La Feria de la Trufa de Sarrión llega a las 20 ediciones después de haber contribuido al lanzamiento del sector
La muestra ha evolucionado de la mano de los truficultores y ha generado dinamismo empresarialLa Feria Internacional de la Trufa, Fitruf, que cada mes de diciembre llena Sarrión de apasionados por el diamante negro, ha celebrado este mes su edición número 20 – debería haber sido ya el pasado diciembre, porque nació en el año 2001, pero la pandemia canceló todas las actividades previstas para ese 2020, que hubiera sido especial por el aniversario-. Su existencia ha sido clave en el sector porque ha servido para visibilizar un trabajo que ya hacía mucho tiempo que realizaban los viveristas y truficultores de Sarrión, pero de forma callada y con más repercusión en otros países que en España o incluso en Aragón.
En esos inicios del siglo XXI la venta de trufa iba viento en popa y también la de plantas, porque Gúdar-Javalambre ya era referente para cualquiera que quisiera sembrar carrascas. Sin embargo, faltaba un escaparate que diera a conocer a los particulares la importancia de un sector que estaba ya entonces en pleno crecimiento.
La feria nació con el objetivo de poner sobre el mapa Teruel y mostrar el origen de un producto conocido internacionalmente, pero también como punto de reunión entre los expertos en la materia. Desde el primer año contó con jornadas técnicas donde hablar de los avances de un cultivo del que estaba entonces casi todo por decir.
Crecimiento exponencial
Fitruf ha crecido con los truficultores. Año tras año se ha incrementado el número de asistentes –hasta llegar a la cifra tope de los 44 de este año, en el que hubo, como es habitual, lista de espera para poder participar- y, a la par, las hectáreas cultivadas en la provincia de Teruel donde la truficultura se ha convertido en uno de los sectores pujantes.
Era el año 2001 y Fitruf estaba en pañales, pero el entonces director general de Industria del Gobierno de Aragón, Javier Navarro, ya tenía claro el tirón que la muestra podía tener y animó a los truficultores a ser perseverantes y sumar fuerzas porque lo veía como un instrumento que puede ofrecer “un giro decisivo a la economía de la comarca”. Sus palabras fueron, sin lugar a dudas, premonitorias.
Las cifras que daba ese reportaje publicado en DIARIO DE TERUEL con motivo de la primera edición de la muestra eran de unos 160 truficultores, dedicados total o parcialmente al sector, y unas 2.000 hectáreas cultivadas. 20 años después las hectáreas de cultivo, según los datos oficiales, se sitúan en torno a las 10.000 y Sarrión es de los pocos municipios de Teruel donde la despoblación es un mal recuerdo del pasado.
La feria ha puesto a Sarrión en el mapa de la trufa y se ha convertido en el mejor escaparate para el sector. Actualmente es cita obligada para todo aquel particular o empresa que tiene algo que decir en temas de trufa. También para los particulares que desean familiarizarse e introducir en sus cocinas un producto aún poco conocido.
En ese primer año fueron 14 los expositores que se animaron a acudir al recinto ferial de Sarrión. El entonces alcalde, Alberto Fontestad, indica que la feria surgió porque Daniel Bertolín y José Rozalén le plantearon la necesidad de visibilizar el producto para llegar al público en general. “Les propuse montar una feria, pero les avisé que no teníamos ni un duro y que habría que hacerla con imaginación”, relata.
Las mesas para los expositores se las prestó la Diputación de Teruel, “y hubo que ir a buscarlos a Valderrobres, limpiarlos y pintarlos, porque estaban en desuso”, argumenta el actual coordinador de la feria y concejal sarrionense.
No es un chocolate
Pese a que apenas hubo algunos truficultores y un par de empresas cárnicas de elaboración de embutidos, la feria constituyó un éxito. “Era una novedad tal que vino hasta el presidente de los truficultores de Francia y personas francesas, italianas y de varios puntos de España”, recuerda Fontestad. El entonces alcalde comenta que le entrevistaron de medios de comunicación de toda España y “en muchos de ellos” le tocó explicar “que la trufa no era de chocolate”, dice.
