Una inscripción celtíbera hallada en Villastar cambió la historia de la lengua en Hispania
De las 323 inscripciones celtíberas de todo el mundo, 20 están en el Santuario de PeñalbaVillastar puede sacar pecho de su tradición celtíbera y no sólo por el Festival Lugnastar, que este fin de semana celebra su IV edición, sino porque las inscripciones halladas en el Santuario de Peñalba cambiaron, a mediados del siglo pasado, la historia de la lengua de Hispania. El emplazamiento con las inscripciones, algunas de ellas expoliadas a comienzos del siglo pasado pero no sin antes documentarlas, es uno de los 22 que hay en todo el mundo con grafitos rupestres y, además, de los 323 textos celtíberos localizados hasta este momento, 20 están en Villastar. Todo esto lo contó las doctora en Historia Antigua y especialista en paleografía María José Estarán este sábado ante medio centenar de vecinos que acudieron a la charla de la mañana sobre el Santuario de Villastar.
El cambio en la histórica de la lingüística lo dio la palabra veramos, escrita así y no vperamos que mostró a los investigadores que en Villastar se hablaban lenguas celtas puesto que en ellas desaparece la P entre vocales. “Hasta mitad del siglo XX se pensaba que en Hispania solo se hablaba ibérico”, explicó Estarán, quien hizo hincapié en la relevancia del hallazgo, documentado por el arqueólogo Joan Cabré.
Sin embargo, esta inscripción que cambió la historia de la lengua fue arrancada y ahora se encuentra en paradero desconocido, al igual que otras de gran relevancia, como un verso de la Eneida que fue fundamental para fijar la cronología de las inscripciones. Así, Virgilio publicó su poema épico en el año 19 a.C., por lo que los grafitos de Villastar tienen que ser posteriores a ese momento.
Caracteres
Los caracteres localizados en el Santuario de Peñalba ayudaron a su vez a confirmar una nueva letra del alfabeto latino al mostrar una S con diacrítico, en este caso un trazo horizontal que confirma que los celtíberos inventaron una nueva letra, recalcó la investigadora de la Universidad de Zaragoza.
En Villastar además de las 20 inscripciones en celtíbero hay otras en latín y en total se han documentado 39. De ellas, 17 fueron expoliadas a comienzos del siglo XX y se encuentran en el Museo Arqueológico de Cataluña, otras cinco fueron arrancadas y están en paradero desconocido y quedan 17 en el Santuario, según enumeró ayer la doctora en Historia Antigua en la charla.
El Santuario de Peñalba tiene también una gran relevancia desde el punto de vista de la religión puesto que la inscripción hallada allí ha servido para identificar tres nuevas divinidades celtibéricas que no se conocen en otros lugares, Eniorosis, Equeso y Tiatunis. Entre los grabados hay uno que los investigadores denominan la gran inscripción que es la que confirma que es un santuario. En una de las zonas del farallón, con casi dos kilómetros de grafitos, hay un espacio que llaman el gran panel de Peñalba que tiene cuatro inscripciones y tres de ellas son religiosas al hacer referencia a deidades. Algunos de los textos hablan de oraciones y procesiones. La mayor parte de los relieves están en la parte baja, mientras que en la zona alta hay unas cazoletas que María José Estarán vincula al trabajo de sacerdotes y a su uso para libaciones o ritos que consistían en derramar líquidos.
Entre los grabados está la palabra comeimu, que significa en lengua celtíbera procesión o encuentro de personas y que da idea de que había procesiones allí. Los investigadores hablan de algunos lugares en esa zona de “especial carga sagrada” porque aparecen en determinados puntos un mayor número de incisiones.
Por otro lado, una buena parte de las inscripciones son nombres celtíberos y algunos de ellos están repetidos varias veces. Los investigadores tienen pendiente hacer estudios grafológicos para saber si fueron las mismas personas las que pusieron su nombre en diferentes sitios o eran distintas personas que se llamaban de la misma manera.
Esta no es la única investigación que hay pendiente en Peñalba, donde Estarán dirige un proyecto, financiado por la Fundación Ibercaja, para prospectar la zona y contextualizar las inscripciones. Otra tarea pendiente es la localización de los fragmentos con inscripciones de gran relevancia que fueron arrancadas y están en paradero desconocido.
Conciertos de música celta
Las ponencias sobre diversas investigaciones vinculadas al mundo celtíbero y al Santuario de Peñalba han protagonizado esta IV edición de Lugnastar, el Festival de Música Celta organizado por la Asociación Cultural Santuario Celtíbero de la Montaña de Peñalba.
El presidente de la agrupación, Jesús Martín, comentó que el carácter científico de la muestra era el objetivo desde los inicios, aunque no se llegó a materializar a causa de la pandemia. En cuanto al cambio de fecha manifestó que los dos primeros años se hizo en agosto porque, debido a las restricciones marcadas por la covid, apenas había movilidad y contaron con una gran participación vecinal, pero ya el año pasado hubo menor afluencia y de ahí el cambio de calendario.
A primera hora de la mañana de ayer hubo una ruta senderista hasta el farallón donde se localizan los grabados, el denominado Santuario de Peñalba, y en la misma participaron una treintena de personas. Por la tarde el catedrático de Prehistoria Francisco Burillo habló de los modos de vida celtíberos y de la realización de la trashumancia, constatada en un yacimiento de Bronchales. Tras la ponencia, hubo dances de la mano de Os Sibailas. Después actuó el grupo Groovy Celtic Band y, ya por la noche, Lurte.
Plan director de protección del bien
El arqueólogo Javier Ibáñez es el encargado de elaborar el plan director, la herramienta que marca la hoja de ruta de los criterios de intervención en el espacio celtibérico. El experto explicó, durante la charla que ofreció el viernes por la tarde en el marco del Festival Lugnastar de Villastar, que contar con un documento es fundamental para garantizar la preservación del monumento pero también para lograr su aprovechamiento en favor del desarrollo del pueblo. “Desde luego el bien tiene una función social que es el derecho al disfrute y a que se convierta en motor para atraer persona al pueblo”, aseguró.
El arqueólogo insistió en la premura de hacer algo para preservar el yacimiento, al que actualmente se puede acceder de forma libre y puede ser pasto de actos vandálicos. “Hay que ordenar su utilización y minimizar el riesgo de agresiones”, dijo.
Ibáñez indicó que se trata de un monumento muy singular puesto que se trata del primer santuario celtibérico reconocido por todos los investigadores, pero pese a ello es un gran desconocido “porque no se valora la potencialidad que tiene”. Sin embargo, no está exento de problemas puesto que hay graves amenazas, la mayor parte de ellas vinculadas al vandalismo pero también al deterioro. El experto en arqueología ve en el un gran potencial para ofrecer una oferta singular, pero siempre vendo por su conservación.
Además, el plan director en el que está trabajando el arqueólogo no se centra en la época celtibérica, sino que también atiende al elevado folclore religioso que hay en el farallón. Javier Ibáñez recordó que hay centenares de cruces de diversos tipos y, a su juicio, el espacio fue usado como santuario durante un periodo de 20 siglos. “Como poco desde el siglo II antes de Cristo y podría llegar hasta el XVII porque aparecen calvarios, que son típicos de esta época”, argumentó, para añadir que no estaría en uso durante todo el tiempo de forma continuada.
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