Los paleontólogos en la mañana del viernes durante el último día de las excavaciones en el yacimiento de ámbar de San Just en Utrillas
El yacimiento de ámbar de San Just arroja más “cápsulas del tiempo” atrapadas en resina
Satisfacción entre el equipo de paleontólogos que ha desarrollado esta semana una campaña de excavaciónVuelven las excavaciones del ámbar al yacimiento de San Just
Una campaña de excavación descubre nuevas piezas de ámbar del yacimiento de Sant Just en Utrillas
La campaña de excavación de ámbar llevada a cabo esta semana en San Just (Utrillas) y que finalizó este viernes se ha saldado con la recuperación de alrededor de dos kilos de esta resina fosilizada. Ahora comienza otro proceso más laborioso del que se realiza en el campo para preparar todo este material y buscar bioinclusiones en su interior. A partir de su estudio se esperan encontrar nuevos restos de animales y plantas que quedaron atrapados por la resina que expulsan los árboles y que constituyen auténticas “cápsulas del tiempo” porque se conservan preservados tal como eran en vida. San Just abre otra puerta hacia el conocimiento con todas estas piezas recuperadas después de que se hayan descrito ya 24 nuevas especies con lo encontrado en campañas anteriores.
Paleontólogos de varios centros de investigación han vuelto a abrir durante esta semana un ventana al pasado para indagar en cómo eran las faunas y la flora de hace 105 millones de años a través del ámbar, la resina fosilizada que se encuentra en el yacimiento de San Just en Utrillas, uno de los más importantes de España. Los dinosaurios eran la especie dominante, pero junto a ellos convivían insectos, algunos de ellos de apenas un milímetro de tamaño, que arrojan también información muy valiosa sobre cómo era la vida en aquel momento y de qué manera han evolucionado los invertebrados.
El equipo de investigación que ha desarrollado los trabajos, integrado por la Universitat de Barcelona, el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, hizo un balance muy satisfactorio de la campaña de este año a la espera de lo que pueda encontrarse después dentro del ámbar extraído. Valoraron sobre todo el hecho de haber podido volver a excavar en San Just, puesto que la última vez que se hizo fue hace casi una década.
Habrá que esperar todavía unos meses, y años para completar las investigaciones, para saber qué se ha encontrado en esta campaña. Como indicó uno de los directores de la excavación, el director gerente de la Fundación Dinópolis, Luis Alcalá, tras la extracción del ámbar ahora comienza otra excavación en el laboratorio para buscar entre las piezas de ámbar si en su interior hay bioinclusiones, que es como denominan los científicos los restos biológicos, tanto de plantas como de animales, que pueden encontrarse dentro.
La importancia de este yacimiento se dio a conocer a principios de siglo cuando el mismo equipo de la Universitat de Barcelona y del IGME, que sigue investigando en él, encontró la telaraña más antigua del mundo con sus presas atrapada en un diminuto fragmento de ámbar y que fue publicado en la prestigiosa revista científica Science. Apareció en las primeras prospecciones realizadas en el año 2003, y después se hicieron excavaciones en los años 2007 y 2012.
Todos los materiales excavados con anterioridad están prácticamente estudiados y publicados, por lo que era el momento de acometer una nueva excavación que ya se intentó el año pasado pero fue imposible debido a la pandemia.
La campaña llevada a cabo esta semana de lunes a viernes ha permitido recuperar alrededor de 2 kilos de ámbar, tanto del aéreo, que es el que puede aportar nuevas bioinclusiones, como el de las raíces, más voluminoso y que pesa más pero que en cambio no tiene restos biológicos atrapados.
Uno de los directores de la excavación, Sergio Álvarez, de la Universitat de Barcelona, explicó que han participado entre diez y quien personas a lo largo de toda la semana procedentes tanto de este centro académico como del IGME, la Fundación Dinópolis y la Universidad de Valencia. Aunque en el proceso de extracción no se han visto a simple vistas restos de insectos atrapados, no se descarta que salgan como en otras campañas por la gran riqueza que tiene este afloramiento de resina fosilizada.
