Varios miembros del coro cantan mientras Montserrat Lladó toca el instrumento
Carlos Álvarez, desde Villel, devuelve a la vida al órgano de La Seu de Manresa
Una comisión de la localidad barcelonesa visita los trabajos de ampliación del instrumento
Una comitiva de 40 personas procedentes de Manresa, encabezas por el rector de La Seu de esta localidad catalana, visitó este viernes el taller de organería que tiene Carlos Álvarez en Villel, donde se ultiman los trabajos de restauración y ampliación del órgano de esta basílica. Tras un año y tres meses de trabajo la puesta a punto del instrumento, de más de ocho metros de alto, ya está completada. Ahora resta que, tras la Pascua, los cuatro organeros que trabajan en Villel desmonten el instrumento del soporte en el que fue instalado para su ampliación, lo transporten en un camión hasta Manresa y vuelva a ser montado de forma definitiva, instalado y armonizado. Carlos Álvarez calcula que esa tarea llevará un mes y medio aproximadamente, y el 15 de agosto, después de que el instrumento se haya aclimatado al espacio, está previsto que vuelva a sonar de nuevo en la Seu de Manresa, uno de los templos más característicos e impresionantes del gótico catalán.
El viernes sonaron los primeros preludios de ese concierto, durante la visita de la comisión Manresa, en la que además del rector, Joan Hakolimana, se encontraban miembros del Coro y de la Comisión Ciudadana que se formó para recaudar fondos por diferentes vías para la restauración. Entre ellos se encontraba Montserrat Lladó, organista que suele acompañar al Coro durante los oficios que se celebran en el templo, que aseguró sentirse “emocionada” después de arrancarle los primeros acordes al nuevo órgano. No solo porque desde enero de 2021 el instrumento se encontraba en Teruel sufriendo no solo una profunda restauración, sino también una importante ampliación, sino porque su sonido, su tacto y su respuesta ya no tiene nada que ver con aquel. “Antes me peleaba con el órgano”, aseguraba entre bromas, sentada al teclado, “y ahora da gusto tocarlo y escucharlo” .
El órgano de la Basílica de Manresa tiene una historia parecida al de la Catedral de Teruel, en el sentido de que pese a que el templo poseyó un instrumento desde antiguo, en este caso el año 1506, durante la Guerra Civil Española quedó completamente destruido y fue necesario cambiarlo.
En Manresa se instaló uno que originalmente procedía de la Abadía de Montserrat, fabricado por Silvio Puggina en 1922. De origen ya resultaba pequeño para las impresionantes dimensiones de la nave de La Seu, y es que, como recuerda Hakolimana, “un órgano es como la calefacción, que su sonido tiene que estar bien adaptado al interior del espacio que ocupa, y en nuestro caso se quedaba muy pequeño”. Pero es que además con el paso de los años el instrumento se había ido deteriorando hasta resultar prácticamente inservible. “Carlos (Álvarez) iba viniendo para hacer reparaciones y arreglos, pero el estado del órgano era ya muy precario y finalmente nos recomendó que teníamos que hacer una restauración completa”, narra el rector de La Seu. “Y decidimos no quedarnos en una simple restauración, ir más allá y ampliar el instrumento para adecuarlo a la basílica”.
La caja, la consola y su mueble se ha restaurado, pero el resto del instrumento, de ocho metros de alto, es completamente nuevo. “Originalmente este órgano tenía 370 tubos y ahora tiene 1.800”, explica Carlos Álvarez. “De 21 registros, con algunas extensiones, ha pasado ha tener 31, así que ha mejorado muchísimo en cuanto a su envergadura y es mucho más apropiado para sonar en un templo tan grande como La Seu de Manresa”.
Pese a que el trabajo de las cuatro personas que trabajan en el taller organero de Villel se realiza con el mimo de un artesano que funde al luthier, al carpintero y al orfebre, no prescinde de la tecnología. Entre otras cosas, algo tan elemental como los teclados, que suelen ser mecánicos, neumáticos, eléctricos o electrónicos, en el caso de Manresa utiliza tecnología NASA. “En el teclado hemos utilizado contactos Hall”, afirma Álvarez. “Funciona de manera magnética, de modo que un imán se acerca a un sensor, que detecta su cercanía y la convierte en información que se transmite desde la consola hasta la parte del órgano donde están los tubos. La gran ventaja que ofrece es que no sufre ningún tipo de desgaste, como los contactos analógicos”, además de que el organista puede regular la sensibilidad a su propia forma de ejecución.
Otro añadido que se ha realizado al órgano es un transponedor de tonos electrónico. “En los instrumentos litúrgicos que se usan para acompañar las misas y los coros suele ser una necesidad variar uno, dos o tres semitonos el tono de cada pieza, en base a los cantantes”, afirma Álvarez, quien está convencido de que un órgano es sobre todo “un instrumento funcional”, que necesita tener unas características determinadas para sonar como corresponde en función del espacio que ocupa. “Por eso era imprescindible acometer una renovación profunda del instrumento”.
