Mariano López cocinando las patatas revolconas que comió la Peña Los Yankis en el Calvario de Cella
Los cellanos acuden de forma masiva al Calvario, donde se repartieron 3.700 panes el 23 de abril
“El tiempo en Cella no acompaña mucho, pero da igual, hemos subido hasta nevando”
Miguel Villa se cogió el 23 y el 24 de abril vacaciones –vive en Valencia y San Jorge no es festivo– para poder cumplir con la tradición de hacerles el arroz a sus amigos de la Peña La Cuesta de Cella. Llevan toda la vida comiendo cada 23 de abril juntos, aunque haga viento, como este martes, llueva o truene. “El tiempo no acompaña, pero da igual, hemos subido hasta con nieve”, decían. A las 14:30 la mesa estaba recogida, como si acabaran de comer, pero la realidad es que no habían ni siquiera empezado a hacer el arroz a banda que era el plato principal. “Aquí vamos sin prisa, acabamos de almorzar y la comida llegará cuando llegue, calculo que a las 4 tendremos listo el arroz”, decía Villa.
Esta cuadrilla fue una de las muchas que subió al monte a cumplir su cita con una fiesta que los de Cella dicen que festejan “antes incluso de que Aragón celebrara San Jorge”. Y no se equivocan, porque su celebración está documentada desde el siglo XVIII y tiene sus orígenes en una romería al monte de San Ginés, en Peracense, para pedir agua. Ahora se quedan más cerca, en su propio término, pero la jornada también incluye una celebración religiosa al aire libre y en el periplo hasta el monte participan miles de personas.
Mayores, pequeños o ancianos, todos tienen cabida en un carrascal donde la tradición marca el lugar en el que se aposenta cada grupo de amigos y el resto suelen respetarlo. Una bota de vino colgada de la rama de una encina que se va renovando a medida que el sol y la lluvia la deshace es la señal que indica que ese es el sitio de la Peña Los Yankis. Allí, en torno al fuego y con una olla de gran tamaño fabricada a partir de un barril de cerveza pasó la mañana esta cuadrilla de amigos. Mariano López era el encargado de guisar las patatas revolconas que comieron todos juntos, pero todos aportaban su granito de arena, unos cortaban los trozos de longaniza y otros abrían las latas de cerveza para el chef: “Aquí vamos todos en compañía”, decían.
Vicente y Carmen picoteaban algo para “hacer boca” en una fiesta en la que siempre participan: “Mi hijo tiene 50 años y el primer año subió ya en la tripa”, especificaba la mujer.
Los horarios de las comidas varían, y mientras unos están ultimando la paella o cocinando chuletas otros se comen un bizcocho con licor porque acaban de almorzar y no será hasta “las 5 o las 6” cuando enciendan las brasas para poner el embutido a asar.
Sin prisas, entre risas y de buen rollo, así pasó otro Calvario más en el que se repartieron 3.700 panes de pintera y 4.000 litros de vino. Los alimentos sobrantes se distribuirán hoy entre la gente del pueblo que no pudo subir, especificó la alcaldesa de Cella, Carmen Pobo.
En el reparto todos los concejales se arremangaron para servir a sus vecinos, como marca la tradición, y el recuerdo de Santiago Gómez no faltó puesto que sus compañeros en el Ayuntamiento colocaron el llamativo delantal y el gorro con el que cada año repartía los panes y las sardinas para recordar al que fuera su alcalde, que falleció el pasado 8 de septiembre.
El reparto se prolongó entre las 9:30 de la mañana y casi las 14:00 horas y las colas fueron largas durante algunos momentos, algo que varios de los asistentes achacaron a que la mayor parte de los cellanos se desplazaron en vehículos particulares en lugar de en remolques, como otros años hacen numerosas cuadrillas.
Esta cuadrilla fue una de las muchas que subió al monte a cumplir su cita con una fiesta que los de Cella dicen que festejan “antes incluso de que Aragón celebrara San Jorge”. Y no se equivocan, porque su celebración está documentada desde el siglo XVIII y tiene sus orígenes en una romería al monte de San Ginés, en Peracense, para pedir agua. Ahora se quedan más cerca, en su propio término, pero la jornada también incluye una celebración religiosa al aire libre y en el periplo hasta el monte participan miles de personas.
Mayores, pequeños o ancianos, todos tienen cabida en un carrascal donde la tradición marca el lugar en el que se aposenta cada grupo de amigos y el resto suelen respetarlo. Una bota de vino colgada de la rama de una encina que se va renovando a medida que el sol y la lluvia la deshace es la señal que indica que ese es el sitio de la Peña Los Yankis. Allí, en torno al fuego y con una olla de gran tamaño fabricada a partir de un barril de cerveza pasó la mañana esta cuadrilla de amigos. Mariano López era el encargado de guisar las patatas revolconas que comieron todos juntos, pero todos aportaban su granito de arena, unos cortaban los trozos de longaniza y otros abrían las latas de cerveza para el chef: “Aquí vamos todos en compañía”, decían.
Vicente y Carmen picoteaban algo para “hacer boca” en una fiesta en la que siempre participan: “Mi hijo tiene 50 años y el primer año subió ya en la tripa”, especificaba la mujer.
Los horarios de las comidas varían, y mientras unos están ultimando la paella o cocinando chuletas otros se comen un bizcocho con licor porque acaban de almorzar y no será hasta “las 5 o las 6” cuando enciendan las brasas para poner el embutido a asar.
Sin prisas, entre risas y de buen rollo, así pasó otro Calvario más en el que se repartieron 3.700 panes de pintera y 4.000 litros de vino. Los alimentos sobrantes se distribuirán hoy entre la gente del pueblo que no pudo subir, especificó la alcaldesa de Cella, Carmen Pobo.
En el reparto todos los concejales se arremangaron para servir a sus vecinos, como marca la tradición, y el recuerdo de Santiago Gómez no faltó puesto que sus compañeros en el Ayuntamiento colocaron el llamativo delantal y el gorro con el que cada año repartía los panes y las sardinas para recordar al que fuera su alcalde, que falleció el pasado 8 de septiembre.
Reparto toda la mañana
El reparto se prolongó entre las 9:30 de la mañana y casi las 14:00 horas y las colas fueron largas durante algunos momentos, algo que varios de los asistentes achacaron a que la mayor parte de los cellanos se desplazaron en vehículos particulares en lugar de en remolques, como otros años hacen numerosas cuadrillas.
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