“Es muy rico el yacimiento y proporciona mucho ámbar y muchas inclusiones”, dijo Álvarez, quien explicó que todo lo que se ha estudiado conforma una colección “muy completa depositada en el Museo Aragonés de Palentología en Teruel”. Añadió que en las colecciones de excavaciones anteriores “son muy abundantes las avispas, moscas y mosquitos, pero también aparecen ácaros, arañas y otros insectos menos comunes”, además de haberse encontrado plumas de dinosaurio, más bien las bárbulas que son una parte de las mismas, y arañas.
El investigador, que esta haciendo su tesis doctoral sobre el ámbar de la cuenca del Maestrazgo, se mostró esperanzado en que se encuentren nuevas bioinclusiones en el trabajo de laboratorio, y deseó que pudiera aparecer también algún resto de vertebrado pero admitió que era difícil. Apuntó que en unos seis meses se tendrá algún resultado de las bioinclusiones, si bien el proceso de investigación se prolongará por años.
El yacimiento de San Just es muy rico y además de restos de dinosaurios a través de sus plumas, ácaros y arañas, se han encontrado pseudoescorpiones, restos de plantas e insectos de 12 grupos distintos. Los hallazgos han permitido describir 24 nuevas especies, algunas de ellas con nombres que hacen referencia a la provincia de Teruel y a Aragón como Galloromma turolensis, Hispanothrips utrillensis o Aragonimantis aenigma.
Lo importante de estos descubrimientos es que no solo aportan información sobre los animales que se encuentran sino sobre su comportamiento por la forma como fosilizaron, habiéndose encontrado casos de depredación con las arañas, parasitismo o reposo durante un tiempo en una rama, que es como quedaron atrapadas las plumas.
En la cuenca del Maestrazgo hay más de treinta yacimientos de ámbar, la mayoría en la provincia de Teruel y una pequeña parte en Castellón. Bioinclusiones solo se han encontrado en cuatro de ellos: Ariño, San Just y Rubielos de Mora en la provincia de Teruel, y La Hoya en la de Castellón.
Álvarez reconoció que si se hiciesen más muestreos aparecerían más, pero eso requiere de financiación, apuntó. “Teruel tiene un potencial muy grande desde el punto de vista del ámbar y en general de la paleontología, y sería algo muy bonito de hacer a corto y medio plazo”, indicó.
Luis Alcalá, que ha dirigido también la excavación junto con Álvarez y Xavier Delclòs, se mostró muy satisfecho de las piezas de ámbar extraídas durante esta semana con independencia de lo que pueda encontrarse dentro, ya que por sí mismo este material es valioso para conocer los ecosistemas y las condiciones ambientales de hace 105 millones de años.
Hasta que se sepa qué arrojan estas “cápsulas del tiempo” que es el ámbar, todavía están por publicarse en breve, según destacó Alcalá, algunos fósiles que se recuperaron en la campaña de 2007.
La financiación de esta excavación se ha hecho en parte por la Universitat de Barcelona, un Proyecto Coordinado del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, y la Unidad de Paleontología de Dinosaurios de Teruel-Ministerio de Ciencia e Innovación.
Los trabajos han sido autorizados por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la DGA y la Dirección General de Carreteras del Mitma puesto que la excavación se ha desarrollado en una ladera que da a la carretera nacional N-420.
El ámbar de San Just está presente en el Museo Paleontológico de Dinópolis desde hace años mediante una vitrina que incluye una gran pieza de ámbar del yacimiento, una reconstrucción en 3D de un artrópodo ampliado, y un panel fotográfico con distintas imágenes de los insectos hallados en la resina fosilizada, pero la idea es poder mostrarlos al público en el futuro mediante un audiovisual.
