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Dos premios Nobel y tres premios Cervantes protagonizan el nuevo número de Turia Dos premios Nobel y tres premios Cervantes protagonizan el nuevo número de Turia
Ida Vitale la escritora uruguaya que es entrevistada en el último número de Turia

Dos premios Nobel y tres premios Cervantes protagonizan el nuevo número de Turia

La revista publica textos inéditos de Olga Tokarczuk y de Luis Mateo Díez, y también analiza la obra del noruego Jon Fosse y del venozolano Rafael Cadenas
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La revista cultural Turia publica en su nuevo número, que se distribuye este mes de noviembre en España y otros países, un sumario con interesantes textos inéditos protagonizados por grandes autores de la literatura contemporánea. En ese listado de valiosos nombres propios que han escrito algunas de las mejores y más impactantes obras de nuestra época, hay que citar a autores como la polaca Olga Tokarczuk y el noruego Jon Fosse, ambos recientes premios Nobel. También a creadores indiscutibles dentro del rico y diverso panorama literario de habla hispana como Luis Mateo Díez, la uruguaya Ida Vitale y el venezolano Rafael Cadenas, todos ellos galardonados con el Premio Cervantes. Sin duda, un quinteto de lujo que simboliza muy bien la universalidad y la atractiva oferta de contenidos originales que posee cada entrega de TURIA.

Entre esos materiales inéditos tan relevantes para los buenos lectores, cabe subrayar que Turia publica, en exclusiva mundial en español, un avance de Tiempo de empusas, la nueva novela de Olga Tokarczuk, que publicará la editorial Anagrama en 2025. Para Tokarczuk, la literatura puede ser un espacio donde crear mitos, deshacer silencios y ampliar los imaginarios que gobiernan el presente. Además de por su calidad e interés, su labor intelectual ha sido reconocida por su compromiso con la defensa de la democracia y los derechos humanos en Polonia. Tokarczuk es autora de nueve novelas y tres libros de relatos, sus obras se han traducido a cuarenta y cinco lenguas y ha obtenido prestigiosos premios en su país y fuera de él.

La acción de Tiempo de empusas sucede en Görbensdorf, Baja Silesia, en 1913. El joven polaco Miecyslaw Wojnicz, estudiante de ingeniería, llega en busca de aire puro y de una cura para su tuberculosis en el prestigioso sanatorio local. Se aloja en la pensión para caballeros de Wilhelm Optiz, donde coincide con otros enfermos procedentes de toda Europa. Por las tardes, entonados por el potente licor, los huéspedes conversan sobre lo divino y lo humano. ¿Habrá guerra en el continente? ¿Las mujeres nacen inferiores? ¿Existen los demonios? ¿Es preferible la monarquía o la democracia? ¿Al leer un texto cuyo autor se desconoce se puede deducir si lo ha escrito un hombre o una mujer?

Y entre tanto, en ese idílico paraje suceden cosas inquietantes: la esposa del dueño de la pensión al parecer se ha suicidado hace poco, circulan rumores de que en los bosques de las montañas circundantes se producen muertes violentas y se intuye la presencia de alguien o algo que observa y acecha.

Hay en esta novela claros ecos de otra escrita hace ahora cien años: La montaña mágica de Thomas Mann, con la que la Premio Nobel polaca juega y dialoga desde una mirada contemporánea y feminista. Lo que la autora nos propone es una relectura y reescritura de esa obra magna -y acaso caduca en muchos aspectos- del pasado. Y lo hace con su envolvente impuso narrativo, su potente prosa, su capacidad de observación de los comportamientos humanos y su particular sentido del humor.

Después de haber fascinado a crítica y lectores con su anterior obra, Los libros de Jacob, ahora OlgaTokarczuk nos presenta un nuevo tour de force, un novelón de sanatorio sobre hombres que filosofan y hablan -muchas veces sin ton ni son- de mujeres, sobre jóvenes enfermos, misteriosas muertes, ensoñaciones, demonios y una Europa que se dirige hacia el abismo. En definitiva, que su novela Tierra de empusas gira en torno a las principales cuestiones de identidad de nuestro tiempo, en torno a la masculinidad tóxica, el mansplaining y la fluidez de género, y se podría considerarla una novela del espíritu de la época si no pareciera maravillosamente clásica, como es habitual en Tokarczuk.

Luis Mateo Díez, un escritor cervantino frente a toda adversidad

Con la publicación de un fragmento de su novela inédita El lastre de las fugas, el escritor Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942), ratifica su larga y fructífera vinculación con Turia. No en vano, ya en 2010, la revista le dedicó un inolvidable monográfico hoy agotado.

