

Ródenas, la marcada personalidad que la piedra roja confirió a la arquitectura tradicional
Los afloramientos de rodeno de gran calidad constructiva permitió la talla de excelentes dinteles monolíticosEl castillo de Ródenas fue clave en la defensa de la parte septentrional de la taifa de Albarracín
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Los orígenes de Ródenas los encontramos en las altas peñas sobre las que se asienta su milenario Castillo, a cuya historia, leyendas y presencia en la literatura medieval ya nos referimos en el reportaje anterior.
Abajo, a los pies de esa montaña, se encuentra la Villa, que descendió desde las inmediaciones del Castillo en un momento aún no precisado de la Baja Edad Media. Y al igual que sucede con la fortaleza, tiene la marcada personalidad que le otorga el rodeno con el que se construyeron sus muros.
Casas y palacios de rodeno
Durante más de medio milenio, la presencia de afloramientos de rodeno de excelente calidad constructiva permitió la talla de monumentales dinteles monolíticos o de grandes dovelas para arcos de medio punto, presentes en las fachadas de los edificios más destacados de la Villa; estos elementos se acompañan de sillares en esquinas y en jambas y alfeizares, todos ellos perfectamente ejecutados. El resto de los paramentos se realizaba con mampostería, en algunos casos cuidadosamente “paredada” y en otros encofrada junto con abundante mortero de cal y/o yeso.
El resultado final son edificios en los que se combinaban el color rojizo del rodeno, presente en los elementos más destacados de la fachada (vanos y esquinas), con el blanco de las juntas o de los revestimientos, o con la desordenada amalgama de ambos colores en los muros encofrados.
Un paseo por el casco urbano nos permitirá ver buenos ejemplos de lo indicado. El conjunto más destacado es el formado por la Casa del Olmo y los palomares turriformes, en las proximidades de la antigua iglesia.
La Casa del Olmo fue la principal morada de los Martínez Rubio, algunos de cuyos miembros ostentaron importantes cargos (virrey de Cerdeña, Sicilia y Nápoles, arzobispo de Palermo). La parte más antigua del edificio (de primeras décadas del siglo XVI) presenta una gran portada con arco de medio punto; su clave fue picada para encajar el escudo de armas familiar, con la divisa “In hoc signo vincit” (“con este signo vencerás”). Haciendo ángulo recto con la fachada, en una ampliación de la casa se instaló otra portada con arco de medio punto, que podría corresponder a la época en la que el edificio fue dividido entre dos hermanos, también en el siglo XVI. Ambas entradas están protegidas por una aspillera y dos pequeñas troneras.
Frente a la casona, en unas amplias cerradas, hay dos monumentales palomares turriformes, uno de ellos ya documentado en 1522. Están construidos con mampostería encofrada, dinteles monolíticos en las puertas y grandes sillares en las esquinas. El mejor conservado tiene una cubierta de una sola agua, partida en dos alturas y rematada con seis “pináculos”, los dos frontales sobre canes que sobresalen de la fachada. Estas estructuras de carácter aristocrático recuerdan tanto a las torres defensivas, que un importante estudioso de los castillos turolenses les atribuyó funciones militares.
La intensidad del juego cromático entre el rojo del rodeno y el blanco del mortero alcanza su máximo exponente en la Casa de los Julianes, edificio de finales del siglo XVII. Su fachada tiene una cuidada composición, presidida por una gran portada con arco de medio punto, flanqueada por bancos corridos con reposabrazos y rematada con una cornisa pétrea moldurada. Los restantes vanos tienen jambas con grandes bloques de piedra, dinteles monolíticos y, en algunos casos, alfeizar moldurado o una excelente rejería.
También debió ser espectacular la desaparecida casona de la que procede la monumental portada recuperada como acceso al parque infantil; esta casona perteneció también a los Julianes, siendo posteriormente utilizada como posada.
Pero la nómina de casas y casonas es mucho más amplia, como queda reflejada en el plano anexo.
Edificios religiosos
Los edificios religiosos de Ródenas también están construidos con rodeno. La antigua iglesia se situaba cerca de la Casa del Olmo; era un edificio de una nave con cuatro tramos y capillas laterales entre los contrafuertes. Tras la construcción en el siglo XVI de la nueva parroquial, el edificio se transformó en la ermita de Santa Catalina y se siguió utilizando el cementerio anexo, que acabó por invadir todo el recinto. En la actualidad se mantienen en pie dos de las tres capillas del lado del Evangelio, cubiertas con bóveda de crucería, la cabecera con testero recto y el muro perimetral del recinto. Futuras intervenciones arqueológicas podrían sacar a la luz las restantes estructuras, hasta completar la planta del templo. En la parroquial del siglo XVI se conservan dos interesantes piezas que provienen de este edificio: el retablo de San Juan Bautista (fechado hacia 1430) y una tabla de Santa Catalina (segunda mitad del siglo XV) atribuida al Maestro de la Florida.
