Algunos participantes pelan vigas mientras otros escamondan los sauces. J. L. R.
Ni el frío ni el viento ni la lluvia amansan el ánimo de los voluntarios del festival A Escamondar
Más de cien personas participaron en la fiesta de la recuperación de la escamonda en Fuentes Calientes
Ni la lluvia ni el frío ni el viento pudieron con el ánimo de las más de cien personas que este sábado se dieron cita en Fuentes Calientes para recuperar, un año más, la práctica de la escamonda. El sentimiento de arraigo, el cuidado de unos árboles centenarios y de un paisaje propio, el compañerismo y el placer de participar en una causa común fueron algunos de los ingredientes que se aliaron para hacer de esta edición del festival A Escamondar la más populosa de su historia.
Aunque el viernes los organizadores tenían confirmadas más de 140 personas para comer el sábado, las inclemencias climatológicas no arrugaron el ánimo de casi ninguno y se logró duplicar la cifra de 60 participantes de la edición de 2023.
Uno de los vecinos de Fuentes Calientes y promotores de esta actividad, Olmo Escriche, recordó que el sábado se empezó “un poco más tarde de lo previsto porque estaba lloviendo” aunque celebró que “la gente ha respondido y ha venido a pesar del mal tiempo”. Escriche aseguró que no estaban “dando abasto” a descargar madera de los remolques de sus tractores con los que trasladaban las vigas de sarga troceadas para calentar sus hogares durante el invierno.
Las dudas sobre si lluvia volvería a hacer acto de presencia en el paraje de Las Fuentes, los organizadores apostaron porque los participantes no se desplazaran hasta allí caminando, como estaba previsto, y que lo hicieran en sus coches. Los vehículos, muchos de ellos furgonetas camperizadas, quedaron estacionados en un terreno próximo a este paraje donde se habían habilitado distintos espacios. Junto a los fogones del merendero se instalaron las ollas de caldo para el almuerzo y un poco más abajo una barra en la que quien quisiera podía tomar un refresco dejando un donativo establecido en una hucha con forma de tocón de madera.
A unos pocos metros, más cerca del regato de agua junto al que crecen unas decenas de sauces, se marcaron concuerdas y estacas tres parcelas en las que de forma sucesiva se fueron llevando durante la mañana las vigas de los trasmochos que los encargados de escamondar los árboles iban cortando. Entre un continuo sonido de motosierra, solo interrumpido por las voces de ánimos y cánticos futbolísticos que uno de los participantes locales, Jesús Ferrer, emitía con su inseparable megáfono, las decenas de voluntarios cargaban los remolques según iban llegando a la parcela destinada al corte. Al mismo tiempo, en la siguiente, otras personas organizaban las ramas a la espera de la llegada de los cortadores.
A primera hora y junto a la barra de las bebidas, un grupo de chicas trataba de entrar en calor antes de ponerse manos a la obra. María José Bermejo, de Perú y que apenas lleva unos meses en España, llegó a Fuentes Calientes por recomendación de una amiga suya. “Lo primero que me contaron (de A Escamondar) es que si llovía o nevaba se iba a suspender”, recordó Bermejo, bromeando un reproche a su amiga, aunque acto seguido mostró su disposición a que “si hay cosas que hacer, se hacen”. Esta joven ya se había interesado por saber qué es la práctica de la escamonda y cómo ayuda a los árboles. “Me parece una gran idea y organizarlo así me parece muy bien porque es muy comunitario”. A su lado, Celeste León, cordobesa, no escatimó en elogios para la fiesta asegurando que le “parece una oportunidad para afianzar el sentimiento de comunidad y de identidad del pueblo. Es un acto solidario y una buena actividad llena de valores. Valores de cuidar la naturaleza, de unión entre las personas, aprendizaje entre distintas generaciones, de identidad de territorio y de su defensa y orgullo”.
