“Dentro y fuera de las matemáticas existen disparates y personajes con éxito social”
El último libro de José María Sorando reúne una entretenida colección de gazapos para reír y pensarJosé María Sorando Muzás es un profesor de Secundaria que, en el aula, intentó cambiar el miedo a las matemáticas por la curiosidad para entender el mundo gracias a ellas. “Ahora, ya jubilado, sigo intentándolo hacia el público en general con su divulgación mediante libros, radio, charlas e Internet”. Ahora firma ‘Disparates y gazapos matemáticos’ (Los Libros de la Catarata), un magnífico, lúcido y ameno volumen sobre estas cuestiones. “Los abundantes errores matemáticos perpetrados por personajes famosos y otros en el ámbito público son una buena ocasión para hacerlo a través del humor”, afirma el experto.
-¿A qué le daba más Goya, a los disparates o a los números?
-Conocemos propiedades hermosas y sorprendentes de los números que merecen admiración y un Goya para cada uno de sus descubridores. Los disparates despiertan, según sean su calibre y su origen, la sonrisa, la disculpa o el bochorno, pero no les daría premio alguno. Sin embargo, dentro y fuera de las matemáticas, demasiados disparates y personajes disparatados gozan de éxito social.
-Un libro el suyo entre la sonrisa y la reflexión.
-Es lo que he intentado: usar el humor como un activo valioso en sí mismo y a la vez como caballo de Troya para entrar en las matemáticas y llegar a la reflexión, a veces más allá de ellas. El libro es una colección de gazapos para reír y pensar.
-Los disparates se presentan en escaparates, tiendas, carteles, infografías, prensa, exámenes, pizarras… nadie está a salvo del gazapo.
-Ya decía el humorista Perich que “todo el mundo puede equivocarse más de una vez, menos los buscadores de setas”. El problema es cuando esos errores, bien por la personalidad o bien por el medio de donde provienen, sientan cátedra, son interiorizados por su público como algo correcto y se expanden.
-¿Qué son? ¿Equívocos, errores?
-Hay de todo: lapsus divertidos cometidos por despiste; errores de fondo que denotan ignorancia; y también engaños de aprovechados que juegan en su beneficio con el anumerismo de mucha gente.
-¿Qué es el anumerismo entonces?
-Este término, aún no reconocido por la RAE, fue acuñado por el matemático y divulgador John Allen Paulos. Viene a ser, en el campo de las matemáticas, el equivalente al analfabetismo en el de las Letras. Es la carencia de las competencias matemáticas básicas necesarias para desenvolvernos en la vida diaria: para analizar un presupuesto, comparar ofertas, comprender una noticia, tomar una decisión, planificar un viaje, etc.
-Y es que el disparate no avisa, nos coge a todos por sorpresa, de ahí su éxito, claro.
-Cuando el emisor, porque no se da cuenta o por cinismo, mantiene su pose con aplomo, cuela casi siempre. Mucha gente tiene tal aversión a las matemáticas que si oye datos numéricos o cálculos se bloquea y acepta cualquier cosa que le digan.
-Alguno de ellos ganaría en duelo a Groucho Marx.
-La lógica está en la base de las matemáticas. Groucho jugaba genialmente con ella, cultivando el absurdo, la tautología, etc. Hay quienes lo hacen sin darse cuenta. Dijo George W. Bush: “Un número bajo de votantes es una indicación de que pocas personas están yendo a votar”. Y según el boxeador Félix Savón: “La técnica es la técnica, porque sin técnica no hay técnica”.
-¿Cuáles cree que son las causas? ¿La prisa, la impulsividad… la ignorancia?
-Hay casos de cada una de ellas. Pero también, como ya señalé, hay engaños disfrazados con números, que intentan anular la crítica con el mantra de “lo dicen las matemáticas”. Aunque solo fuera para defendernos de esos abusos, necesitamos superar el anumerismo.
-¿Tiene la gente (y las instituciones) la costumbre y la humildad de rectificar?
-Muy pocas veces. En gran parte por la indiferencia social ante esos errores. Otras veces por mantener el tipo o utilizarlos como arma arrojadiza en un ambiente polarizado donde no hay lugar para la reflexión serena. O, como decían Les Luthiers, porque: “Errar es humano, pero echarle la culpa a otro es más humano todavía”.
-¿Es el disparate cuestión de ignorancia o para usted juegan otras importantes variables?
-Como antes dije, el abanico es amplio: va desde el simple despiste a la manipulación consciente e interesada. Para salir de dudas, suele ser esclarecedor hacerse la clásica pregunta: “¿Esto a quién beneficia?”.
