El sueño poético del escritor Félix Romeo ya descansa bajo las aguas del embalse de Lechago
La localidad conmemoró el décimo aniversario de su muerte regalándole su biblioteca sumergidaLa Biblioteca Sumergida de Félix Romeo ya descansa en el fondo del pantano de Lechago, como soñó el escritor hace treinta años y que este se conmemora el décimo aniversario de su prematura muerte. Ciento cincuenta obras artísticas, la mayor parte literarias, iban a bordo del batiscafo salido del taller de José Azul en Burbáguena, que a modo de cápsula del tiempo, aguarda ahora bajo las aguas a que algún día alguien rescate el legado de quien se consideró lechaguino de pura cepa -como de nacimiento lo fueron su padre Félix y su tío Marcelo-, y que, como recordó Pepe Melero, “supo reunir en torno a sí un grupo de amigos, a muchos de los cuales convirtió en escritores”.
Nada pudo salir mejor en Lechago. Y eso que los bomberos del parque de Montalbán de la Diputación de Teruel tuvieron que sudar tinta china para hundir el arca fabricada a partir del vaso de una hormigonera. Pero ya se sabe que, pese a lo que pesan los libros, la cultura está acostumbrada a vivir con el agua al cuello y salir siempre a flote, de un modo u otro, para salvación de todos. Y el sueño de Romeo tenía que ser necesariamente surrealista, tan cerca de las cunas “del maestro de la imaginación, Segundo de Chomón, y del maestro del surrealismo, Luis Buñuel’, como afirmó Luis Alegre, ilustre lechaguino e ideólogo de llevar a cabo “esa locura tan poética que ideó Félix Romeo de tener una biblioteca sumergida, que a todos nos gustó pero que solo él supo que algún día se haría realidad”, como recordó el escritor Pepe Melero.
Mientras los bomberos se afanaban en sumergir esa rebelde y endiablada urna metálica, divertida metáfora del propio Félix Romeo, sobre la presa del embalse un par de cientos largo de personas escuchaban a Ángel Petisme cantar Una vela en la oscuridad, canción que en su día compuso inspirándose en la pérdida de Félix Romeo, que falleció inopinadamente el 7 de octubre de 2011 al sufrir un infarto de corazón en Madrid, donde se había desplazado para celebrar el décimo aniversario de la revista Letras Libres. También se escuchó otra nueva, mucho más festiva y que Petisme acababa de terminar, y que habla de “cómo se van a interrelacionar los personajes que van dentro de ese batiscafo, esos libros, esos discos y esas películas, que van a pasar muchos años juntos”.
Y también se dieron cita allí numerosos amigos y admiradores de Félix Romeo, algunos de ese grupo que formó el escritor en torno a sí, imantados por su generosidad y bondad, y a los que, como recordó uno de ellos, Pepe Melero, “él convirtió en escritores”. Y es que Ángel Petisme y Luis Alegre, orgulloso lechaguino, coinciden en que, además de una bibliografía de cuatro novelas, un buen número de relatos e infinidad de artículos, los que tuvo tiempo de escribir durante los 43 años que estuvo entre nosotros, “la obra maestra de Romeo fue precisamente esa reunión de personas que crecimos y evolucionamos a su alrededor”.
Agustín Martín, de la asociación Amigos de Lechago, que también ha colaborado en la iniciativa, explicó que la idea de tener una biblioteca sumergida se le ocurrió a Félix Romeo hace como tres décadas, cuando la construcción del embalse de Lechago amenazaba la existencia de su pueblo. Finalmente la capacidad de la obra hidráulica se redujo y Lechago sobrevivió, y en 2012, un año después de la muerte de Félix Romeo, el Ayuntamiento de la localidad inauguró la Biblioteca Pública, un 21 de agosto, con el nombre del escritor. “Y ahora, para conmemorar el décimo aniversario de su muerte, se nos ocurrió que qué mejor forma de recordarle que haciendo realidad su sueño, el de que haya una biblioteca sumergida en el pantano como el soñó”.
