El teatro de vanguardia también tiene su espacio en el mundo rural
El Laboratorio Artístico de Torrecilla de Alcañiz concluye este domingo con gran éxitoEl teatro de vanguardia se abre hueco también en la provincia de Teruel, donde la ausencia de espacios o presupuestos para programaciones estables no es excusa para la inactividad. Doce artistas escénicos de diferentes ámbitos, procedentes tanto de la provincia de Teruel como del resto de España o de otros países del mundo, protagonizaron este sábado la segunda jornada de las representaciones de la primera edición del Laboratorio Artístico de Torrecilla de Alcañiz. Tras la jornada del viernes y del sábado, en la que vecinos y visitantes de la localidad pudieron experimentar y disfrutar del teatro de más rabiosa vanguardia, el domingo concluirá la muestra, con los dos últimos pases de la obra teatral, que se representa a las 19 y a las 21 horas.
Se trata de una iniciativa original e inédita impulsada por Daniel Esteban, Aitor Esteban y María Lorenzo, que forman parte de la misma familia, vinculada a las artes escénicas, y además del propio elenco de actores. La idea es promocionar las vanguardias artísticas en el mundo rural, donde no siempre es fácil que lleguen, y demostrar de paso que es falso ese tópico de que la comedia de enredo y poco más es el único género capaz de permear en los pueblos. Ciclos como el Micromúsicas de Valdealgorfa o el Matarranya Intim, entre otros, llevan años haciéndolo, y el Laboratorio Artístico de Torrecilla de Alcañiz se une con la intención de hacerlo durante mucho tiempo. El Lata está organizado gracias al apoyo del Ayuntamiento de Torrecilla y de la Comarca del Bajo Aragón.
A caballo entre el teatro de texto, la performance, el teatro de improvisación o la danza, los doces artistas crearon un espectáculo ad hoc ÂÂpara esta cita durante cuatro días previos de encuentro entre todos, en la propia localidad de Torrecilla. Desde el viernes se ha representado en dos pases al día, ante públicos muy reducidos, de unas cuarenta personas, casi al estilo del microteatro, y un escenario tan íntimo como original, la casa de Luis Miguel y Celia, antigua casa del conde Arberola.
Daniel Esteban ha sido el encargado de dirigir y coordinar la creación conjunta de todo el elenco de artistas. Los participantes tienen distintas experiencias, hay artistas profesionales, estudiantes y aficionados. Y algunos de los que participan están estrechamente relacionados con Torrecilla, desde la actriz Celia Antolín y el músico David Omedes hasta Daniel Esteban, que está muy vinculado al pueblo. Desde Alcañiz llegan las artistas del circo Teresa Magallón y Laura Lombarte; desde Teruel la poeta Bea Rayuela y la música María Lorenzo; y desde Zaragoza los artistas de circo Ana Esteban Tricas y Aitor Esteban Lorenzo -que también están muy vinculados a la provincia, aparte de que Ana Esteban interpretó a Isabel de Segura durante las Bodas de Isabel. Desde Sevilla llega el artista de circo Néstor Aguilera, desde Francia la artista de circo Maëlle Bestgen y desde Argentina a la diseñadora Agustina Cédola, que se ha encargado del vestuario, de la fotografía y de la escenografía.
Esta última ha jugado un papel decisivo, ya que “la casa que nos ha cedido la familia Lorenzo, antiguo hogar del conde de Alberola”, es un sitio espectacular que nos “ofrecía muchas posibilidades”, explica Daniel Esteban. Tantas que los actores decidieron que la casa fuera la propia protagonista de la historia que narra la obra. “Pregunté a mucha gente para que me contara recuerdos, historias o leyendas que conociera sobre esa casa”, explica Esteban, “así como sensaciones que le producen o sugiere”. Estas historias y sensaciones, junto a las que le producen a los propios actores, se han fundido en una serie de escenas, cada una de las cuales de desarrolla en una parte diferente de la casa, que de algún modo cuenta la historia de la casa. “En esas casas de pueblo han ocurrido muchas cosas, buenas, malas y regulares. Algunas de recuerdan, otras no, otras se exageran hasta que se convierten en leyendas, otras pasan a convertirse en cuentos tradicionales de un lugar”, explica el actor. “En el espectáculo que hemos diseñado nos imaginamos cómo era la vida del conde de Alberola en el siglo XIX, cómo ofrecía fiestas lujosas, pero también tenía fantasmas que le atormentaban... Es una especie de viaje histórico por la casa y por el tiempo, a través de las mil historias que han podido ocurrir allí, una especie de homenaje a la memoria tan rica que tienen las casas de los pueblos”.
