“Al asumir nuestros pánicos, el vampiro se ha alzado como promesa de felicidad”
David Remartínez firma en Arpa un divertimento sociológico sobre nosferatus en todas sus versionesBuena luna, David Remartínez. ¿Tarjeta de visita? “Soy periodista, tengo 50 años, vivo en Oviedo y echo de menos Zaragoza, trabajo por mi cuenta, soy feliz cocinando, comiendo, escribiendo y bebiendo, y, en general, no he estado a la altura de la suerte que he tenido con mi vida. Ah, y me encantan los vampiros”. Y es que este crack de la escritura fina firma lo último de Arpa Editores, Una historia pop de los vampiros, un lujo de lectura obligada para nosferatus y apasionados del ajo, porque tanto los fans del género como los profanos disfrutarán de lo lindo con este libro repleto de cultura pop, vida y humor. Remartínez ha pasado este Halloween un poco triste por acontecimientos familiares, pero a la par se ha sentido orgulloso de los suyos. “Aproveché para acabar Dune, la novela, que me tiene fascinado. No entiendo por qué me gusta tanto, y eso hace que me guste aún más”. Hablamos con él sobre colmillos y de toda esta floresta mitogénica desencadenada.
-‘Una historia pop de los vampiros’. ¿Qué le llevó a escribir este rico, loco y más que ameno libro?
-Me lo propuso la editorial, Arpa, donde además trabajo, y no me lo pensé ni un segundo, porque los vampiros son una de mis muchas pasiones desde crío. Pero me costó mucho más de lo que pensé inicialmente. Quería hacer un libro que aportara algo a lo muchísimo escrito y que además fuera divertido de leer te gusten o no los vampiros, y eso, con una historia que abarca más de cinco siglos, es realmente difícil.
-Desde crío, dice. Es que, en general, el vampiro es un personaje que gusta y atrae desde la infancia.
-El miedo nace con la infancia, conforme conocemos el mundo y empieza a asustarnos. Y en ese proceso, el vampiro se aparece como un mito de miedo irresistible, porque resulta a la par fascinante y terrorífico. Y porque es imposible de comprender por completo, lo cual hace que dé mucho más miedo, reiniciando el bucle.
-Eso es verdad, y pueden ser atractivos o muy muy feos.
-Feos, feos, hay realmente pocos. Los de tipo Nosferatu. El resto, incluso en su decrepitud resultan fascinantes. Y ni te cuento cuando se trata de vampiros o vampiras contemporáneos, de los actuales, que suelen rebosar sensualidad por los colmillos.
-Sigamos con el look. ¿Qué significa el término y la realidad ‘pop’ para usted?
-Es una forma de afrontar la sociedad juguetona, que saca las cosas de contexto para quitarles gravedad, para reírse de ellas, permitiendo que las interpretemos con frivolidad, aceptando la contradicción, las múltiples lecturas para un mismo fenómeno. Y esa forma desprejuiciada de vernos como colectivo nos mejora, porque contribuye a la democracia, al aceptar que nada es solo lo que parece a simple vista y que dentro de cualquiera pueden convivir felices incongruencias. El pop nos enseña que lo importante puede ser trivial, y viceversa.
-Una forma de ver la vida, a fin de cuentas, que encaja a la perfección con el mito de Stoker.
-Sí, pero no porque él lo quisiera así, sino por cómo el teatro y el cine adaptaron a su noble transilvano con ese prisma popular. Stoker, sin pretenderlo, consolidó un mito elástico que podía evolucionar conforme lo hacían los tiempos. En el libro explico ese tránsito del vampiro clásico, encarnado por el Conde Drácula, masculino, señorial y religioso, hermoseado por el Romanticismo, hasta las vampiras pop actuales, que representan lo contrario, pues han derribado los atributos malignos de la criatura e incorporado otros puramente humanos. El vampiro ha pasado de no reflejarse en los espejos a reflejarnos a nosotros. Mientras el mundo, alrededor, se volvía cada vez más vampírico en el peor sentido.
-A eso volveremos. Mientras, Don Juan Tenorio o el amor a primer mordisco. ¿Es el vampiro la actualización de esas hermosas pulsiones románticas?
-El vampiro siempre ha sido una criatura de pulsiones primarias. Sin embargo, el amor no fue un atributo fundamental del vampiro hasta finales del siglo XX, principalmente con el ‘Drácula’ de Francis Ford Coppola, que cambia el relato original para presentarlo como un romance sublime y barroco. Desde entonces, los vampiros se enamoran ya casi siempre. Es ese proceso de asunción de anhelos y temores ajenos, que ha evolucionado el mito original hasta acercarlo a los humanos, hasta presentarlo como una versión mejorada de nosotros mismos.