Apenas a unos 50 metros más abajo y solo media hora después, Sergio Novella cargaba ramas de todos los tamaños para llevarlas a las zonas de corte. Novella, para quien esta era su primera participación en esta fiesta, explicó que había ido a Fuentes Calientes a “ayudar a la gente del pueblo a hacer leña. Tengo conocidos y he querido echarles una mano”. Los argumentos con los que le habían convencido le resultaron irrebatibles: “Pasarlo bien, trabajar un poquito y, después, un poquito de fiesta”.
Blandiendo su inseparable megáfono, Jesús Ferrer estuvo toda la mañana alternando chistes, ánimos y su particular versión del éxito de 1996 El Venao, de Los Cantantes. Natural del pueblo, aseguró que había acudido al festival porque le “mola el tema de la escamonda y hacer leña” porque, continuó, le “encanta el fuego”. Pero, sobre todo, dijo estar allí para “echar una mano”. Ferrer insistió en que “la escamonda es algo necesario para los árboles porque para que sigan sobreviviendo es necesario tirar las vigas más grandes”. Este vecino, seguidor acérrimo del Club Deportivo Teruel, celebró que Fuentes Calientes existe “esta forma de hacer las fiestas, recuperando cosas que se están perdiendo como la escamonda”.
Aunque inicialmente estaba previsto comer en Las Fuentes, finalmente se decidió hacerlo en la nave municipal. “Tenemos plan A, B, C ... hasta Z”, bromeó por la mañana Ignacio, miembro de la organización.
Tras la comida, el ex director del Parque Cultural del Chopo Cabecero, Chabier de Jaime, pronunció una conferencia en la que destacó los valores ambientales y culturales de los trasmochos y alabó las “iniciativas que se están poniendo en marcha desde las instituciones y también desde la sociedad civil, como es el caso -dijo- de A Escamondar”.
Por la tarde se repartieron pastas y mistela y se prendió la gran hoguera que desde la mañana aguardaba en el centro de la plaza alrededor de un tronco viejo de chopo.
Con la llegada de la noche el ambiente festivo se impuso tras una jornada intensa y la nave municipal se convirtió en el epicentro del jolgorio. El guateque comenzó de la mano de Carlos Jaimete. Tras un intermedio para cenar, siguió la fiesta con todos los ojos y oídos puestos en el escenario habilitado en el fondo de la nave, vestidos con faldas serigrafiadas con el anagrama de la fiesta y presidida por un inmenso tronco que ocultaba la mesa de sonido. Por allí desfilaron Estinki 2 Huesos, DJ Paco Nogue, Dj Txupatxanguez, Dj Aprendiz de Cardelina y Dj Natxete Matxete.
Aunque el viernes los organizadores tenían confirmadas más de 140 personas para comer el sábado, las inclemencias climatológicas no arrugaron el ánimo de casi ninguno y se logró duplicar la cifra de 60 participantes de la edición de 2023.
Uno de los vecinos de Fuentes Calientes y promotores de esta actividad, Olmo Escriche, recordó que el sábado se empezó “un poco más tarde de lo previsto porque estaba lloviendo” aunque celebró que “la gente ha respondido y ha venido a pesar del mal tiempo”. Escriche aseguró que no estaban “dando abasto” a descargar madera de los remolques de sus tractores con los que trasladaban las vigas de sarga troceadas para calentar sus hogares durante el invierno.
Las dudas sobre si lluvia volvería a hacer acto de presencia en el paraje de Las Fuentes, los organizadores apostaron porque los participantes no se desplazaran hasta allí caminando, como estaba previsto, y que lo hicieran en sus coches. Los vehículos, muchos de ellos furgonetas camperizadas, quedaron estacionados en un terreno próximo a este paraje donde se habían habilitado distintos espacios. Junto a los fogones del merendero se instalaron las ollas de caldo para el almuerzo y un poco más abajo una barra en la que quien quisiera podía tomar un refresco dejando un donativo establecido en una hucha con forma de tocón de madera.
A unos pocos metros, más cerca del regato de agua junto al que crecen unas decenas de sauces, se marcaron concuerdas y estacas tres parcelas en las que de forma sucesiva se fueron llevando durante la mañana las vigas de los trasmochos que los encargados de escamondar los árboles iban cortando. Entre un continuo sonido de motosierra, solo interrumpido por las voces de ánimos y cánticos futbolísticos que uno de los participantes locales, Jesús Ferrer, emitía con su inseparable megáfono, las decenas de voluntarios cargaban los remolques según iban llegando a la parcela destinada al corte. Al mismo tiempo, en la siguiente, otras personas organizaban las ramas a la espera de la llegada de los cortadores.
