El Ensamblaje Artístico del aficionado Fernando Brun maravilla a los calandinos
Cualquier elemento de desguace sirve al artista para representar objetos y animales reconociblesEl claustro de la Casa de Cultura Víctor Romero de Calanda acoge hasta el 9 de enero la exquisita exposición de Ensamblaje Artístico de Fernando Brun Borraz, que desde 2016 ha elaborado cerca de 150 piezas artísticas uniendo, entremezclando o superponiendo diferentes objetos o fragmentos de elementos de desguace procedentes de vehículos a motor, bicicletas, aperos de labranza, electrodomésticos, circuitos electrónicos y todo tipo de herrajes.
“Yo no soy escultor ni tengo formación artística. Vengo del mundo profesional de la mecánica y la soldadura y, en un momento de ocio y como me va experimentar, hace cinco años probé con una pieza, me gustó cómo quedó y he seguido haciéndolo hasta hoy”, explicó el pasado jueves el vecino de Calanda y natural de Foz Calanda durante la inauguración la muestra.
Hizo de anfitrión el concejal Óscar Luengo, que agradeció a Brun su trabajo y su disponibilidad para exponer en Calanda, a la vez que destacó cómo esta exposición muestra la importancia de reciclar y dar una segunda vida a objetos que, de otra manera, hubieran terminado en la basura.
Cientos de piezas de metal se unen y entremezclan para crear bellas obras de arte que no dejan indiferente al espectador. La originalidad se plasma en estos trabajos dotados de vida, acción y movimiento, en los que también se aprecia la dificultad en la elección de los componentes, que deben mantener la proporción del conjunto de la obra.
Personajes y animales de todo tipo, vehículos, armas, soldados o increíbles escenas de actividades cotidianas es parte de lo que depara esta exposición, en la que el espectador disfruta intentando identificar los elementos que integran las obras y se asombra con su confección.
La técnica
El ensamblaje artístico es una técnica por la cual se consigue el montaje tridimensional de las obras colocando, uniendo, entremezclando o superponiendo diferentes objetos o fragmentos no artísticos.
Hay que recalcar que los objetos que componen estas obras no han sido diseñados originalmente como material de arte o fines estéticos sino que son viejas piezas en desuso o desechadas para la función que fueron fabricadas.
El material de todas las obras que ha confeccionado este prejubilado de mina procede de “chatarra de bicis, motos, despieces de coches, planchas, piezas de lavadora y otros materiales en desuso”, explica. Él los recorta, dobla y los une con otros elementos mediante soldadura, tornillería, termoplástico o estaño.
Los componentes, una vez seleccionados, son desengrasados y limpiados con un cepillo de púas metálicas manteniendo siempre el brillo natural de cada metal intentando preservar la textura original, sobre todo en los herrajes antiguos. No hay ninguna pieza pintada, salvo algunas que mantienen su color original. Se termina la escultura con una capa de laca incolora para apreciar el brillo natural e identificar el elemento original.
La mayor parte de los objetos que componen las obras serán reconocidos por cualquier observador, aunque la identificación de algunos elementos con los que están hechos requiere conocimientos de electromecánica. Ahí está el reto y el juego que ofrece el artista a quienes acudan estos días a contemplar su obra.
Solo es afición
Esta exposición tuvo una primera edición en el pabellón de Foz Calanda antes de la pandemia. “No hice mucha propaganda, pero la gente más cercana vino y tuvo mucho éxito. A partir de ahí, en Calanda se interesaron por traerla”, ahonda.
Este artista tardío no se plantea hacer más exposiciones -tampoco lo descarta- porque su único afán es distraerse dos o tres horas cada tarde. “Me dedico a otras cosas, por lo que esto lo hago por las tardes. Si tengo un rato de cinco a siete, o hasta las ocho, hago piezas. Algunas se pueden hacer en una hora y a otras hay que dedicarles una semana”.
Brun explica que tiene piezas desde ocho y diez centímetros “hasta tamaño real”, pues “la escala depende del material que uso y sale una proporción u otra: algunas caben en la mano”.
Preguntado por cuál es su pieza favorita, no se atreve a elegir una. “Algunas son muy sencillas y minimalistas y otras son más elaboradas, pero todas están bien”, indica. Todas las composiciones son figurativas. “Se ve claramente que significan algo, no son abstractas”, puntualiza. “Las propias formas de los elementos con los que trabajo me sugieren alguna idea, entonces a partir de ahí veo si puedo unirlas con otras piezas. Como no hay medidas, ni escalas, ni bocetos, ni nada, es todo prueba y error. Si la proporción no es buena, acorto o alargo”, concluye.
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