El director gerente de la Fundación Dinópolis, Luis Alcalá, explicó que “este tipo de fósiles son ideales para su presentación al público mediante un audiovisual”, y aseguró que están trabajando en ello. Han grabado algunas excavaciones de ámbar y entrevistado a los protagonistas de las investigaciones.
Este material debería completarse, dijo, “con una grabación del procedimiento de laboratorio, que lo tenemos previsto hacer también en algún momento”.
Indicó en este sentido que los hallazgos de ámbar con inclusiones “estimulan” para que en futuras ampliaciones o remodelaciones del Museo de Paleontología de Dinópolis se puedan incorporar estos fósiles para su divulgación de esta manera.
Paleontólogos de varios centros de investigación han vuelto a abrir durante esta semana un ventana al pasado para indagar en cómo eran las faunas y la flora de hace 105 millones de años a través del ámbar, la resina fosilizada que se encuentra en el yacimiento de San Just en Utrillas, uno de los más importantes de España. Los dinosaurios eran la especie dominante, pero junto a ellos convivían insectos, algunos de ellos de apenas un milímetro de tamaño, que arrojan también información muy valiosa sobre cómo era la vida en aquel momento y de qué manera han evolucionado los invertebrados.
El equipo de investigación que ha desarrollado los trabajos, integrado por la Universitat de Barcelona, el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, hizo un balance muy satisfactorio de la campaña de este año a la espera de lo que pueda encontrarse después dentro del ámbar extraído. Valoraron sobre todo el hecho de haber podido volver a excavar en San Just, puesto que la última vez que se hizo fue hace casi una década.
Habrá que esperar todavía unos meses, y años para completar las investigaciones, para saber qué se ha encontrado en esta campaña. Como indicó uno de los directores de la excavación, el director gerente de la Fundación Dinópolis, Luis Alcalá, tras la extracción del ámbar ahora comienza otra excavación en el laboratorio para buscar entre las piezas de ámbar si en su interior hay bioinclusiones, que es como denominan los científicos los restos biológicos, tanto de plantas como de animales, que pueden encontrarse dentro.
La importancia de este yacimiento se dio a conocer a principios de siglo cuando el mismo equipo de la Universitat de Barcelona y del IGME, que sigue investigando en él, encontró la telaraña más antigua del mundo con sus presas atrapada en un diminuto fragmento de ámbar y que fue publicado en la prestigiosa revista científica Science. Apareció en las primeras prospecciones realizadas en el año 2003, y después se hicieron excavaciones en los años 2007 y 2012.
Todos los materiales excavados con anterioridad están prácticamente estudiados y publicados, por lo que era el momento de acometer una nueva excavación que ya se intentó el año pasado pero fue imposible debido a la pandemia.
La campaña llevada a cabo esta semana de lunes a viernes ha permitido recuperar alrededor de 2 kilos de ámbar, tanto del aéreo, que es el que puede aportar nuevas bioinclusiones, como el de las raíces, más voluminoso y que pesa más pero que en cambio no tiene restos biológicos atrapados.
Uno de los directores de la excavación, Sergio Álvarez, de la Universitat de Barcelona, explicó que han participado entre diez y quien personas a lo largo de toda la semana procedentes tanto de este centro académico como del IGME, la Fundación Dinópolis y la Universidad de Valencia. Aunque en el proceso de extracción no se han visto a simple vistas restos de insectos atrapados, no se descarta que salgan como en otras campañas por la gran riqueza que tiene este afloramiento de resina fosilizada.
“Es muy rico el yacimiento y proporciona mucho ámbar y muchas inclusiones”, dijo Álvarez, quien explicó que todo lo que se ha estudiado conforma una colección “muy completa depositada en el Museo Aragonés de Palentología en Teruel”. Añadió que en las colecciones de excavaciones anteriores “son muy abundantes las avispas, moscas y mosquitos, pero también aparecen ácaros, arañas y otros insectos menos comunes”, además de haberse encontrado plumas de dinosaurio, más bien las bárbulas que son una parte de las mismas, y arañas.