Otro de los datos que impresionan es que los 1.800 tubos que en la actualidad tiene el órgano de la Seu de Manresa caben exactamente en el mismo volumen donde antes había 370, de forma que se instalará exactamente en el mismo espacio del templo donde ha estado siempre. Esto es gracias a que hoy en día se utiliza el diseño asistido por ordenador para componer el interior del instrumento, mucho más optimizado. “Antes se trabajaba con plantillas y como se podía, porque no había acceso a este tipo de tecnología”, subraya el organero de origen cubano.
La comitiva manresana aprovechó su visita a Villel para visitar la capital turolense y Albarracín, donde tenían previsto acudir hoy. Joan Hakolimana explicó que la expedición respondió a que, dado que los trabajos sobre el órgano se han prolongado durante más de un año, “nos pareció importante que la gente viera con sus propios ojos cómo está quedando el instrumento, y pudiera volver a oírlo sonar”.
“Pero es que además un órgano es una especie de edificio que solo puede verse desde fuera”, precisó Hakolimana. “En el día a día nunca vas a tener la oportunidad de ver el órgano por dentro, con todos los tubos visibles, y es una ocasión única que queríamos aprovechar”, ya que la nave en la que Carlos Álvarez tiene premontado el órgano, en perfecto estado de uso y revista, permite acceder a todas sus partes.
Hakolimana se mostró emocionado y muy satisfecho con el trabajo de Álvarez. “Es mucho mejor de lo que esperábamos, porque gracias a la tecnología y el asesoramiento de Carlos es un instrumento nuevo y mucho mejor”.
Uno de los factores que hicieron que se tomara la decisión de ampliar el órgano y no quedarse en una simple restauración fue el hecho de que, además de acompañar en la liturgia, el instrumento solía utilizarse para conciertos de organistas solistas y coro. “Pero algunos de esos conciertos programados ya no se había podido realizar porque el instrumento no daba para más”. Ahora se retomará el programa de actuaciones, “por lo que mantendrá su papel litúrgico pero también cultural”.
Hakolimana afirmó que “gracias a este órgano es como si hubiera comenzado una hermandad y un vinculo entre Manresa y Teruel que espero que crezcan con el tiempo”.
Carlos Álvarez Organeros es uno de los talleres de referencia en España en la construcción y restauración de órganos. Cuenta con una nave en Villel de 1000 metros cuadrados en cuya sala de montaje pueden reproducirse las características de humedad y temperatura de los espacios donde van a estar ubicados definitivamente los órganos para reducir su estrés durante el traslado. Al realizado trabajos para toda España y, además de la ampliación del instrumento de La Seu de Manresa que está a punto de acabar, actualmente sus cuatro empleados trabajan sobre un órgano histórico de Albacete y otro de Valencia.
El viernes sonaron los primeros preludios de ese concierto, durante la visita de la comisión Manresa, en la que además del rector, Joan Hakolimana, se encontraban miembros del Coro y de la Comisión Ciudadana que se formó para recaudar fondos por diferentes vías para la restauración. Entre ellos se encontraba Montserrat Lladó, organista que suele acompañar al Coro durante los oficios que se celebran en el templo, que aseguró sentirse “emocionada” después de arrancarle los primeros acordes al nuevo órgano. No solo porque desde enero de 2021 el instrumento se encontraba en Teruel sufriendo no solo una profunda restauración, sino también una importante ampliación, sino porque su sonido, su tacto y su respuesta ya no tiene nada que ver con aquel. “Antes me peleaba con el órgano”, aseguraba entre bromas, sentada al teclado, “y ahora da gusto tocarlo y escucharlo” .
El órgano de la Basílica de Manresa tiene una historia parecida al de la Catedral de Teruel, en el sentido de que pese a que el templo poseyó un instrumento desde antiguo, en este caso el año 1506, durante la Guerra Civil Española quedó completamente destruido y fue necesario cambiarlo.
En Manresa se instaló uno que originalmente procedía de la Abadía de Montserrat, fabricado por Silvio Puggina en 1922. De origen ya resultaba pequeño para las impresionantes dimensiones de la nave de La Seu, y es que, como recuerda Hakolimana, “un órgano es como la calefacción, que su sonido tiene que estar bien adaptado al interior del espacio que ocupa, y en nuestro caso se quedaba muy pequeño”. Pero es que además con el paso de los años el instrumento se había ido deteriorando hasta resultar prácticamente inservible. “Carlos (Álvarez) iba viniendo para hacer reparaciones y arreglos, pero el estado del órgano era ya muy precario y finalmente nos recomendó que teníamos que hacer una restauración completa”, narra el rector de La Seu. “Y decidimos no quedarnos en una simple restauración, ir más allá y ampliar el instrumento para adecuarlo a la basílica”.
