La imagen muestra los dos hornos que hay en Tronchón, que en su origen estuvieron cubiertos por bóvedas de las que solo se conservan los arranques
Tronchón quiere dar visibilidad a la riqueza alfarera que tuvo en el pasado
Contó con dos hornos, que funcionaron hasta 1930, y en 1830 los utilizaban seis ceramistas
Tronchón contó con unos hornos que elaboraban cerámica esmaltada y que funcionaron hasta los años 30 de la pasada década. Las huellas de esta industria de la arcilla siguen presentes tanto en las estructuras que todavía se conservan como en los restos de vajillas y baldosas, que muestran el elevado grado de refinamiento que se logró en ellos.
El alcalde de Tronchón, Roberto Rabaza, explica que en el año 1830 había seis alfareros en la localidad, que una década después se quedan en cuatro. En los comienzos del siglo XX había cuatro personas dedicadas a este oficio, pero Rabaza matiza que, aunque trabajaban de forma independiente, eran todos de apellido Lucia y miembros de una misma familia.
En la localidad se conservan los hornos, que había dos, uno de ellos de mayor tamaño y otro más pequeño. Los hornos están en terreno municipal, “lo que hace pensar que eran utilizados por todos los alfareros, que trabajaban cada uno en su obrador y luego cocían en el mismo horno”, comenta el primer edil, quien señala que los obradores sí que se ubican sobre fincas particulares.
Los hornos tenían una cavidad por debajo para meter el material para prender el fuego y unos arcos permitían el paso del calor hasta las piezas, que se colocaban en la parte de arriba. La bóveda está semidestruida, por lo que se desconoce si los materiales para cocer se introducían por ella o por la puerta que tenía el horno. “De la bóveda solo están los arranques, por lo que no sabemos si en su origen era cerrada o no”, relata Roberto Rabaza.
El pasado fin de semana se llevó a cabo una visita guiada para dar a conocer esta industria y participaron casi unas 30 personas, la mayor parte de ellas vecinas de la localidad, aunque también había asistentes procedentes de otros lugares.
Muchos de los habitantes de la localidad se sorprendieron porque, según comenta Rabaza, la mayoría pensaban que solo había un horno, y no dos. Otro dato que les llamó la atención es que hace menos de un siglo que dejaron de funcionar –el nieto del alfarero todavía vive– y, pese a ello, están prácticamente olvidados en la memoria colectiva.
Al alcalde de Tronchón le gustaría desarrollar algún proyecto de recuperación de los hornos y sobre todo para dar a conocer la importancia que tuvieron. “Tenemos una baza importante y es que se conserva toda la vajilla del antiguo hospital, está completa, hay ensaladeras, platos, cuencos…”, especifica.
Sin embargo, a él le gustaría ir un poco más allá y llevar a cabo una prospección arqueológica para localizar la zona del testar, que es donde se tiraban las piezas que salían defectuosas tras la cocción. “Si hiciéramos una cata, conoceríamos las diferentes piezas que allí se han cocido y las tendencias que hubo a lo largo de las épocas, permitiría hacer un estudio muy exhaustivo del trabajo que se desarrolló en esos alfares”, argumenta Roberto Rabaza.
Una de las acciones que sí llevarán sin duda a cabo en un futuro próximo es una jornada para que la gente del pueblo y de la zona desempolve las piezas antiguas que conserva en casa con el fin de catalogarlas y ponerlas en valor.
Para poder llevar a cabo la visita guiada se limpió de maleza la zona, ya que las estructuras habían quedado prácticamente cubiertas por las zarzas. Otro de los objetivos que persigue el Ayuntamiento de la localidad es consolidar las estructuras para que evitar un deterioro mayor con el fin de, en un futuro, acondicionar los edificios y poner unos paneles explicativos para que el visitante se haga una idea del trabajo que se desarrollaba en los hornos de cocción.
El de Tronchón no es el único horno que había en el Maestrazgo, ya que se conservaba otro en Montoro de Mezquita, que sin embargo era de menor envergadura y además está en peor estado de conservación.
La visita se ha enmarcado dentro de la celebración del Día Europeo del Patrimonio y forma parte del Programa Artech que promueve la Comarca del Maestrazgo. El objetivo es dar a conocer espacios y lugares del patrimonio cultural desconocidos o poco accesibles. Se trata de espacios que, en ocasiones, también tienen un alto grado de desconocimiento para los oriundos del lugar.