Era la primera feria monográfica de la trufa de España y posiblemente del mundo, porque lo que había en Francia en ese momento eran mercados para venderla en fresca. Un expositor francés que acudió para vender laminadores y ralladores le dio el carácter internacional.
Susana Navarro, que es administrativa en el Ayuntamiento de Sarrión, recuerda ese primer año como “toda una aventura” en la que el trabajo se hizo “todo entre todos”. La feria se montó en el antiguo frontón, que solo estaba cubierto en parte, “la parte de arriba se amplió después”, relata. Comenta que los expositores eran principalmente “la gente del pueblo que vendía sus propias trufas”. Las tapas trufadas de ese primer año las hizo el Restaurante Asturiano, aunque ya en las ediciones siguientes se sumaron las integrantes de la Asociación de Mujeres y fruto de ese trabajo surgió un libro de recetas.
El éxito fue tal que los truficultores y el Ayuntamiento no dudaron en que tenían que darle continuidad y ya en el año siguiente se incorporaron los concursos de búsqueda de trufas con perro y el concurso gastronómico. En ese año 2002 asistió a la feria el alcalde de la localidad francesa de Sorges y desde la organización, según recogió el DIARIO DE TERUEL del 4 de diciembre de 2002, se valoró la posibilidad de dar un carácter transnacional a la muestra y celebrarla de forma alterna en Sarrión y Sorges, un municipio con gran tradición trufera. La idea no prosperó.
En el año 2002 hubo en Sarrión un total de 21 expositores, frente a los 14 que según los medios de comunicación acudieron en la primera edición, y se realizó por primera vez una demostración gastronómica. Además, se completó con una charla a cargo del jefe de cocina Juan Gorrea, que explicó paso a paso una receta basada en trufa. “La gente del pueblo presentó platos y también se hizo ya el concurso de perros, para el que se habilitó un campo cedido por una familia de la localidad”, recuerda Susana Navarro.
Diseño
En el año 2003 tomaron parte un total de 14 expositores y desde las administraciones se animaba a los agricultores a plantar carrascas porque, como en ese momento vaticinó el entonces vicepresidente tercero de la Diputación de Teruel, Antonio Arrufat, “la trufa es un tema de futuro y en alza”
El diseño de la feria no ha cambiado mucho de esos primeros años, aunque sí el calendario, que durante algunos años se celebró en fechas más tardías y finalmente se apostó por llevarla a cabo en el puente de la Constitución, para aprovechar el tirón turístico.
En esos años la feria la organizaba un comité integrado por miembros del Ayuntamiento y truficultores de la localidad. Actualmente de la muestra se ocupa el consistorio, aunque cuenta con la colaboración de Atruter, la Asociación de Truficultores y Productores de Trufa de Teruel.
Uno de los aspectos que destaca Navarro es la gran repercusión que ha tenido la feria en toda la localidad. Así, ahora los restaurantes elaboran platos con trufa y las carnicerías trufan sus embutidos, algo que algunas empezaron a hacer en los primeros años de la feria y han mantenido en su catálogo durante toda la temporada por la gran demanda.
La administrativo del Ayuntamiento destaca otro aspecto de la Feria Internacional de la Trufa y les que el 80% de los asistentes “vienen no a hacer negocio o a comprar varios kilos, sino a conocer y probar la trufa”.
La exposición se nutre tanto de las personas que acuden específicamente para participar en ella como de los turistas que aprovechan el puente de la Constitución para recorrer la comarca de Gúdar-Javalambre, donde diciembre es temporada alta gracias a la nieve.
La mirada en la 25 edición
La alcaldesa de la localidad, Ana de Miguel, adelanta que aunque este año fue el de la celebración del XX aniversario, la pandemia obligó a limitar considerablemente la presencia de público y el desarrollo de algunas de las actividades, como la degustación de productos, que no se pudieron consumir en el recinto ferial. La regidora municipal reconoció que se han quedado con las ganas de celebrar por todo alto el aniversario de un evento que ha sido, y todavía lo es, crucial en el devenir histórico de Sarrión. Por eso, planteó que será en el 25 aniversario cuando echarán toda la carne en el asador y ya están pensando en los actos que se celebrarán.