La caja, la consola y su mueble se ha restaurado, pero el resto del instrumento, de ocho metros de alto, es completamente nuevo. “Originalmente este órgano tenía 370 tubos y ahora tiene 1.800”, explica Carlos Álvarez. “De 21 registros, con algunas extensiones, ha pasado ha tener 31, así que ha mejorado muchísimo en cuanto a su envergadura y es mucho más apropiado para sonar en un templo tan grande como La Seu de Manresa”.
Pese a que el trabajo de las cuatro personas que trabajan en el taller organero de Villel se realiza con el mimo de un artesano que funde al luthier, al carpintero y al orfebre, no prescinde de la tecnología. Entre otras cosas, algo tan elemental como los teclados, que suelen ser mecánicos, neumáticos, eléctricos o electrónicos, en el caso de Manresa utiliza tecnología NASA. “En el teclado hemos utilizado contactos Hall”, afirma Álvarez. “Funciona de manera magnética, de modo que un imán se acerca a un sensor, que detecta su cercanía y la convierte en información que se transmite desde la consola hasta la parte del órgano donde están los tubos. La gran ventaja que ofrece es que no sufre ningún tipo de desgaste, como los contactos analógicos”, además de que el organista puede regular la sensibilidad a su propia forma de ejecución.
Otro añadido que se ha realizado al órgano es un transponedor de tonos electrónico. “En los instrumentos litúrgicos que se usan para acompañar las misas y los coros suele ser una necesidad variar uno, dos o tres semitonos el tono de cada pieza, en base a los cantantes”, afirma Álvarez, quien está convencido de que un órgano es sobre todo “un instrumento funcional”, que necesita tener unas características determinadas para sonar como corresponde en función del espacio que ocupa. “Por eso era imprescindible acometer una renovación profunda del instrumento”.
Otro de los datos que impresionan es que los 1.800 tubos que en la actualidad tiene el órgano de la Seu de Manresa caben exactamente en el mismo volumen donde antes había 370, de forma que se instalará exactamente en el mismo espacio del templo donde ha estado siempre. Esto es gracias a que hoy en día se utiliza el diseño asistido por ordenador para componer el interior del instrumento, mucho más optimizado. “Antes se trabajaba con plantillas y como se podía, porque no había acceso a este tipo de tecnología”, subraya el organero de origen cubano.
Las entrañas del instrumento
La comitiva manresana aprovechó su visita a Villel para visitar la capital turolense y Albarracín, donde tenían previsto acudir hoy. Joan Hakolimana explicó que la expedición respondió a que, dado que los trabajos sobre el órgano se han prolongado durante más de un año, “nos pareció importante que la gente viera con sus propios ojos cómo está quedando el instrumento, y pudiera volver a oírlo sonar”.
“Pero es que además un órgano es una especie de edificio que solo puede verse desde fuera”, precisó Hakolimana. “En el día a día nunca vas a tener la oportunidad de ver el órgano por dentro, con todos los tubos visibles, y es una ocasión única que queríamos aprovechar”, ya que la nave en la que Carlos Álvarez tiene premontado el órgano, en perfecto estado de uso y revista, permite acceder a todas sus partes.
Hakolimana se mostró emocionado y muy satisfecho con el trabajo de Álvarez. “Es mucho mejor de lo que esperábamos, porque gracias a la tecnología y el asesoramiento de Carlos es un instrumento nuevo y mucho mejor”.
Uno de los factores que hicieron que se tomara la decisión de ampliar el órgano y no quedarse en una simple restauración fue el hecho de que, además de acompañar en la liturgia, el instrumento solía utilizarse para conciertos de organistas solistas y coro. “Pero algunos de esos conciertos programados ya no se había podido realizar porque el instrumento no daba para más”. Ahora se retomará el programa de actuaciones, “por lo que mantendrá su papel litúrgico pero también cultural”.
Hakolimana afirmó que “gracias a este órgano es como si hubiera comenzado una hermandad y un vinculo entre Manresa y Teruel que espero que crezcan con el tiempo”.
Carlos Álvarez Organeros es uno de los talleres de referencia en España en la construcción y restauración de órganos. Cuenta con una nave en Villel de 1000 metros cuadrados en cuya sala de montaje pueden reproducirse las características de humedad y temperatura de los espacios donde van a estar ubicados definitivamente los órganos para reducir su estrés durante el traslado. Al realizado trabajos para toda España y, además de la ampliación del instrumento de La Seu de Manresa que está a punto de acabar, actualmente sus cuatro empleados trabajan sobre un órgano histórico de Albacete y otro de Valencia.
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