El programa incluye diversas visitas guiadas por elementos con interés patrimonial de la comarca y que, habitualmente, pasan desapercibidos al visitantes. Las actividades se iniciaron en Mirambel, con una visita a la restauración de las pinturas del convento de las Agustinas que se está desarrollando actualmente. Además, para este sábado, 2 de octubre, está previsto un recorrido para conocer con todo lujo de detalles las decoraciones incluidas en la portada gótica de la iglesia de San Miguel de Castellote
El alcalde de Tronchón, Roberto Rabaza, explica que en el año 1830 había seis alfareros en la localidad, que una década después se quedan en cuatro. En los comienzos del siglo XX había cuatro personas dedicadas a este oficio, pero Rabaza matiza que, aunque trabajaban de forma independiente, eran todos de apellido Lucia y miembros de una misma familia.
En la localidad se conservan los hornos, que había dos, uno de ellos de mayor tamaño y otro más pequeño. Los hornos están en terreno municipal, “lo que hace pensar que eran utilizados por todos los alfareros, que trabajaban cada uno en su obrador y luego cocían en el mismo horno”, comenta el primer edil, quien señala que los obradores sí que se ubican sobre fincas particulares.
Los hornos tenían una cavidad por debajo para meter el material para prender el fuego y unos arcos permitían el paso del calor hasta las piezas, que se colocaban en la parte de arriba. La bóveda está semidestruida, por lo que se desconoce si los materiales para cocer se introducían por ella o por la puerta que tenía el horno. “De la bóveda solo están los arranques, por lo que no sabemos si en su origen era cerrada o no”, relata Roberto Rabaza.
El pasado fin de semana se llevó a cabo una visita guiada para dar a conocer esta industria y participaron casi unas 30 personas, la mayor parte de ellas vecinas de la localidad, aunque también había asistentes procedentes de otros lugares.
Caídos en el olvido
Muchos de los habitantes de la localidad se sorprendieron porque, según comenta Rabaza, la mayoría pensaban que solo había un horno, y no dos. Otro dato que les llamó la atención es que hace menos de un siglo que dejaron de funcionar –el nieto del alfarero todavía vive– y, pese a ello, están prácticamente olvidados en la memoria colectiva.
Al alcalde de Tronchón le gustaría desarrollar algún proyecto de recuperación de los hornos y sobre todo para dar a conocer la importancia que tuvieron. “Tenemos una baza importante y es que se conserva toda la vajilla del antiguo hospital, está completa, hay ensaladeras, platos, cuencos…”, especifica.
Sin embargo, a él le gustaría ir un poco más allá y llevar a cabo una prospección arqueológica para localizar la zona del testar, que es donde se tiraban las piezas que salían defectuosas tras la cocción. “Si hiciéramos una cata, conoceríamos las diferentes piezas que allí se han cocido y las tendencias que hubo a lo largo de las épocas, permitiría hacer un estudio muy exhaustivo del trabajo que se desarrolló en esos alfares”, argumenta Roberto Rabaza.
Una de las acciones que sí llevarán sin duda a cabo en un futuro próximo es una jornada para que la gente del pueblo y de la zona desempolve las piezas antiguas que conserva en casa con el fin de catalogarlas y ponerlas en valor.
Para poder llevar a cabo la visita guiada se limpió de maleza la zona, ya que las estructuras habían quedado prácticamente cubiertas por las zarzas. Otro de los objetivos que persigue el Ayuntamiento de la localidad es consolidar las estructuras para que evitar un deterioro mayor con el fin de, en un futuro, acondicionar los edificios y poner unos paneles explicativos para que el visitante se haga una idea del trabajo que se desarrollaba en los hornos de cocción.
El de Tronchón no es el único horno que había en el Maestrazgo, ya que se conservaba otro en Montoro de Mezquita, que sin embargo era de menor envergadura y además está en peor estado de conservación.
La visita se ha enmarcado dentro de la celebración del Día Europeo del Patrimonio y forma parte del Programa Artech que promueve la Comarca del Maestrazgo. El objetivo es dar a conocer espacios y lugares del patrimonio cultural desconocidos o poco accesibles. Se trata de espacios que, en ocasiones, también tienen un alto grado de desconocimiento para los oriundos del lugar.
El programa incluye diversas visitas guiadas por elementos con interés patrimonial de la comarca y que, habitualmente, pasan desapercibidos al visitantes. Las actividades se iniciaron en Mirambel, con una visita a la restauración de las pinturas del convento de las Agustinas que se está desarrollando actualmente. Además, para este sábado, 2 de octubre, está previsto un recorrido para conocer con todo lujo de detalles las decoraciones incluidas en la portada gótica de la iglesia de San Miguel de Castellote
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