-Cual Lord Byron, romántica también la versión de John Badham. Y más sexuales años antes, las de la factoría Hammer. Desmelenados o desmelenadas, cuidadín con todos ellos, aviso.
-Jajaja. De ahí parte de su magnetismo. Solo que hasta finales del siglo pasado, el placer sexual del vampiro era violento y machista. Pero desde entonces, desde que las mujeres se han instaurado como narradoras y protagonistas, el vampiro ha aprendido otras variantes del sexo distintas, diversas y más divertidas.
-Porque antes que dar miedo como zombies parásitos, las y los vampiros cuentan con mil y un registros.
-Claro. Ahora siguen dando miedo cuando es necesario, pero a la vez reflejan nuestros miedos. Y en esa dualidad se han consolidado como una metáfora absoluta. Porque ya no necesitan una coartada fantástica para aparecer en nuestras ficciones, y de ahí que los encontremos en comedias, en libros infantiles, en series adolescentes o hasta en falsos realities, como Lo que hacemos en las sombras. Se han vuelto ubicuos, justo cuando deberíamos haber dejado de creer en ellos, como hemos dejado de creer en Dios.
-¿Qué vampiros vampiras son sus preferidos?
-Tengo algunos de la vieja escuela a los que amo mucho, por lo que han significado en mi vida, pero mis favoritos son los que ocupan la segunda mitad del libro: Marceline de Hora de aventuras, La Chica de Una chica vuelve a casa sola de noche, Eve de Solo los amantes sobreviven, Fernand de Vampir y, por último, una cazavampiros: Agatha van Helsing del Drácula de la BBC.
-Como en el gran baile de Polanski, el vampiro no se refleja en el espejo, pero es gran reflejo de la sociedad de cada tiempo.
-Detrás de cada vampiro famoso de los últimos cincuenta años podemos rastrear los miedos de esa época, desde el sida hasta la precariedad laboral que nos ha impuesto el neoliberalismo. Los vampiros y las vampiras de hoy en día sufren por cosas parecidas a nosotros, no solo por su condena eterna o su sed de sangre, como antaño.
-La verdad que el sistema en el que vivimos nos lo pone muy fácil para morir sin gota de sangre.
-Jajaja, totalmente. Los trabajos nos absorben la energía, obligándonos a actualizarnos y a ser creativos constantemente por sueldos cada vez más bajos, mientras perdemos derechos laborales y se aleja la jubilación. Las redes sociales, que deberían conectarnos, nos aíslan mientras las empresas tecnológicas chupan nuestros datos personales. Los bancos nos secan los ahorros y los políticos nos asustan alentando nuestros miedos, mientras se tragan el dinero de nuestros impuestos con sus corruptelas. El gran vampiro actual es el neoliberalismo salvaje.
-Y en estas, en su ensayo periodístico se atreve a conjugar la palabra ‘felicidad’.
-Jajaja, por supuesto. Primero, porque no concibo escribir un libro si el mensaje no es alentador. No merece la pena, al menos en mi caso. Y segundo, porque el vampiro, al asumir nuestros deseos y pánicos, se ha alzado como una promesa de felicidad. Nos dice: “Soy igual que tú, pero en una versión superada, con una segunda vida, con una bola extra, en la que puedo reiniciar todo lo que te salió mal, porque ya no temo al crucifijo ni a las condenas antiguas”. Y esa es una posibilidad de futuro a la que ninguno nos podemos resistir.
-Con permiso de Bogart, más que una batcueva el vampiro es un gran refugio.
-Absolutamente. Una criatura que nos abraza, como las de ‘Hotel Transilvania’.
-Le propongo un apéndice. Después de su Joker, Jaret Leto será Morbius, el próximo spin off de Spiderman ya retrasado cinco veces.
-Pues estuve pensando a última hora incorporarlo precisamente por razones de marketing, pero lo deseché, como tantos otros vampiros, para no escribir un tostón de 500 páginas. Es tan amplia la historia de mis amigos y amigas que he preferido resumirla de forma entretenida, y además hacerlo para todos los públicos, lo cual me ha llevado más trabajo de selección que de redacción. Pero ha quedado un libro fantástico, vaya, aunque esté mal que lo diga yo, porque no se nota ese trabajo.
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