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De las heridas del paisaje a la contemplación del arte De las heridas del paisaje a la contemplación del arte
‘Sunshine 2903’, pieza creada por Diego Arribas en 2024 con minerales y pintura acrílica sobre tabla

De las heridas del paisaje a la contemplación del arte

El turolense Diego Arribas expone en Móstoles ‘Sunshine’, una serie sobre la actividad minera y su declive en la provincia de Teruel
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En lo conceptual pero también en lo formal, la minería y la actividad industrial del ser humano sigue siendo una de las principales fuentes inspiradoras de las que bebe Diego Arribas. Este jueves el Centro Cultural El Soto del Ayuntamiento de Móstoles (Madrid) inauguró Sunshine, exposición que toma su título de una de las series creadas por el turolense con materiales procedentes de distintas canteras y minas de la provincia, en el especial hierro y polvo de alabastro, y de la que el espacio madrileño expone 30 piezas.

Arte, naturaleza e industria están profundamente imbricados en la obra del artista, madrileño de nacimiento y turolense de adopción. Su discurso reflexiona sobre la manera de pasar por el mundo de los humanos, de sus repercusiones en el territorio, de las consecuencias de su acción antrópica, en lo social y en lo medioambiental. Las explotaciones mineras, en ese sentido, ejercen un importante influjo sobre Arribas, como heridas abiertas que son testigo de esa acción parasitaria. Y si son minas abandonadas, cerradas, con un poso de historia olvidada detrás, como cicatrices ya cerradas, como la mayoría de las que ha visitado por la provincia de Teruel, todavía mejor.

Arribas concibe el arte como un mediador, como un catalizador que impulsa y acelera los procesos de transformación del territorio. A través de una mirada distinta y distante, el artista puede interpretar en clave estética lugares profundamente alterados por la acción del hombre, intentando preservarlos de su trivialización. Evitando que su muerte sea en vano, por utilizar una frase cinematográfica.
 

Diego Arribas, junto a Marie Claire Decay (dcha.) y Rosa Torres, durante la inauguración de la muestra en Móstoles


No hay juicios de valor, al menos explícitos, sino cierta labor de dignificación. Los materiales abandonados, el hierro, el lignito o el alabastro, son manipulados como fetiches y se convierten en lexemas artísticos. Son vestigios que pasan a formar parte de la obra de arte, y que pueden ser restos materiales de la naturaleza pero también fotografías, documentos o testimonios. Diego Arribas, en sus procesos de producción, traspasa en ocasiones el rol de artista y se convierte en un verdadero arqueólogo.

Sus composiciones se mueven entre el volumen y el relieve, fruto de su formación escultórica, incorporando el color propio de los minerales que emplea y la presencia del óxido, un elemento sugerente por su textura, su color y su significación ligada al paso del tiempo, al abandono y la intemperie.

Sin embargo muchas de sus piezas tienen más que ver con la pintura que con la escultura, por más que las texturas, los relieves, y la propia dimensionalidad de los materiales utilizados confiera siempre a sus lienzos profundidad y resaltes.

Diego Arribas aprovecha la vis estética de este tipo de materiales y los incorpora a unas piezas que, desde la abstracción más radical y contemporánea, evoca el tránsito del pasado al presente, de las formas artesanales a las industriales, de un continuo movimiento que va dejándose obsoleto a sí mismo con una velocidad que, por primera vez en la historia -y aquí radica buena parte de la importancia del mensaje de Diego Arribas-, supera aquella a la que se sincroniza la propia naturaleza humana.

La preocupación de Arribas por la transformación del territorio a partir de la actividad extractiva e industrial hay que buscarla entre 2000 y 2007, cuando desarrolló el proyecto Arte, industria y territorio en las minas de Ojos Negros y la Sierra Menera. Se trató de un proyecto de dinamización de espacios rurales que buscaba la búsqueda de alternativas al cese de la actividad minera desde una perspectiva científica y económica; y un encuentro de artistas de diferentes disciplinas que intervinieran diferentes puntos de las antiguas explotaciones. Esa acción, cuyos resultados de esta actividad desembocaron en su tesis doctoral en la Universidad Politécnica de Valencia, fue una de las pioneras a la hora de que las administraciones públicas tomaran conciencia de la importancia de integrar estos paisajes antropizados y desechados por agotamiento en el resto del territorio, y que más de 20 años después encuentra reflejo en la creación de Lugares de Interés Local o la creación de rutas de patrimonio industrial por la provincia.