-Cite uno de ellos con el que todavía se asombra o no da crédito.
-En una calle gaditana, en una lápida conmemorativa se lee el año MDCCC96.
-¿Un gazapo histórico?
-En la Biblia (Crónicas) se aportan datos precisos sobre Joram, rey de Judá, y su hijo Ocozías. Con esos datos y unas simples sumas se concluye que cuando este sucedió en el trono a aquel, el padre tenía 40 años y el hijo 42.
-¿Una pifia histérica?
-“Tengo diez pares de zapatillas de entrenamiento, uno para cada día de la semana”, declaró la actriz y modelo Samatha Fox.
-¿Hasta qué punto vivimos en una sociedad ignorante? ¿O lo que ocurre es más fruto de lo insensible y de la insolidaridad supina?
-Gracias a la extensión de la escolaridad obligatoria y de los estudios posteriores, la cultura media de la población es más alta que nunca. Pero las matemáticas siguen despertando reticencias. Cuando su enseñanza es rutinaria y formalista, desvinculada de su apasionante historia y de sus múltiples conexiones, decae el interés por ellas y solo queda su dificultad. Eso las reduce a un mal recuerdo escolar para muchas personas que se niegan a hacer cualquier uso consciente de las matemáticas. Sin embargo, las necesitan día a día y hay quienes sacan provecho de su rendición, con ofertas trampa, razonamientos falaces o confusiones conceptuales a partir de datos correctos. Un buen ejemplo de esto último son las estadísticas con interpretaciones y gráficos sospechosamente erróneos que vemos en algunos noticiarios.
-Porque, a veces, lo más terrible, es la indiferencia ante tales sucesos.
-Sí, porque en esos casos, si no analizamos el argumento numérico o lógico que las sustentan, aceptamos conclusiones equivocadas y podemos ser víctimas de estafas, del pensamiento mágico, la superstición o la demagogia.
-Su libro ayuda a estimular el sentido crítico, afirmo.
-Me alegra que así sea. No debiéramos aceptar sin más las soluciones o las directrices que otros elaboran en asuntos que afectan a nuestras vidas y a nuestra visión del mundo. Muchas veces, unas matemáticas básicas bastan para saber si son aceptables o no.
-Comienza el volumen citando a un célebre: Jesulín de Ubrique.
-Entrevistado en 2007, dijo “Hace diez años tenía veinte años, ahora tengo treinta y tres”.
-Y lo termina aportando una útil bibliografía.
-Desde aquella célebre ‘Antología del disparate’ que recogía errores en exámenes de reválida ha habido otras recopilaciones de gazapos, sobre todo de prensa. Mi libro aporta, por una parte poner el foco en lo matemático; y por otra, recoger una mayoría de gazapos recientes, bastantes de ellos sobre los datos de la pandemia.
-A quienes tropezamos nos lo dedica. ¿Se sitúa su libro en la pedagogía del error, como una oportunidad para el aprendizaje?
-Así es. Lo dedico “a quienes aprenden del error”.
-¿Es su texto una mueca saludable al mundo de la apariencia y, por ende, a su cultura del éxito y postureo?
-Los ‘reallity shows’ son los programas de mayor audiencia. Crecen sobre la banalidad, y un concepto de éxito basado en la imagen personal y el consumo. Si alguna vez surge cualquier referencia matemática, sus protagonistas suelen mostrar una ignorancia terrible. Ofreciendo tales modelos de triunfo social, se cultivan antivalores con un efecto demoledor para la formación de nuestros jóvenes. En varios pasajes del libro he procurado dejar en evidencia esa situación.
-Disparate o despiste, ¿cómo continuará la cosa? ¿Con más ‘fake news’ y otras confusiones absolutamente diseñadas y provocadas?
-El libro salió en junio, si lo publicase hoy ya tendría algunas páginas más. La cosecha de disparates no cesa. Las noticias falsas difundidas a mansalva por las redes sociales entre holligans de la política son otra cosa y requieren otro tratamiento, no me despiertan sonrisa alguna. Más bien me preocupan porque cultivan el odio y la división. Frente a ese fenómeno creciente, la voluntariosa labor que tantos divulgadores de las matemáticas vienen desarrollando en estos años es una apuesta decidida por extender entre la población el pensamiento crítico y riguroso pues, como escribió Emilio Lledó: “La matemática es una lucha constante con la verdad porque en ella, en su exactitud, no caben las ideas mentirosas".
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