Herrumbre y madera vieja, la sugerente sustancia del toro imaginado por Juan Iranzo
El artista cellano muestra veinte de sus esculturas más personales en Los Alfares de TeruelLa sala de exposiciones de Los Alfares acoge desde ayer martes la exposición El toro imaginario, de escultura en hierro y madera del turolense Juan Iranzo. La muestra podrá visitarse durante todos los fines de semana de junio y de julio -excepto el 9 y 10 de julio, en Vaquilla-, de 11.30 a 14 y de 17 a 19.30 horas los sábados y de 11.30 a 14 horas los domingos.
Esta muestra está formada por aproximadamente una veintena de piezas pertenecientes al proyecto artístico El toro imaginario, entre ellas alguna de las primeras que realizó, hace más de diez años, y alguna de las más recientes, como Guitarra caballo de 2021. Este proyecto es bien conocido en Teruel y en buena parte de España, por donde ha girado desde 2011 en lugares como Jerez, Madrid o Logroño, y es muy característico en la escultura de Juan Iranzo, más conocido quizá por sus trabajos de ilustración y cartelería, con la utilización de materiales de reciclaje, como hierro y chapa usada, madera vieja y cordel de cáñamo. Incluso en algunas de las piezas, las más figurativas como Mayoral o Picador, se adivina en el volumen el peculiar estilo de la ilustración de Iranzo, que huye del realismo para favorecer la construcción de un universo estético persona y muy reconocible.
Tauromaquia
El toro imaginario explora uno de los principales iconos creativos del artista cellano, el toro y la tauromaquia, desde un punto de vista no figurativo y muy personal, con materiales sin pulir ni refinar, con la madera en basto, preferentemente de encina, y el metal doblado a mano y recubierto, en muchos casos, de óxido. Son pequeñas figuras que se reducen a la esencia de lo que el toro representa para Iranzo; una parte importante del imaginario popular de la península ibérica, con sabor a monte, a tradición y a cultura ancestral. Las piezas no tratan de representar el toro en su naturaleza, sino en su esencia. “Recrea el mundo del toro tal y como cada uno lo imagina, a partir de abstracciones” que el espectador reconstruye en su cabeza, según explica Iranzo. “Me gusta que las piezas dejen un amplio recorrido por delante para que el espectador las interprete a su manera, según sus sensaciones e incluso según sus prejuicios”. En ese sentido muchas de las piezas de Juan Iranzo -tanto de El toro imaginario como de otras series diferentes- recuerda poderosamente a la estética del escultor Eleuterio Blasco Ferrer.
El toro imaginario es un proyecto escultórico que nació en 2011 con siete piezas, que fueron expuestas por primera vez en los escaparates de Caja Rural en Teruel, y que desde entonces no ha dejado de crecer. Está formada por varias series diferenciadas; por un lado Minotauros, que sugiere formas antropomórficas; Toros y flamenco, que entronca ambas tradiciones en forma de guitarras que se convierten en toros, caballos o personas, y La lidia, la más figurativa de las tres, en las que el toro cuadrúpedo aparece en escenas inspiradas en los tres tercios de la lidia, la suerte de varas, las banderillas y la estocada.
En Los Alfares puede verse una mezcla de todas las series, aunque no se exponen todas las piezas que existen, sino una veintena. “Estudié el espacio cuidadosamente y seleccioné las obras para exponer en función de eso, llevando las que cabían y las que mejor se adaptaban a él”, explica Iranzo, para quien la recientemente inaugurada sala de exposiciones “es un lugar magnífico, muy sugerente, que además es muy apropiado con la estética que a mi me gusta, de madera vieja, hierro y materiales reciclados”.
La serie El toro imaginado sigue creciendo más de diez años después de su creación. Caballo guitarra es una de las últimas a las que dio forma Juan Iranzo, el año pasado, y la más reciente de las que pueden verse en la exposición de Los Alfares. Algunas de las piezas de la serie son encargos de clientes y aficionados a la escultura o la tauromaquia, “y la gran mayoría piezas que hago porque me apetece seguir explorando esa línea”. De hecho en la década que lleva conformándose el proyecto no se observa demasiada evolución entre las primeras piezas y las últimas. Según el artista, “la estética y los conceptos representados siguen siendo los mismos porque me interesa mantenerlos. Quizá hay alguna algo más recargada de materiales”, con la inclusión de hilo de cáñamo, por ejemplo, “pero soy bastante fiel a las formas y al pequeño tamaño de las esculturas”, afirma un Iranzo que admite que “cuando hago piezas más grandes no suelo reconocerme bien en ellas”.
Una de las piezas que pueden verse en la exposición, Toro desafiante, es al mismo tiempo una de las primeras que vieron la luz, entre 2010 y 2011, y una de las favoritas del creador. “Simula la cabeza de un toro cuando da la cara, el gesto en el que te levanta la cabeza y te está avisando de que va a arrancarse... es una de mis preferidas porque me sugiere muchísimas cosas”.
En la exposición también pueden verse todas las piezas que corresponden a la serie de Minotauros, que juega con la ambigüedad entre el hombre y el toro. Desde El encierro, una de las más conocidas, en la que dos bueyes y dos toros se mueven con violencia camino del corral, en una carrera coreográfica que recuerda al fuego o al viento sobre la vegetación; o El Ángel Custodio, en una alegoría a Teruel y a su festejo popular taurino del toro de soga.
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