Sin embargo el discurso artístico del turolense va más allá y en no pocas ocasiones transita hacia lo social, producto de un fuerte compromiso con su tiempo. Es el caso de algunas de las obras que pueden verse en Móstoles, como Sunshine 0708, cuyo subtítulo es Don’t stop talking about Palestina (No dejéis de hablar de Palestina). Se trata de una representación pictórica que recuerda profundamente al grabado, realizaba a base de rejilla metálica adherida sobre tabla y polvo de alabastro. La figura recrea una silueta, un skyline, en el que la rejilla metálica, casi sin intervenir, alude poderosamente a un grupo de edificios bombardeados y destruidos, con su estructura de ferralla al aire. Arribas incorpora también acrílicos a algunas piezas, más pictóricas, en los que se reproducen amaneceres de diferentes colores y texturas, que recuerdan al asfalto, a la roca desnuda, al acero corten o a la plancha metálica de construcción.

‘Sunshine 0708 (Don’t stop talking about Palestine)’, rejilla metálica y alabastro


La exposición se inauguró el jueves, 3 de octubre, l Centro Cultural El Soto del Ayuntamiento de Móstoles, donde podrá visitarse hasta el 3 de noviembre.

El acto de apertura de la exposición Sunshine, en el que estuvo presente Diego Arribas, fue presidido por el concejal de Cultura de Móstoles, Daniel Martín Hernández. Entre otras personalidades acudieron Marie Claire Decay, viuda del artista turolense Salvador Victoria y presidenta de la Fundación que lleva su nombre y que gestiona el Museo de Rubielos de Mora, que Arribas dirigió durante varios años; o la pintora Rosa Torres, valenciana con ascendencia turolense, que expuso en ese espacio en junio de 2022.

Próximos actos

Además de Sunshine, que puede verse en Móstoles, Diego Arribas inaugurará el 23 de octubre otra muestra, Estética mineral, con 20 piezas en el Museo de la Universidad de Murcia. Dos días después, el 25 de octubre, Arribas ha sido invitado a impartir una conferencia sobre la transformación del paisaje y la experiencia artística en las minas de Sierra Menera, en el Museo de la Evolución Humana de Burgos. Su intervención llevará por título La cuarta dimensión del paisaje, y en ella pondrá el acento sobre la paradoja y también la oportunidad que representa transformar un espacio degradado y agotado, como una mina cerrada, en un espacio para la creación cultural.

Ofrecerá la charla junto a Carmen Allué, actual directora de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, que hablará sobre el significado de conservar la integridad de los espacios naturales protegidos.

Y a más corto plazo, Diego Arribas tiene previsto participar el próximo miércoles, 9 de octubre, como miembro del tribunal que evaluará la Tesis Doctoral de la arquitecta Andri Tsiouti, chipriota afincada en España, en la Escuela de Arquitectura de La Universitat Politècnica de Catalunya, en Barcelona.

Bajo el sugerente título de Generando patrimonio a partir de los escombros. La recuperación de los paisajes mineros en España, la doctorando defenderá su trabajo de investigación desarrollado a lo largo de cinco años en el Departament d’Urbanisme, Territori i Paisatge. Además de Arribas, el tribunal estará formado por Carles Llop, profesor de la UPC; Catalina Salvà, que hizo su tesis sobre las canteras de marés de Mallorca; Emilia Román, de la Politécnica de Madrid, que estudió las salinas de Andalucía; Roberto Matías, ingeniero de minas y especialista de Las Médulas y Diego Arribas, que desarrolló su trabajo en torno a las minas de Sierra Menera.

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