Del éxito de Fitruf no duda nadie como dejó patente el vicepresidente del Gobierno de Aragón, Arturo Aliaga, durante esta última edición. En su discurso recordó que la primera edición ya fue un éxito debido a la “ilusión” de sus impulsores pero aseguró que ya está plenamente consolidada: “Fitruf hay para muchos años”, afirmó.
Por Sarrión pasan cada año entre 15.000 y 20.000 personas –salvo este último año, en el que las cifras bajaron por las restricciones derivadas de la pandemia–. Ese éxito de público de todo tipo, desde personas que piensan que la trufa es un chocolate a expertos en cultivo, riego o mayoristas, hace que se trate de uno de los certámenes más golosos para los expositores.
El requisito para exponer en Fitruf es vender productos relacionados con la trufa y los que llevan alimentos reconocen que se trata de una buena muestra
porque el público acude con muchas ganas de comprar. Constituye una gran oportunidad para probar la trufa en fresco, poderla comprar con todas las garantías y de la mejor calidad, o llevarse a casa productos elaborados con Tuber melanosporum.
Las hectáreas
Si tenemos en cuenta los datos recogidos en los reportajes publicados en DIARIO DE TERUEL con motivo de la Feria Internacional de la Trufa, el crecimiento del cultivo ha sido exponencial. Así, en el año 2001 la superficie de cultivo dedicada a las carrascas truferas era de 2.000 hectáreas y había unos 160 truficultores dedicados de forma total o parcial a este cultivo, que ahora ocupa casi 10.000 hectáreas a nivel provincial.
La mayor parte de las explotaciones se encuentran en las comarcas de Maestrazgo y Gúdar-Javalambre, que son a su vez las que más truferas silvestres tienen. En ese 2001 el Gobierno de Aragón tenía ayudas para impulsar el cultivo y ello permitió, según se refleja en la información del periódico, aumentar en 200 hectáreas la superficie de plantones para este cultivo.
El número de hectáreas que había en el año 2002 era de 2.000 en las que trabajaban (de forma continuada o temporal), alrededor de medio millar de personas. En el año 2003 se hablaba de 2.000 hectáreas de plantación y unos 300 truficultores. Ese año la trufa se pagó durante Fitruf a 750 euros por kilo pero los productores confiaban en que el precio subiera hasta los 1.000 euros a lo largo de la campaña. El entonces presidente de la Asociación de Truficultores y Recolectores de Trufa de Teruel (Atruter), Daniel Bertolín, estimó la producción anual de trufa en unas 10 toneladas y detalló que tres de ellas se habían recogido en Teruel.
En ese año 2003 tomaron parte en la feria ya 34 expositores, cinco de ellos de carácter internacional, según publicó DIARIO DE TERUEL el 6 de diciembre, en la información previa a la exposición, que ese año se llevó a cabo los días 13 y 14 de diciembre.
En 2009 y coincidiendo con la muestra monográfica, DIARIO DE TERUEL realizó un especial que ha ido creciendo y actualmente es una de las revistas temáticas de referencia sobre Tuber melanosporum. En ella se incluyen las últimas investigaciones desarrolladas a nivel nacional e incluso internacional sobre este hongo, muchas de ellas con los campos de Gúdar-Javalambre como laboratorio de cultivo.
- Comarcas sábado, 27 de noviembre de 2021
Sarrión celebrará su feria de la trufa con 500 personas de aforo y controlando el certificado covid
- Comarcas viernes, 8 de diciembre de 2023
Nolasco y Blasco ratifican el apoyo del Gobierno de Aragón al sector de la trufa
- Comarcas lunes, 9 de diciembre de 2024
La buena calidad de la trufa favorece las ventas en la XXIII edición de Fitruf celebrada en Sarrión
- Comarcas sábado, 7 de diciembre de 2024
La mejor trufa, un ejemplar de 102 gramos, alcanza en Fitruf un precio de 450 euros que se destinan a la AECC