Caminreal, Rubielos de la Cérida y Monforte ponen en valor los restos de la guerra civil como foco turístico
Las diferentes actuaciones llevadas a cabo, con cargo al Fite de 2020, se presentan en la sede de la Comarca del Jiloca a los vecinos de la zonaLa Comarca del Jiloca ha puesto en valor parte de sus restos de la Guerra Civil con el fin de utilizarlos como un atractivo turístico y también para darlos a conocer entre los propios lugareños. La actuación, que se ha hecho con cargo al Fondo de Inversiones de Teruel (Fite) de 2020, ha supuesto una inversión de 66.000 euros que se han utilizado para la consolidación y estudio de dos zonas arqueológicos, ubicadas en Rubielos de la Cérida y Monforte de Moyuela, y para la restauración de un tercer espacio en Caminreal, donde se llevó a cabo una excavación arqueológica puesto que tanto uno de los dos búnkeres como la línea de trinchera estaban colmatados de tierra.
La actuación ha incluido también la publicación de un libro específico sobre el conflicto en esta zona turolense. Lo ha escrito el experto Alfonso Casas y lleva por título La Guerra Civil en la Comarca del Jiloca. Se trata de la primera publicación específica sobre esta zona turolense.
La presentación de todos los trabajos tuvo lugar ayer por la tarde en la sede de la Comarca del Jiloca y a la misma asistieron la directora general de Patrimonio Cultural de Aragón, Gloria Pérez; el presidente, Javier Hernández; el consejero de Turismo, Diego Hernández, y el autor del libro sobre la guerra civil en la zona del Jiloca, Alfonso Casas. Junto a ellos también estaba Domingo Martínez, que es el gerente de la empresa Carpetania Integra, que se ha ocupado de las diferentes actuaciones, así como el arqueólogo Fernando Cotino, que se ha ocupado de las labores de campo.
Restos desconocidos
El presidente indicó que el objetivo que persiguen desde la institución es mostrar el patrimonio de este periodo crucial de la historia de España y “hacerlo visitable para que la gente vea el potencial”. Javier Hernández reconoció que se trata de unos elementos con un elevado valor histórico, pero que son incluso desconocidos para los propios habitantes de la zona.
En todos los casos se trata de espacios accesibles y algunos de ellos, como el de Caminreal, muy cercanos a la carretera, por lo que se puede llegar en coche hasta las inmediaciones. El paraje de Caminreal se denomina El Balsete, y se trata de un cerro sobre el que hay una vista de 360 grados. El gerente de Carpetania Integra comentó que los dos búnkeres que había estaban dispuestos uno al norte y otro al sur, para tener un control absoluto de toda la zona. Había trincheras en la zona norte, que son las mejor conservadas puesto que las del espacio orientado al sur se hicieron con elementos que no se han conservado, como sacos de arena.
Martínez comentó que en las excavaciones no se localizaron piezas de gran interés, aunque sí algunas balas y una cazoleta metálica. Indicó que la corrosión y la degradación natural han propiciado la desaparición de la mayor parte de los materiales y a ello se suman los expolios por parte de la gente aficionada a coleccionar este tipo de materiales.
Desde El Balsete se ven las localidades de Fuentes Claras, Caminreal, Torrijo, Monreal, Calamocha y El Poyo. En este sentido, Diego Hernández concretó que la otra zona defensiva para controlar el resto del valle era la de Rubielos de la Cérida, “que enfoca a la parte alta del Jiloca, a las poblaciones de Singra y Torremocha”, especificó.
Pilones de Rubielos de la Cérida
En Los Pilones de Rubielos de la Cérida el recorrido es bastante extenso y además están perfectamente conservadas porque su uso ha sido únicamente defensivo. Consta de unos 400 metros lineales de trinchera y hay puestos de tiro individuales, que son extensiones en semicírculo que incluso tenían un pequeño asiento. También se puede ver un área de cocinas, un búnker subterráneo bastante conservado, otro que está totalmente hundido. “Es el más espectacular de la zona porque conserva todos los elementos defensivos propios de una línea de trincheras”, argumentó Domingo Martínez.
En Cabezo Santo, en Monforte de Moyuela, uno de los elementos más característicos es que se conservan más de un centenar de metros de trinchera, que está dispuesta en dos líneas, una en la parte superior que lleva al nido de ametralladoras y otra en la zona inferior que comunica con un abrigo excavado en la roca. Además, ambas líneas se unen en un determinado punto.
En las tres intervenciones se ha hecho un escaseado fotogramétrico de todas las trincheras, una documentación que viene muy bien porque se recoge información en 3D del estado actual. Resulta un registro arqueológico bastante novedoso y, aunque es costoso, aquí se ha decidido hacerlo para contar con una información en 3D, vectorial y con cotas de cara al futuro, según explicó el responsable de la empresa Carpetania Integra.
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