque no iba a salir de allí en ese tiempo...
-Sí, así es. Era otra forma de hacer las cosas.
-¿Se ganaban perricas?
-Ganábamos mucho dinero, en proporción a cómo estaban los sueldos. Lo que pasa es que el instrumental era muchísimo más caro que ahora. Nosotros en 1970 íbamos a la Sala de Utrillas todos los domingos. Cobrábamos 3.000 pesetas para los cuatro, y el taxista se llevaba 1.000. Así que nos quedaban 500 pesetas a cada uno. Pero un guitarra eléctrica Fender valía 32.000 pesetas, y un micrófono valía 20.000 pesetas. Tenías que hacer 64 conciertos para pagar una guitarra.
-Y seguramente el material sería más precario...
-Mucho. Había unos altavoces enormes, que llenabas una furgoneta solo con un altavoz y encima no sonaba. Llegabas al pueblo y el lucero, que era el que se encargaba de la luz del pueblo, se subía a la palomilla de la luz con el cable, lo enganchaba y a funcionar. Ni toma de tierra, ni seguridad ni leches. Y cuando no había escenario se juntaban dos remolques, se barría el ciemo y ya lo tenías. Era todo así, El viaje a ninguna parte, pero tenía su encanto.
-¿Es verdad que los músicos ligaban sin conocimiento?
-Cada grupo tenía un ligón.
-¿Y en Los Tronwel's quién era?
-Kiko Forner, que rompía corazones. En el Klan Luwy el guapo era Pepe Rueda, pero el que ligaba era Canijo porque le echaba morro. Los baterías siempre han ligado mucho. Y la norma era que el que ligaba no desmontaba ni cargaba instrumentos y equipo, pero la condición es que luego tenía que contarlo.
-¿Qué es lo mejor que recuerda como músico?
-Mi primer concierto fue ese de Villaspesa cuando nos denunciaron, y en el segundo fuimos a un pueblo de la sierra cuyo ayuntamiento nos había contratado. El del bar nos dijo que fuéramos luego al salón a tocar. Y nunca llegamos a cobrar. Pero ese día aprendimos y desde entonces lo primero que hacíamos al llegar a un sitio era preguntar dónde se cenaba y quién pagaba. Lo que quiero decir es que con 16 años vivías unas cosas, una aventuras, que ningún otro chaval de nuestra edad vivía.
-¿Y lo malo? Porque seguro que había una cara b...
-Bueno, te tocaba ir los cuatro metidos en un taxi de aquí para allá, en invierno con nieve, tocabas en trinquetes con un frío tremendo... pero cuando tienes 16 años todo se pasa.
-¿La música fue la que le llevó al mundo del sonido, al que se ha dedicado toda la vida?
-Así es. Yo iba con el grupo El Maquinista de la General, compramos un equipo de sonido grande y nadie se quiso hacer cargo así que yo me encargué de llevar la mesa. Y un día uno de los Fabre se fue a esquiar y me pidió que hiciera un acto del PSOE en el Marín. Yo lo hice, me gustó, y empecé a hacer cosas, a comprar equipo, y hasta ahora. Eso fue en el 82. Yo soy maestro de profesión y no he hecho carreras técnicas de electrónica o sonido, así que soy autodidacta del todo.
-Ahora existen programas informáticos y equipos bastante asequibles que permiten que casi cualquiera que sepa pulsar botones pueda convertirse en productor musical. ¿Eso ha depauperado el oficio?
-El problema es que ahora cualquiera con un móvil maneja la mesa del sonido, y eso te hace creer que sabes hacerlo, y no siempre es así. Yo a todo el que le guste esta carrera le recomiendo tres cosas que tengo muy claras. Inglés, totalmente imprescindible; tener don de gentes y empatizar con todo el mundo; y lo más importante, que tenga cultura musical. Un técnico o productor musical tiene que saber a qué suena el gregoriano, cómo suena el rockabillie, cómo suena el heavy, el rap... aunque no todos los géneros te gusten tienes que haberlos escuchado mucho para saber cómo tienen que sonar. Técnicos mejores que yo habrá 5.000 y como yo 50.000, pero la ventaja con la que he contado es que siempre he tenido muy claro cómo tiene que sonar cada música. Esa cultura musical es importantísima.
-Usted ha puesto el sonido en mil sitios, en la boda de Ronaldo en Ibiza, en septiembre de 2023, por ejemplo...
-Me llamaron desde Madrid y me gastaron una jugarreta, porque me dijeron que me fuera con un técnico de Teruel y me proporcionarían dos de Madrid. Iban cuatro de vídeo, cuatro de luces, pero de sonido no apareció nadie. Así que montamos y nos tocó hacer la entrada de invitados, la ceremonia, el coctel con un grupo flamenco, la cena con un cuarteto vocal y después un grupo indie brasileño... fue un auténtico maratón.
-¿En qué otros lugares peculiares ha trabajado?
-Es que son muchos... Phoenix, Punta Cana, Berlín, Londres... gracias a mi oficio me he recorrido medio mundo. Recuerdo en una recepción que se hacía tradicionalmente en Berlín a cada primer ministro británico. En una ocasión estaba John Major y me habían dicho que había que ponerle un micro de corbata. Pero él parecía empeñado en hablar por el micrófono del atril. Total que empezamos a discutir el que me hacía de intérprete de inglés y yo. Yo le insistía en que si nos habían dicho que le pusiéramos micro de corbata se lo tenía que poner y punto, y el intérprete me decía que era el primer ministro británico y podía hacer lo que quisiera. Resulta que John Major llevaba toda su vida veraneando en España, habla español y estaba entendiendo toda nuestra conversación. Y como vio que la cosa se ponía fea cogió el micro de corbata y él mismo se lo puso. Cuando acabó el acto, paso junto a la mesa de sonido, me sonrió y me hizo un gesto de ok con el dedo, señalando el micrófono.
-Hay algo que no entiendo... Aunque usted sea un gran técnico de sonido...
-No, no, no... eso es una leyenda urbana que se cuenta por Teruel (risas).
-Bueno, lo que sea... pero por bueno que usted sea, llevar a un técnico de Teruel a Estados Unidos, Inglaterra o Tenerife cuesta dinero, y en todos esos lugares hay técnicos y empresas locales...
-A los de Teruel se nos aprecia porque trabajamos bien desde la precariedad y desde la falta de medios. Vas a Madrid y tienes la empresa grande que sonoriza a Maná cuando viene a España y la empresa pequeña que hace un bolo de hotel. En Teruel a mí me ha tocado trabajar con televisión local, teatro, los Medievales, jotas, la muestra de folclore, rock... te toca hacer todo tipo de trabajos, grandes y pequeños. La primera vez que fui a Miami allí estaban los de descargaban, los que montaban, los que cableaban, los que hacían sonar el equipo... En España lo hacemos todo nosotros, y en Teruel además estamos acostumbrados a trabajar con pocos medios, bajo presión y sabiendo solucionar los problemas que van surgiendo nosotros mismos. Yo acabo de volver de Tenerife en un acto de la ONCE, la semana que viene vamos a Palma de Mallorca, la anterior estuvimos en Vitoria y la anterior en Gerona. En todas esas ciudades hay empresas de sonido, pero el que prepara una gira prefiere contar con gente con la que ya ha trabajado y que sabe que funciona bien y no le va a fallar. Aunque tenga que traerlo desde lejos.