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San Miguel de Orrios se levantó como iglesia y se voló en la guerra civil al reconvertirlo en polvorín San Miguel de Orrios se levantó como iglesia y se voló en la guerra civil al reconvertirlo en polvorín
Vista aérea de los restos de su entorno

San Miguel de Orrios se levantó como iglesia y se voló en la guerra civil al reconvertirlo en polvorín

En primavera se realizaron trabajos arqueológicos para conocer información con la que poner en valor el templo
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Por José Francisco Casabona, Javier Ibáñez & Rubén Sáez

Hasta la primavera del pasado año, únicamente se conservaban unos pocos restos visibles del viejo templo de San Miguel de Orrios, construido como iglesia y destruido mientras servía de polvorín. Apenas un arruinado paredón rodeado de vegetación, situado junto al camino de Orrios a Escorihuela, no muy lejos del vado que permite cruzar el río Alfambra hacia el Molino de la Máquina.

El edificio se construyó sobre los restos de una antigua alquería andalusí; ésta había sido reocupada tras la conquista aragonesa, pudiendo identificarse con la aldea de Miraveto, perteneciente a la Orden de Monte Gaudio y citada en la Carta de Población de Alfambra (1174-1176), en cuyos términos se integraba. Los restos de estos sucesivos asentamientos se desparraman por la ladera, a cuyo pie se encontraba el templo. En la parte más alta se conservan estructuras de una fortificación desde la que se controla el valle. Y en un relieve contiguo podemos identificar la presencia de varias cuevas excavadas en la roca, siguiendo un modelo de hábitat muy característico del periodo islámico en el Valle del Alfambra.

Como en otros muchos casos, la repoblación aragonesa de Miraveto no cuajó, y la aldea y su término acabó incorporada al de Orrios. Tras la integración de Monte Gaudio en el Temple, pasó a pertenecer a esta última orden militar; y posteriormente a la Orden de San Juan de Jerusalén, manteniendo siempre una especial vinculación con Alfambra.

Los trabajos arqueológicos realizados durante la pasada primavera estaban destinados a obtener una mayor información del enclave y a la puesta en valor de los restos del templo. Los resultados obtenidos han superado las expectativas, tanto por las proporciones del edificio, como por el nivel de conservación y su interés.
 

Plano. Hipótesis de reconstrucción


Así, se ha definido una construcción de 15,65 metros de largo por 6,60 metros de ancho, dimensiones considerables para una ermita de su tipología. La altura máxima original estaría entre 4,5 y 5 metros y en el paramento conservado se aprecian los restos del asiento de las tejas cerámicas que formarían la cubierta, en la parte inferior de la vertiente. 

El edificio se articulaba mediante cuatro tramos separados por arcos diafragma, tallados en buena sillería, sobre los que apoyaría la techumbre de madera a dos vertientes. La anchura aproximada entre los arcos es de 3,20 metros 

En el lado meridional, junto al tramo de los pies, se conservan los restos de una puerta. En el interior se detectó el umbral marcado mediante una gran losa de caliza negra.  El tramo de los pies presenta un banco corrido adosado a los muros.  La cabecera, orientada al Este, es recta.

Los muros estaban realizados mediante mampostería de caliza, de grandes dimensiones en el tramo de los pies y más pequeños y regulares en la zona de la cabecera. Estaban trabados con mortero de cal, mientras que los suelos y revestimientos se hicieron con yeso. Los paramentos se decoraban con motivos incisos, imitando el despiece de la sillería.

Del estudio preliminar se deduce que pudo haber varios momentos constructivos, siendo el tramo de los pies (el que se conservaba en altura) el más reciente, sin que podamos precisar si fue una ampliación o la reconstrucción del mismo. Para ello se realizó una explanación del terreno, nivelando una pequeña plataforma junto a las tierras de cultivo. Los cimientos de los arcos alcanzan una considerable profundidad y se ejecutaron con un excelente mortero de cal.
 

Proceso de excavación. El suelo se encontraba dañado por varias intrusiones


Los materiales arqueológicos asociados han sido escasos, pero clarificadores. Bajo las cotas del pavimento han aparecido algunas cerámicas grises de cronología medieval; en la zona de la cabecera cerámicas de la serie verde y morada de Teruel (siglos XIV-XV). En ambos casos ilustrarían las fases de construcción y uso del templo.

Pero, en los niveles más superficiales se han encontrado elementos correspondientes a la Guerra Civil: restos de anillas de correajes, fragmentos de granada de mano, metralla, fulminantes, restos de munición, etc. Estas piezas explican el uso final del edificio: un polvorín del ejército republicano, que, en su proceso de retirada de éste, en 1938, fue volado, como queda patente por el tipo de las grietas de los paramentos conservados.

Estos daños sugieren una explosión desde el interior, tal y como mantiene también la tradición oral de Orrios. El abandono y la reutilización de los mejores materiales, especialmente de los sillares de los arcos, llevaron al edificio a la situación de avanzada ruina, previa a la intervención de 2022. Por fortuna, los restos sobrevivieron con limitados daños a la canalización de la acequia que discurre junto al camino, realizada en los años 80 del siglo XX y que ahora le sirve de límite.

Además de los trabajos de excavación, se han realizado diversas labores de consolidación del banco corrido y un sellado preventivo de algunas grietas (a cargo de la restauradora Encarna Ripollés). Además, se han protegido los niveles de suelo mediante capas de árido fino, geotextil y tierra. Igualmente, se ha instalado una mesa de interpretación donde se sintetiza la información disponible.

Construcción

La Ermita de San Miguel debió construirse a lo largo del siglo XV. Constituye un magnífico ejemplo de una tipología de templo gótico, bien representada en la provincia de Teruel durante los siglos XIV, XV y parte del XVI. La advocación también se documenta en poblaciones cercanas, para estas mismas fechas e igualmente asociada a caminos; debe ponerse en relación con el deseo de proteger el territorio y las vías de comunicación que lo recorren.

Sin embargo, aún restan muchos puntos oscuros por responder: ¿existió otro templo bajo el actual, que guardara relación con la aldea medieval?; ¿el edificio forma parte de un conjunto de estructuras más amplio? Algunas respuestas se intuyen, pues en la zona de la cabecera parece haber una continuidad de estructuras que será necesario seguir investigando, mientras que otras permanecen bajo los niveles de suelo.

El edificio permaneció en uso hasta la Guerra Civil, dramático episodio que alteró profundamente el panorama patrimonial de nuestra provincia. La voladura del polvorín puso fin esta secular construcción y supuso el inicio de un proceso de degradación que se prolongó hasta esta pasada primavera.

En San Miguel de Orrios se proyecta una secuencia histórica que alcanza desde la consolidación medieval del territorio hasta el siglo XX. Es indiscutible el interés que posee su recuperación y su resignificación, como un nuevo hito turístico-cultural de este importante camino que vertebraba el valle del Alfambra. Para culminar este proceso, será necesario acometer algunos trabajos de excavación complementaria y una ineludible restauración que permita a estas piedras seguir en pie varios siglos más.

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