Primera biblioteca submarina
Luis Alegre, que hizo de maestro de ceremonias, aseguró divertido que esta será la primera biblioteca sumergida de mundo, y con él coincidió Irene Vallejo, Premio Nacional de Ensayo y Premio Aragón 2021, autora de El infinito en un junco, que se ha convertido en un fenómeno social por conseguir que un ensayo sobre la historia de los libros venda 150.000 ejemplares en 26 ediciones y se traduzca a 30 lenguas. Pocas personas saben tanto sobre bibliotecas como ella, que las ha conocido “en árboles, barcos, en el espacio sideral, en campos de concentración, en ciudades bombardeadas, bajo tierra, a lomos de burros, sobre la línea fronteriza entre dos países, en refugios de montaña, en tanques reciclados... pero ninguna, ninguna biblioteca submarina”. Como la propia escritora recalcó, la del Nautilus del Capitán Nemo, la de la Atlántida que describió Platón o la de Coralia, la ciudad sumergida del planeta Mongo que gobernaba el archirival de Flash Gordon, no cuentan “porque esas pertenecen al reino de la fantasia”.
La urna que guarda los fondos de la biblioteca submarina es en sí una obra de arte, creada por José Azul y llamada Félix. Bomba de Amor. El título hace referencia a una conversación que mantuvieron el escultor de Burbáguena y el escritor enraizado en Lechago, sobre las bombas de racimo, manifestación sublime de la maldad del ser humano, y sobre cuán más bellas y útiles serán unas bombas que, con ese mismo mecanismo para esparcirse por el terreno, sembraran amor y fraternidad en lugar de muerte y destrucción.
La pieza que hoy descansa bajo las aguas del pantano de Lechago está creada a partir del vaso de una hormigonera con numerosos elementos reciclados soldados y atornillados, desde tuercas o tornillos hasta un tubo de escape, piezas de tractores o una azada, en esa línea surrealista que adoraba Romeo.
En su interior se pensó en introducir treinta o cuarenta obras dedicadas a Félix Romeo, pero finalmente han sido unas 150 las que han entrado, de parte de autores como José Sacristán, Antonio Resines, Luis Alegre, Irene Vallejo, Pepe Melero, Ángel Petisme y un largo etcétera.
Todo el homenaje fue registrado por la cámara de Jonás Trueba, cineasta madrileño hijo de Fernando Trueba. Luis Alegre recordó que “hace 26 años Fernando filmó la salida de la cárcel de Torrero del insumiso Félix Romeo -cumplió un año y medio en 1995-, y ahora su hijo Jonás, un creador brillante está grabando todo lo que está sucediendo aquí”.
“Y la idea”, propuso Luis Alegre, “es que en 2068, cuando se cumplan cien años del nacimiento de Félix Romeo, las nuevas generaciones vuelvan aquí y abran la urna para revisar el legado al escritor, y vuelvan a sumergir otra biblioteca submarina”. “Las personas a veces nos preguntamos de dónde salen las tradiciones”, concluyó Alegre. “Ojalá aquí esté naciendo una tradición que perdure para siempre”.
Cuatro novelas y un montón de amigos “a los que él convirtió en escritores”
Aunque Félix Romeo (Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) nació en la capital del Ebro, siempre se consideró de Lechago, de donde procedía su familia paterna, y así lo confesó a Luis Alegre, cuando lo conoció en 1985 en Casa Emilio, icónico restaurante zaragozano que fue centro neurálgico del grupo de escritores y artistas que se fue formando en torno a Romeo.
Su obra literaria está compuesta por Dibujos animados (1994), Discotheque (2001), Amarillo (2008) y Noche de los enamorados, editada a título póstumo en 2012, al igual que su libro de cuentos Todos los besos dle mundo, y una serie de artículos recopilados en Por qué escribo. Además escribió el guión cinematográfico Construyendo a Costa, dirigido por Gaizka Urresti.
Su obra se dirigió por los derroteros de la crítica satírica, de la ironía y del humor, pero, a juicio de sus amigos, “destiló siempre enormes cantidades de humanidad”.
Entre 1996 y 2001 dirigió el programa cultural La Mandrágora, ganador de un Premio Ondas, y colaboró en varios espacios de Radio Nacional de España. Además formó parte de dos bandas de música, como bajista, de las que salió Las Novias, aunque él no llegó a tocar con ellos. Y como recordó ayer su amigo Pepe Melero, su personalidad y su particular forma de ver las cosas fue determinante en la carrera de muchos escritores y artistas como él mismo, Ignacio Martínez de Pisón, José Antonio Labordeta, Ismael Grasa, Cristina Grande, Ángel Petisme, Miguel Mena o Antón Castro, entre muchos otros.
Félix Romeo falleció el 7 de octubre de 2011 de un infarto al corazón en Madrid, adonde se había desplazado para celebrar el décimo aniversario de la creación de la revista Letras Libres.
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