 

El escritor LUis Mateo Díez


Quien obtuviera el pasado año el Premio Cervantes es, según destacó el jurado en el acta de concesión, “uno de los grandes narradores de la lengua castellana, heredero del espíritu cervantino, escritor frente a toda adversidad, creador de mundos y territorios imaginarios. Con una prosa, una sagacidad y un estilo que lo hacen singular en la consideración literaria del más alto vuelo, Luis Mateo Díez sorprende y ofrece continuos y nuevos desafíos con los que traspasa el ámbito de la fantasía y adquiere realidad en los lectores, que se apropian de su universo creativo. En sus creaciones sobresalen la pericia y el dominio indiscutible del lenguaje, que el autor acredita en una escritura en la que mezcla con maestría lo culto y lo popular. Un estilo propio, exigente, de gran originalidad, donde prevalece el humor expresionista, paródico o esperpéntico como el mejor resorte para relativizar lo que sucede, y que conlleva una perspectiva lúcida y ambigua que permite comprobar la complejidad de la condición humana”

Jon Fosse, o cómo atravesar la vida cotidiana en busca de otro tipo de experiencias

Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura en 2023 es objeto de un sugerente y completo artículo inédito elaborado por Silvia Bardelás, su gran descubridora en nuestro país y que ha editado en estos últimos años, en su pequeña editorial independiente De Conatus, buena parte de su obra. Nadie mejor que ella para contagiarnos la fascinación que brinda al lector la obra del autor noruego, que practica una escritura íntima y poco convencional, aunque como dramaturgo sí que ha obtenido notables éxitos de crítica y público.

 

El Novel de LIteratura Jon Fosse


Según Silvia Bardelás, “la literatura de Jon Fosse es el ejemplo perfecto de que un buen libro no sólo necesita un autor con un punto de vista y un estilo nuevos enfrentado a una hoja en blanco, necesita además una cadena de lectores, una comunidad que crece poco a poco con el apoyo de instituciones, premios o fundaciones. En este caso, el apoyo de la crítica literaria ha sido prácticamente nulo. Atravesar el ruido del mundo literario no es fácil y menos para un autor que representa el silencio, que construye personajes empeñados en cruzar la vida cotidiana hacia otro tipo de experiencias y que escribe libros que escucha y no piensa”. 

Afirma también Bardelás en Turia que “el estilo de Fosse es nuevo, pero su impulso artístico tiene unas profundas raíces en la cultura europea”. Por otra parte asegura, al analizar Septología, que esos tres tomos en los que se estructura son el culmen de su estética y su obra más representativa. Y es que “no es lo mismo vivir en la inmediatez que vivir en la distancia de ser consciente de estar viviendo, de experimentar la existencia. En definitiva, concluye Silvia Bardelás, “el gran giro narrativo de Fosse es el descubrimiento de la necesidad del otro en el miedo que nos provoca”.

Rafael Cadenas: La poesía nos permite vislumbrar lo que no vemos

De gran interés es el artículo que la revista Turia dedica a analizar la trayectoria del gran poeta venezolano Rafael Cadenas, Premio Cervantes 2022. Máxime porque Cadenas es autor de una obra sobresaliente, tanto para la crítica como para los lectores de poesía, caracterizada por su sensibilidad y su análisis profundo de la realidad. Además, es otro ilustre venezolano y experto en su trabajo literario, el profesor y escritor Antonio López Ortega, quien se encarga de elaborar una aproximación muy certera a las claves de la creatividad lírica de Rafael Cadenas, uno de los principales poetas latinoamericanos vivos.

Según escribe López Ortega en Turia, dentro de las muchas variantes de la obra de Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930), “destacan la reflexión sobre el lenguaje, que busca depurar al extremo, y la inquietud metafísica en torno al mismo hecho de la existencia, que considera un misterio. Cadenas se ha acercado a las filosofías orientales para entender que en la tradición occidental el concepto del yo pesa mucho y que la poesía más bien busca revelaciones, que suelen estar más cerca del ser.”

Por otra parte, y de acuerdo con la tesis defendida en este artículo, “desde sus primeros poemarios, Cadenas entendió que la poesía es la más fina herramienta para entrever el milagro de la realidad. No se trata de temas, pensamientos ni posiciones, sino más bien de expectación. En este sentido, las palabras son muletillas incompletas: el poeta debe buscar la combinación más propicia para que, combinadas de otra manera, digan más de lo que suelen decir. La búsqueda o el hallazgo del ser siempre será una tarea imposible, pero la poesía al menos nos acerca más para intuir su presencia.”

El último artículo de la sección que Turia consagra a los estudios literarios es una sugerente aproximación a dos autores siempre presentes en cualquier balance de lo mejor de las letras españolas del siglo XX: Antonio Machado y Luis Cernuda. Y es que, a través de un original artículo, el también poeta, traductor y ensayista Antonio Rivero Taravillo nos habla de las divergencias y confluencias entre ambos grandes clásicos de nuestra literatura contemporánea. Porque “hubo un tiempo en el que la sensibilidad machadiana no lograba atraer a los jóvenes poetas, que sí recabaron por el contrario la complicidad de Juan Ramón Jiménez para luego morder su mano. Esto dijo JRJ al respecto, según recogió Ricardo Gullón: "Machado y yo, buenos amigos siempre, nos distanciamos en la época en que la juventud me rodeó a mí alejándose de él. No fue culpa mía que la juventud se acercara a mí y que Antonio Machado me zahiriera antes que yo a él".”