La nueva iglesia, también bajo la advocación de Santa Catalina, es un edificio gótico-renacentista declarado Bien de Interés Cultural. En 1551 el Concejo de Ródenas compró el espacio sobre el que se asienta, y en 1558 el obispo de Albarracín ordenó su construcción, al considerar que el templo anterior se había quedado pequeño y estaba alejado del caserío. Pero las obras, a cargo de Alonso de Barrio Dajo, tardaron casi un cuarto de siglo en iniciarse, concluyéndose hacia 1592. Es un edificio de una sola nave de cuatro tramos y capillas entre los contrafuertes. Aunque la cabecera es poligonal, las dos sacristías que la flanquean conforman un testero recto.
Por el exterior, es un edificio muy sobrio, en el que destaca su portada renacentista y la torre campanario de tres cuerpos (dos de planta cuadrada y el superior octogonal), situado a los pies. Pero el interior sorprende, especialmente por la gran variedad de sistemas de cubierta, todas ellas excelentemente realizadas con piedra rodeno; junto a las típicas bóvedas de crucería estrellada del gótico tardío, presentes en la cabecera, la nave, el coro y en alguna capilla, nos encontramos distintos tipos de cubiertas renacentistas en las capillas laterales: bóvedas de medio punto con casetones, cúpula de casetones y bóveda de arista con lunetos y casetones; pero la que creemos más interesante es una cúpula vaída avenerada, desde cuya clave asoma Dios Padre, rodeado de los cuatro evangelistas (situados en las pechinas), combinando el uso del rodeno con el de una piedra blanca.
Si a lo dicho, le sumamos su excelente dotación de retablos, no debemos de extrañarnos de que en 1618 fuera considerada como la iglesia parroquial con mejores capillas del obispado de Albarracín. En nuestra visita al interior, no debemos dejar de fijarnos en el singular púlpito de hierro forjado de 1599, un elemento único en nuestra provincia, ni en los retablos medievales ya mencionados al hablar de la iglesia anterior.
Fuera del casco urbano se encuentra la Ermita de los Poyales, centro devocional de Ródenas y del vecino municipio de Villar del Salz. Fue construida en el siglo XVI sobre una antigua necrópolis ibérica. Es un edificio de una nave y cabecera poligonal, construido también con piedra rodeno; tiene una sencilla portada con dintel monolítico en el que se ha tallado un arco rebajado y la inscripción “AÑO 1581”. En el interior, llama la atención el peculiar refuerzo utilizado en uno de los arcos diafragma sobre los que descansa la cubierta.
La arquitectura del agua
La famosa Cisterna de Ródenas es otra de las construcciones declaradas Bien de Interés Cultural. Está tallada en un afloramiento de rodeno, material también presente en el resto de las estructuras que la conforman. Situada en un declive, se alimenta mediante una red de pequeños canales picados en la roca, que descienden desde las peñas que dominan la población hasta un vaso de decantación, igualmente cincelado en el rodeno. Los muros perimetrales son de sillería; en el frontal se abre una puerta con dintel monolítico y jambas ligeramente abocinadas. Está cubierta mediante una bóveda rebajada de sillería, sobre la que se asienta una especie de “tejadillo escalonado” de losas perfectamente escuadradas. Como remate, hay un característico brocal con forma de torrecilla de planta circular al exterior y hexagonal al interior, y con una abertura cuadrangular en su parte posterior que permitía la extracción de agua. La estructura es generalmente considerada de época andalusí, aunque su datación es complicada.
En 1522 ya se documenta la existencia de una fuente en las proximidades de la Casa del Olmo. Y en 1558 ya existía la fuente de la plaza, que durante muchos años estuvo empotrada en la monumental casona que aún pervive en la misma. En 1944 fue sustituida por la actual fuente, de excelente sillería, situada en el extremo opuesto de la plaza, junto a las Antiguas Escuelas (actual Ayuntamiento).
No podemos concluir esta breve panorámica de Ródenas sin dedicar unas palabras al singular Lavadero del Navajo. Está formado por un conjunto de pilas o “picas” monolíticas, talladas en grandes bloques de rodeno. A diferencia de otros lavaderos, las “picas” de Ródenas eran de uso individual y el agua debía extraerse manualmente de dos pozos, que tenían agua de diferentes cualidades. Algunas casas del pueblo aún conservan estas “picas”, que con frecuencia se situaban en el exterior, junto a la puerta de entrada.
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