A primera hora y junto a la barra de las bebidas, un grupo de chicas trataba de entrar en calor antes de ponerse manos a la obra. María José Bermejo, de Perú y que apenas lleva unos meses en España, llegó a Fuentes Calientes por recomendación de una amiga suya. “Lo primero que me contaron (de A Escamondar) es que si llovía o nevaba se iba a suspender”, recordó Bermejo, bromeando un reproche a su amiga, aunque acto seguido mostró su disposición a que “si hay cosas que hacer, se hacen”. Esta joven ya se había interesado por saber qué es la práctica de la escamonda y cómo ayuda a los árboles. “Me parece una gran idea y organizarlo así me parece muy bien porque es muy comunitario”. A su lado, Celeste León, cordobesa, no escatimó en elogios para la fiesta asegurando que le “parece una oportunidad para afianzar el sentimiento de comunidad y de identidad del pueblo. Es un acto solidario y una buena actividad llena de valores. Valores de cuidar la naturaleza, de unión entre las personas, aprendizaje entre distintas generaciones, de identidad de territorio y de su defensa y orgullo”.
Apenas a unos 50 metros más abajo y solo media hora después, Sergio Novella cargaba ramas de todos los tamaños para llevarlas a las zonas de corte. Novella, para quien esta era su primera participación en esta fiesta, explicó que había ido a Fuentes Calientes a “ayudar a la gente del pueblo a hacer leña. Tengo conocidos y he querido echarles una mano”. Los argumentos con los que le habían convencido le resultaron irrebatibles: “Pasarlo bien, trabajar un poquito y, después, un poquito de fiesta”.
Blandiendo su inseparable megáfono, Jesús Ferrer estuvo toda la mañana alternando chistes, ánimos y su particular versión del éxito de 1996 El Venao, de Los Cantantes. Natural del pueblo, aseguró que había acudido al festival porque le “mola el tema de la escamonda y hacer leña” porque, continuó, le “encanta el fuego”. Pero, sobre todo, dijo estar allí para “echar una mano”. Ferrer insistió en que “la escamonda es algo necesario para los árboles porque para que sigan sobreviviendo es necesario tirar las vigas más grandes”. Este vecino, seguidor acérrimo del Club Deportivo Teruel, celebró que Fuentes Calientes existe “esta forma de hacer las fiestas, recuperando cosas que se están perdiendo como la escamonda”.
Aunque inicialmente estaba previsto comer en Las Fuentes, finalmente se decidió hacerlo en la nave municipal. “Tenemos plan A, B, C ... hasta Z”, bromeó por la mañana Ignacio, miembro de la organización.
Tras la comida, el ex director del Parque Cultural del Chopo Cabecero, Chabier de Jaime, pronunció una conferencia en la que destacó los valores ambientales y culturales de los trasmochos y alabó las “iniciativas que se están poniendo en marcha desde las instituciones y también desde la sociedad civil, como es el caso -dijo- de A Escamondar”.
Por la tarde se repartieron pastas y mistela y se prendió la gran hoguera que desde la mañana aguardaba en el centro de la plaza alrededor de un tronco viejo de chopo.
Con la llegada de la noche el ambiente festivo se impuso tras una jornada intensa y la nave municipal se convirtió en el epicentro del jolgorio. El guateque comenzó de la mano de Carlos Jaimete. Tras un intermedio para cenar, siguió la fiesta con todos los ojos y oídos puestos en el escenario habilitado en el fondo de la nave, vestidos con faldas serigrafiadas con el anagrama de la fiesta y presidida por un inmenso tronco que ocultaba la mesa de sonido. Por allí desfilaron Estinki 2 Huesos, DJ Paco Nogue, Dj Txupatxanguez, Dj Aprendiz de Cardelina y Dj Natxete Matxete.
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