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Un día aprendiendo en la naturaleza con las pinturas rupestres de Dornaque Un día aprendiendo en la naturaleza con las pinturas rupestres de Dornaque
El abrigo del Arquero de los Callejones Cerrados concitó a varios grupos

Un día aprendiendo en la naturaleza con las pinturas rupestres de Dornaque

Decenas de personas participan en las visitas guiadas para conocerlas mejor
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En pleno corazón de los Pinares de Rodeno, entre Bezas y Albarracín, emerge el Centro de Interpretación de Dornaque, uno de los puntos más emblemáticos y con concentración de elementos prehistóricos más importantes, que reflejan como fue la vida de los humanos en esa zona. Una cita este sábado en este enclave congregó a más de una decena de niños y adultos para disfrutar de la visita guiada, previamente concertada.

Más de un decena de abrigos nos dan una visión de cómo se las ingeniaban para sobrevivir, pintando aquello que veían y que luego se ha convertido en un legado, las pinturas rupestres. Cada abrigo señala un momento de la vida (casi todas alrededor de la caza), un instante en el que, nosotros los visitantes paramos y contemplamos cómo eran o imaginamos qué hacían, pero que a ellos les debió tomar su tiempo y estudio, el mismo que dedica el artista a su obra y que nos da una idea de lo importante que es el tiempo, la historia.

Juan, que desde Sevilla, buscaba guiarse a través de los letreros


El día comienza animado, buena temperatura, agradables vistas y un entorno con altísima riqueza ecológica fruto de la gran diversidad de ambientes y paisajes de este territorio. Un inmenso patrimonio natural que este parque, de la Red Natural del Gobierno de Aragón, ha protegido. Pinturas rupestres de más de 5.000 años. En el recorrido se encuentran varios grupos, los que van por libre: bien en grupos, en parejas, con familia o con amigos, y los que van en el grupo de la visita guiada, donde el experto explica cada uno de los puntos, en los que un abrigo (punto de una pintura rupestre o explicativo de la historia) da a conocer parte del tiempo pasado en el que vivieron hombres y mujeres. El interés va en aumento según vamos avanzado por el sendero, se para ver los nidos y limpiarlos, se para a rescatar el movimiento de un insecto o pequeños animales y para todo aquello que genera sorpresa, sobre todo en los pequeños. Los pájaros se oyen en el sonido de fondo que el bosque, siempre silencioso cuando el humano calla, proporciona; pero también se puede apreciar el daño que el pájaro carpintero incide en la base y tronco de algunos árboles, dañando considerablemente su corteza y poniendo en peligro su continuidad. Van a ser dos horas cargadas de información, perspicacia, ingenio, preguntas, dudas, pequeños malentendidos, respuestas y explicaciones para entender, un poco, algunas de las cosas que se nos presentan delante de nosotros y que no podemos resolver sin la ayuda de quien lo vive todos los días y lo conoce a través de su quehacer, durante muchos años, como guia y buen conocedor de lo que allí ocurre y ha ocurrido en los últimos tiempos.

Uno de los nidos que dan cabida a pequeñas aves y que protege la fauna


Seguimos caminando y viendo, hasta llegar al abrigo del Ciervo, dónde uno de los niños -y tras las explicaciones previas- pregunta al ver las rejas, ¿pero aquí vivía un ciervo?, cuestión esta que produce una sonrisa y una nueva explicación para demostrar que el arte no se explica por si solo y que necesita de alguien, más conocedor y estudioso del mismo, que nos dé la oportuna respuesta a dicha pregunta.

Juan y Alicia llegaron desde Sevilla, miraban el abrigo de la Cochinilla del Obispo y exponían porque habían elegido este centro de interpretación: “Vamos camino de Ordesa, vimos este sábado Albarracín y nos gusta mucho andar”, señalaba Alicia, a lo que Juan apostillaba “hay que verlo todo”.

Atrás ha quedado el Mirador de Peñas Royas, desde el que se ve todo el valle que mira hacia el Jiloca, donde se perciben los colores rojizos de las rocas. Aquí se aprecian los valores geológicos, la vegetación y la fauna, manifestaciones prehistóricas y aprovechamientos forestales.

Ciencia ciudadana

Conocer la historia, las actividades, talleres de aplicación o ser partícipe del trabajo diario es una forma más de ser voluntario, voluntario para cuidar, mimar, aprender y disfrutar de la naturaleza, pero al mismo tiempo ser el guardián para conducir y pregonar el mensaje del buen trato y de producir nuevo conocimiento científico a través de un proyecto estructurado de investigación colectiva, participativa y abierta. Esa es la labor del experto, que explica y enseña, cómo aplicar y tratar de forma delicada, guiando a los visitantes y proponiendo simples acertijos o cábalas, en los que la respuesta casi está implícita, pero que en los espacios naturales viene muy bien. Esto ayuda a volver a entender lo que el maestro o profesor explicaba, pero que, quizás, la falta de atención o aplicación en dichas materias (naturaleza, física, química u otras) no permiten (o permitieron) comprender mejor cosas simples.

Mikel y Enara, junto a sus hijas de cinco y dos años


Ya casi hemos terminado, es el momento de las despedidas, aclaraciones y dejar constancia de que el grupo ha participado en la actividad solicitada. Un cuestionario, a modo de valoración, pone fin a la mañana, pero no a las inquietudes y curiosidades de niños y no tan niños, que han vuelto a recordar cómo es el campo, la naturaleza y la historia.

El parque acoge otro tipo de invitados que no participan de la ruta por la historia

Paralelamente a la búsqueda de respuestas sobre el parque natural y las pinturas rupestres se desarrollan otras actividades y propuestas ajenas totalmente a la historia, al conocimiento y a lo que es el elemento propio de ese territorio.

Un grupo de seis jóvenes dedicaron su tiempo a escalar y practicar en las rocas, muy apropiadas por otra parte para mejorar el estilo y el nivel en est deporte. Pablo, llegado desde Vinaroz, comentaba que “es difícil, pero para coger trucos va muy bien este tipo de piedras y alturas”. No eran los únicos que estaban ajenos a la misión del día, ver las pinturas rupestres. Otros paseaban al abrigo de las sombras que dan los pinos y refugiándose del Sol, que para entonces ya calentaba bastante. Disfrutar de la naturaleza no tiene precio para algunos visitantes que están ávidos de dejar el asfalto y respirar aire puro, aunque sea con altas temperaturas, pero que el aire libre se encarga de mitigar.

Los paisajes de este centro de interpretación bien merecen aprovecharse de ellos y no solamente en el sentido natural, sino para recordar y aprender lo que la naturaleza guarda.

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