El montaje no solo funde géneros y lenguajes diferentes, como la poesía, contorsionismo, el teatro más convencional o el trabajo circense en mástil, sino que también salta de temática en temática.
Una de las escenas más plásticas y sobrecogedoras la protagoniza Aitor Esteban, que interpreta al conde de Alberola que no puede conciliar el sueño acosado por sus fantasmas, interpretados por dos de sus compañeros, mientras María Lorenzo toca el violonchelo y David Omedes la flauta. Es quizá una de las partes más oscuras del montaje, pero el tratamiento tan pictórico y artístico que tiene la propia escena hace que al mismo tiempo sea uno de los más brillantes.
El público también se impresiona con el trabajo de contorsionismo de la alcañizana Laura Lombarte, que representa al servicio, a las personas que trabajaban para que la casa del noble estuviera perfecta. Se parte el lomo -literalmente- en su trabajo, exhibiendo una capacidad casi inagotable de sufrimiento que homenaje a los trabajadores de la España rural. “Pero al mismo tiempo es un espectáculo bonito y esperanzador, porque ella, pese a que representa el sufrimiento, ene siempre toques de humor que son los que le permiten afrontar cada día”.
La francesa Maëlle Bestgen ofrece un número circense de mástil en una terraza exterior de la casa, que se configura como representación de la sororidad de los pueblos y del espíritu de colaboración entre las comunidades pequeñas. Interactúa con el público hasta el punto de que el espectador es el encargado de sujetar las cuerdas que mantienen en el aire a la artista, que se encarga de que se abracen, saluden o muestren sus vinculaciones personales como una muestra de los nexos a través de los cuales están sólidamente unidos.
Tampoco falta la poesía en el espectáculo del Lata. Una muestra es la de la turolense Bea Royuela, toda una especialista en la lírica de lo pequeño, en convertir en inconmensurable cualquier detalle que pasa desapercibido, pero que enseña su trascendencia a través de los versos sentidos y sencillos. Ella representa una escena sobre el barandado de la escalera que conduce a la planta superior de la casa, en un gesto casi involuntario que durante generaciones han repetido miles de personas sin preguntarse quien, antes que ellos, ha pasado la mano por allí.
Royuela invita al espectador a planteárselo, a rozar la madera con los dedos y conectar con los problemas, las ilusiones, las virtudes y los defectos de quien, quizá un siglo antes, también lo hizo. También invita a sentir la vibración de la madera, que guarda dentro de sí la caricia de tan diferentes personas. Y concluye afirmado que esa simple madera, “es un bosque que cuida de sus árboles, tanto como tú cuidas de los tuyos”.
Una propuesta que no es habitual en los pueblos pequeños
Tras los cuatro primeros pases del viernes y del sábado, Daniel Esteban se mostró muy satisfecho por cómo estaba marchando el proyecto. “Yo imaginaba que iría bien, porque desde muy pronto se vendieron todas las entradas -240 en total, 40 por cada uno de los 6 pases, y no eran gratuitas sino que costaban 7 euros-, pero el público está reaccionando mucho mejor de lo que pensaba”.
Pese a que el montaje ha sido concebido en solo cuatro días sin un guion preestablecido, Esteban asegura que “ha salido muy fino, de mucha calidad, porque los artistas que participan, pese a que algunos todavía están estudiando, son realmente buenos”.
De la unión entre el teatro de vanguardia y un escenario tan peculiar como sugerente como la antigua casa de los Alberola, se destila “una experiencia muy bonita y difícil de tener, todavía más en un pueblo pequeño... es una mezcla de poesía y teatro de los sentidos, porque a medida que el público se mueve por la casa, en cada rincón están sucediendo cosas”.
Esteban niega el tópico de que el teatro de vanguardia sea únicamente para públicos habituales del género o muy formados en el ámbito escénico. “La gente nos felicita y ya nos dicen que el año que viene estaría bien repetir, porque aquí no es tan frecuente poder ver algo diferente”, asegura Daniel Esteban. Ante la calidad el público reacciona bien sea de donde sea, e incluso el espectador con poca experiencia el teatro alternativo o poco convencional es una piedra de toque todavía mejor para el creador. “Yo no sé si lo que hago es vanguardia o no, pero quiero que lo pueda disfrutar todo el mundo, y no solo una parte del público”, afirma Esteban, que en ese sentido explica que antes del estreno del viernes realizaron un ensayo general con público, que les vino muy bien para realizar cambios de última hora, “y para que la gente nos dijera cosas que se entendían mejor o pero”. En opinión de Esteban “es fundamental la opinión del espectador y no perder nunca la perspectiva de que lo que hacemos es para el público. Si no, corres el peligro de entrar en el círculo del teatro hecho para autores de teatro, y esto deja de tener sentido”.