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Charo Pradas, cuarenta años de evolución en la abstracción española Charo Pradas, cuarenta años de evolución en la abstracción española
Charo Pradas junto a una de las obras que pueden verse en la Fundación

Charo Pradas, cuarenta años de evolución en la abstracción española

La muestra de la pintora de La Hoz de la Vieja estará en Cretas hasta el 21 de julio
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La exposición Charo Pradas de la pintora nacida en La Hoz de la Vieja (1961) afronta su parte final, aunque todavía hay de plazo para visitarla hasta el 21 de julio en la Fundación Germán López y Marián Sanz (C/ Mayor, 3. Cretas). Se trata de la primera colaboración entre esa Fundación y el Museo Provincial de Teruel, que quiere convertir a Cretas en un referente aragonés del arte contemporáneo. Además colaboran el Ayuntamiento de la localidad, la Galería La Casa Amarilla de Zaragoza, donde la pintora he realizado sus últimas exposiciones, la Galería Albarrán Bourdais de Madrid y Solo Houses.

En la muestra puede verse la evolución a través de los años 90 de esta artista turolense afincada en la actualidad entre Zaragoza y Barcelona. Su estilo es el orfismo o pintura órfica, corriente de vanguardia que se generó a partir del cubismo, centrada en la abstracción pura y el color vivo y saturado.

La muestra arranca con piezas de Charo Pradas realizó a finales de los años 80 y se extiende hasta la actualidad. La artista demuestra a través de sus lienzos por qué está considerada como una de las renovadoras de la pitura española, logrando combinar una sintonía evidente con las corrientes internacionales, en especial en EE.UU., al mismo tiempo que hace gala de la independencia que le ha proporcionado un estilo bien reconocible.

Alejandro Ratia, comisario de la exposición, da fe esa evolución, de las figuras hilarantes, inectos y animales de los 80, hasta símbolos sintetizados atemporales. Las formas circulares son casi omnipresentes en su obra, con una sensibilidad femenina y un “toque de brujería que Ratia compara con Louise Bourgeois o Eva Hesse.

Esas abstracciones circulares van tomando protagonismo en su obra a lo largo d elos últimos ochenta y primeros noventa, en los que el lienzo de Pradas se va iluminando y muestra alguna de las pinturas más notables del momento en España, como Efecto Poincaré o Caligo.

Cerca del cambio de milenio, Charo Pradas desarrolla lo que Ratia denomina “una devoción bretoniana por los objetos”, y cita como ejemplo característico El experimento III (1997), en la que incorpora el collage. De aquellos años es la participación de la turolense en Nuevas Abstracciones (1996), una gran exposición producida por el Museo Reina Sofía junto a los mejores pintores abstractos del mundo.

Y conforme llega y comienza el siglo XXI, los colores de la paleta de Pradas se diluyen y las formas se derriten. El dibujo firme ses transforma en gesto y en movimiento. “Charo Pradas reutiliza los lienzos órficos de los noventa y repinta sobre ellos, quedando difuminadas las viejas formas circulares tras una suerte de niebla, creciendo en primer plano criaturas plásticas más libres, de nuevo orgánicas, como en los ochenta, a veces como de pintura zen, a veces desconcertantes”, explica Alejandro Ratia.

La Fundación Germán López y Marián Sanz de Cretas contaba ya con obra de Charo Pradas, dentro de su colección permanente de arte abstracto español de los años 80, y con esta muestra temporal completa perfectamente el discurso artístico retrospectivo de la pintora de La Hoz de la Vieja.

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