Ida Vitale: "Aprendí a ser piadosa releyéndome"

La escritora uruguaya Ida Vitale completa el elenco de ilustres premiados que Turia ofrece en su nuevo número. Vitale (Montevideo, 1923) es una auténtica leyenda viva de las letras latinoamericanas. Además del Premio Cervantes obtenido en 2018, tiene en su haber los más relevantes reconocimientos literarios de ámbito hispánico. Última representante viva de la vanguardia literaria hispanoamericana, es autora de numerosos títulos de poesía, prosa, ensayo y crítica literaria. Siempre ha declarado que sus dos grandes referentes fueron José Bergamín, que fue su profesor en Montevideo y Juan Ramón Jiménez, a quien conoció en persona. Como traductora del francés y del italiano, se destacant sus versiones al español de libros de autores como Simone de Beauvoir, Benjamin Péret, Gaston Bachelard, Jules Supervielle o Luigi Pirandello.

La entrevista, realizada en su última visita a España e inédita, es obra del poeta y periodista cultural Fernando del Val. No tiene desperdicio. Se realizó en el marco de la mítica Residencia de Estudiantes de Madrid. En ella nos dirá, por ejemplo, “soy vieja, pero no tonta” o afirmaciones como “el lenguaje inclusivo son guerras que se alejan de lo importante”. También postula que “tendríamos que repensar la idea de progreso”.

Un fragmento de 'El lastre de las fugas'

La revista Turia da a conocer un fragmento de la novela inédita El lastre de las fugas, de Luis Mateo Díez. Quien obtuviera el Premio Cervantes en 2023 se muestra en plena forma narrativa, para alegría de los muchos lectores que posee el escritor leonés y académico de la RAE:

“Lo encontré tirado en la cuneta de la carretera de Balma, en la curva que abre la última vuelta hacia el barrio de Teselas, donde se concentraba la mayoría de los almacenes de coloniales. Estaba hecho un guiñapo, con los pantalones bajados, la camisa rota y toda suerte de arañazos por el pecho, los brazos y las piernas. Tenía en la frente una herida con la sangre reseca y en el pelo revuelto el barro que se había convertido en un polvo apelmazado; la costra del golpe o la huella de la caída, cuando todavía tenía perdido el conocimiento.

Abrió los ojos al tiempo que intentaba moverse.

Los ojos mantenían el extravío del que vuelve sin saber de dónde viene y a dónde llega, como si todo formara parte de una fuga que no se produjo pero deja su efecto.

Estiró las piernas.

Los pantalones bajados le impedían otro movimiento en ellas, y cuando logró incorporarse lo primero que hizo, no sin esfuerzo, fue alzar y ajustarse los pantalones. Luego pudo sentarse y al mirarme movió la cabeza, cerró y abrió los ojos con un gesto de asentimiento, como si tuviera la primera sensación que acompañaba la lucidez del conocimiento recobrado, 1o que suponía reconocerme aunque todavía fuese con el alboroto de la cabeza revuelta y la vaguedad de una desaparición que no podía recordar.

No dije nada, no pensé en otra cosa que en el trabajo que me costaría reanimarlo por completo, lograr que pudiera caminar, volver otra vez a recuperarlo para llevarlo conmigo a ser posible sin que nadie supiera nada; como habitualmente hacía con lo que se había convertido en el rastro de una infancia que podía maldecir, si era verdad, como bien tenía comprobado, que el niño que yo había sido era el causante del desastre del hombre que era, y no existía mejor razón para mi profundo aborrecimiento.

Lo saqué de la cuneta.

En aquella curva de la carretera de Balma no era fácil que alguien se decidiera a recogernos. Los coches suavizaban la velocidad para tomarla pero en seguida la recuperaban sin que los conductores prestaran atención a otra cosa. De suyo esa curva, más irregular que pronunciada, era la causa de muchos accidentes y hasta tenía un apelativo que advertía de su peligro.

No me quedaba otro remedio que ir llevándolo como buenamente podía, con el único alivio de que el cuerpo esquelético y desgalichado no pesaba mucho, ya que los doce años, todavía escasos, tenían la merma de su raquitismo y poco a poco recomponía el esfuerzo de moverse por sí mismo, prevalecido de la vanidad de hacerlo y del menosprecio a quien le ayudaba. No había nada que él quisiera o necesitase. Ninguna acción o voluntad que contradijera su arrogancia, el mérito de sus merecimientos y el desprecio a quien los contradijera o contrarrestara”.

 

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