El investigador, que esta haciendo su tesis doctoral sobre el ámbar de la cuenca del Maestrazgo, se mostró esperanzado en que se encuentren nuevas bioinclusiones en el trabajo de laboratorio, y deseó que pudiera aparecer también algún resto de vertebrado pero admitió que era difícil. Apuntó que en unos seis meses se tendrá algún resultado de las bioinclusiones, si bien el proceso de investigación se prolongará por años.
Riqueza
El yacimiento de San Just es muy rico y además de restos de dinosaurios a través de sus plumas, ácaros y arañas, se han encontrado pseudoescorpiones, restos de plantas e insectos de 12 grupos distintos. Los hallazgos han permitido describir 24 nuevas especies, algunas de ellas con nombres que hacen referencia a la provincia de Teruel y a Aragón como Galloromma turolensis, Hispanothrips utrillensis o Aragonimantis aenigma.
Lo importante de estos descubrimientos es que no solo aportan información sobre los animales que se encuentran sino sobre su comportamiento por la forma como fosilizaron, habiéndose encontrado casos de depredación con las arañas, parasitismo o reposo durante un tiempo en una rama, que es como quedaron atrapadas las plumas.
En la cuenca del Maestrazgo hay más de treinta yacimientos de ámbar, la mayoría en la provincia de Teruel y una pequeña parte en Castellón. Bioinclusiones solo se han encontrado en cuatro de ellos: Ariño, San Just y Rubielos de Mora en la provincia de Teruel, y La Hoya en la de Castellón.
Álvarez reconoció que si se hiciesen más muestreos aparecerían más, pero eso requiere de financiación, apuntó. “Teruel tiene un potencial muy grande desde el punto de vista del ámbar y en general de la paleontología, y sería algo muy bonito de hacer a corto y medio plazo”, indicó.
Luis Alcalá, que ha dirigido también la excavación junto con Álvarez y Xavier Delclòs, se mostró muy satisfecho de las piezas de ámbar extraídas durante esta semana con independencia de lo que pueda encontrarse dentro, ya que por sí mismo este material es valioso para conocer los ecosistemas y las condiciones ambientales de hace 105 millones de años.
Hasta que se sepa qué arrojan estas “cápsulas del tiempo” que es el ámbar, todavía están por publicarse en breve, según destacó Alcalá, algunos fósiles que se recuperaron en la campaña de 2007.
La financiación de esta excavación se ha hecho en parte por la Universitat de Barcelona, un Proyecto Coordinado del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, y la Unidad de Paleontología de Dinosaurios de Teruel-Ministerio de Ciencia e Innovación.
Los trabajos han sido autorizados por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la DGA y la Dirección General de Carreteras del Mitma puesto que la excavación se ha desarrollado en una ladera que da a la carretera nacional N-420.
Audiovisual
El ámbar de San Just está presente en el Museo Paleontológico de Dinópolis desde hace años mediante una vitrina que incluye una gran pieza de ámbar del yacimiento, una reconstrucción en 3D de un artrópodo ampliado, y un panel fotográfico con distintas imágenes de los insectos hallados en la resina fosilizada, pero la idea es poder mostrarlos al público en el futuro mediante un audiovisual.
El director gerente de la Fundación Dinópolis, Luis Alcalá, explicó que “este tipo de fósiles son ideales para su presentación al público mediante un audiovisual”, y aseguró que están trabajando en ello. Han grabado algunas excavaciones de ámbar y entrevistado a los protagonistas de las investigaciones.
Este material debería completarse, dijo, “con una grabación del procedimiento de laboratorio, que lo tenemos previsto hacer también en algún momento”.
Indicó en este sentido que los hallazgos de ámbar con inclusiones “estimulan” para que en futuras ampliaciones o remodelaciones del Museo de Paleontología de Dinópolis se puedan incorporar estos fósiles para su divulgación de esta manera.
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