Gonzalo Montón, cofundador de la revista Cabiria: “En los años 20 está todo lo que después hemos visto en el cine contemporáneo”
Montón empezó a enamorarse de Chomón cuando llegó al instituto turolense que lleva su nombreGonzalo Montón es profesor de Secundaria, fotógrafo, cinéfilo, uno de los fundadores de la revista de cine Cabiria y, de vez en cuando, interpreta a Segundo de Chomón en recreaciones modernistas o charlas sobre la figura de cineasta. Pese a que no se considera actor, ha estudiado tanto y tan a fondo la obra del cineasta que no resulta difícil meterse en su piel, especialmente para alguien que nunca desaprovecha una ocasión para enseñar y explicar el alcance del turolense ilustre.
-¿Segundo de Chomón es ya una figura lo suficientemente reconocida como para celebrar el aniversario de su nacimiento, o este hecho debe servir precisamente para incidir en que siga divulgándose?
-Es verdad que de un tiempo a estar parte está siendo cada vez más conocido, gracias a personas como Javier Millán o Paco Martín, que fueron los primeros que empezaron a divulgarla en Teruel, al Instituto que lleva su nombre, a la asignatura de Cultura Audiovisual que imparten Juan Villalba o Aurora Cruzado... Pero todo lo que se haga será siempre poco, porque Chomón era un genio y, pese a que desarrolló su actividad fuera de Teruel, nació aquí y tenemos que reivindicarlo. Al menos ya empieza a conocerse, porque antes de los años 70, cuando Pascual Cebollada y otros compañeros colocaron la placa en su casa natal, apenas se conocía fuera de los círculos del cine.
-¿Qué factores han hecho que la figura de Segundo de Chomón no sea todo lo conocida que quizá merezca?
-Son muchos elementos... En primer lugar hay que reconocer que el cine primitivo y el cine mudo, en general, nos es muy lejano al espectador. Y además se desconocen muchas cosas porque hasta 1908 las películas no se alquilaban sino que se vendían y no se guardaba ningún archivo, así que para recuperarlas y estudiarlas necesitas dar con una copia privada en buen estado. Además en aquella época las películas no llevaban créditos, solo la productora, el título y poco más. Apenas se le daba importancia a la autoría, así que en muchos casos solo puedes saber que determinada persona ha participado, actuado o dirigido una película por referencias externas, normalmente en prensa de la época. En ese sentido tú puedes saber que tal película ganó un premio, porque lo pone en un periódico de la época, pero no tener ni una copia de esa película ni ningún dato sobre ella más allá de lo que se publicó en prensa.
Otro elemento importante es que aunque Chomón rodó cortos y películas, desarrolló la mayor parte de su trabajo como colaborador, ayudante de dirección, técnico de trucaje o de fotografía... Desarrolló muchos elementos nuevos, pero digamos que no tiene una obra extensa suya propia, sino que son películas de otros directores. Y como cuarto factor tampoco hay que olvidar que falleción bastante joven, a los 58 años.
-Hay quien dice que es usted la persona que más ama a Segundo de Chomón...
-(Risas) Es posible que sea quien más lo ama, pero no el que más sabe sobre él. He leído muchísimo sobre Chomón, cosas escritas de gente que sí lo conoce en profundidad, como Millán, Paco Martín, Cebollada... Cuando empecé a dar clase en el Instituto Segundo de Chomón, en 1994 se organizaban charlas y proyecciones, que habían comenzado antes desde la época de AnimaTeruel y el Festival de Cine de Teruel, y empecé a aprender muchísimo. Pascual Cebollada llegaba con sus latas de películas y con un proyector de 16 mm que manejaba Fernando Vicente Redón, veíamos El hotel eléctrico o La gallina de los huevos de oro. Hasta la digitalización y la llegada de internet, las copias de las películas antiguas eran muy escasas y no era nada fácil verlas. Recuerdo en una ocasión a Pascual Cebollada, en 1998, que trajo unas películas y me dijo que hiciera copias. Las hice proyectándolas en el Cine Maravillas y grabándolas con una cámara VHS. Te puedes imaginar la calidad que tienen, pero yo las tenía en muchísimo valor, y de hecho todavía las conservo, junto a otro material en VHS que tengo guardado en cajas.
También recuerdo el Travellin de Chomón, una aplicación interactiva que hicimos en 2007 con música de Juanjo Aguirre para distribuir por los centros educativos, en la que utilizábamos a Chomón para explicar los orígenes del cine. En esa ocasión sí que usamos copias de calidad de la Filmoteca de Catalunya, que es la que dedica dinero a conservar este patrimonio. Creo que sería buena idea, con motivo de este 150 aniversario, recuperar esa aplicación y distribuirla en lápices de memoria.
-Ha mencionado el IES Segundo de Chomón... ¿Ya se llamaba así cuando llegó usted?
-Sí, sí, se había bautizado un par de años antes, por iniciativa de otros profesores, como Rafa Esteban, Fernando Muñoz y alguno más. Al principio se llama sencillamente Instituto Politécnico, y cuando se decidió cambiar se propusieron varios nombres, entre ellos el de Chomón con documentación de Cebollada.
-Y allí fue donde comenzó su pasión por Chomón...
-Allí comenzó mi afición por el cine antiguo, y por Chomón, claro. Antes veía muchísimo cine, pero cine más actual, moderno. Y sin embargo descubrí que el cine primitivo es un mundo apasionante. Y que allí está todo, están todas las bases del cine que vemos ahora. En los años 20 no todo eran trucos, ya se empezaba a mover la cámara, con el trávelin pero también con cambios de plano. De una manera muy sencilla y rudimentaria, pero era la base del lenguaje cinematográfico que hoy todos conocemos.
-Por si fuera poco, usted ha interpretado al propio Segundo de Chomón en recreaciones modernistas y algunas presentaciones...
-La verdad es que soy muy mal actor, porque yo soy más de estar detrás de la cámara y sé lo difícil que es ponerse delante. Pero me lo propuso Raquel Esteban de las Bodas de Isabel hace un par de años y, como tengo tan integrado el personaje, me atreví. La verdad es que para mí es una forma de colaborar con la ciudad y de difundir a Chomón, de hablar de su vida y de cómo trabajaba. No me lo tomo como un trabajo de interpretación, sino una labor cultural... y a veces es un poco esquizofrénico, pero es muy divertido.
-Me han contado que llegó a aprender italiano para conocer mejor la figura de Chomón...
-(Risas) Sí, entre otras cosas. Viajé un par de veces a Turín para hacer un artículo para la revista Cabiria, para ver cómo era valorada la figura de Chomón. Allí está el gran director Pastroni, que le hace sombra, pero sí que han publicado libros y alguna cosa. El caso es que como llevo regular el francés y mal el inglés, me puse a aprender italiano. Llegué hasta el nivel C1 y la verdad es que no se me da mal. Después de eso he aprovechado para hacer varios viajes de estudios de grupos de la ESO a Italia, que es un estupendo sitio porque combina muy bien la cultura con el ocio.
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