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Turismo de masas

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Cruz Aguilar

Leía hace unos días que en Venecia van a cobrar 5 euros a cada turista para entrar a la ciudad. La medida es cuando menos polémica, pero tal vez necesaria en una ciudad que acoge a 30 millones de turistas cada año. Viajamos por motivaciones que no siempre tienen que ver con nuestros intereses particulares. En ocasiones vamos a los sitios porque todo el mundo va, están de moda o porque hemos visto unas fotos por internet que nos han cautivado y que, posiblemente no tengan ningún parecido con la realidad, y más ahora que los nuevos móviles permiten borrar de las imágenes a las personas que nos las afean. Las redes sociales son capaces de convertir un paseo solitario en un lugar repleto de personas que llegan desde lugares dispares atraídos por los likes. Por no hablar de si ya el sitio en cuestión sale por la tele o en la serie de moda, que pasa de ser un espacio tranquilo a un hormiguero repleto de actividad y nos puede servir de ejemplo San Juan de Gaztelugatxe, en Vizcaya, catapultado a la fama gracias a Juego de Tronos.

Albarracín es el lugar de Teruel donde los turistas acuden en masa. Eso ha propiciado que la mayor parte de los vecinos vivan directa o indirectamente del turismo y la masificación, por un lado, y la temporalidad en esas visitas complica sobre manera la vida convencional de cualquiera de los habitantes. Durante los fines de semana hay tanta gente que celebrar el cumpleaños de la abuela debe decidirse con mucha antelación o tirar de favores del vecino. Eso sí, no busques cenar un martes de febrero porque igual la cosa está difícil.

Esa masificación que en alguna ocasión he sentido al caminar por Albarracín queda, no obstante, a años luz de la que describe @elimatarranya en Instagram, donde habla de miles de manos con móviles intentando captar el atardecer desde un mismo rincón en Santorini, Grecia. Lo peor que le puede pasar a los habitantes de un lugar es que se ponga de moda, porque ese es su espacio vital, y lo ven invadido por miles de personas que no piensan si molestan o si, con esa llegada en masa, desvirtuan el lugar.