Los abuelos de antes hablaban –y siguen haciéndolo– siempre de la guerra. Quizás por eso hay muchas generaciones que, aunque ni siquiera nacimos en la posguerra, conocíamos la crudeza de la contienda del 36 sin ver jamás un fusil. Contaban episodios cotidianos de hambre, necesidad y peleas entre hermanos. Fueron años tan duros que marcaron el comportamiento de toda su vida. Algunos de esos abuelos jamás tiraban un trozo de pan y otros atesoraban latas y paquetes de comida en un lugar seguro por lo que pudiera pasar. Muchos de los que han llegado a esta pandemia la han afrontado sin miedo, porque como me decía una de ellas hace ya unos meses, “¿Miedo a qué, a la muerte?, pero si con 90 años que tengo si no me muero de esto será de otra cosa”. Otros sí han sentido temores, pero no a morir, sino a la soledad y, sobre todo, a morir solos. Lo demás –confinamiento, mascarilla, falta de los seres queridos– lo han llevado bien porque, como comentaba otra de estas veteranas de la vida, “con comida, calor y tranquila en casa, que venga lo que quiera”. Luego, ya vacunados, los besos y abrazos de los nietos han compensado los largos días de tele y siesta. Desde hace un año la covid se cuela en todas las conversaciones y a todos los niveles, desde las laborales, en las que se habla de generalidades, a las personales, en las que los amigos se sinceran y relatan los problemas que les ha supuesto una ruptura tan brusca de la normalidad. Pero la cuestión es, ¿hasta cuando será la pandemia la protagonista de esas charradas?. Desde luego marcará un punto de inflexión en nuestras vidas y el “antes de la pandemia hacíamos” o “eso fue antes de la covid” serán coletillas habituales tal vez de por vida. Por si tuvieron poco los niños de la guerra (ahora abuelos de la covid) tras los tiros llegó el hambre y la dictadura, también presente durante décadas en frases de todo tipo. Tras un año y medio no hemos superado una pandemia inimaginable en 2019, pero las vacunas nos hacen ver las cosas de otra manera. Ahora solo es cuestión de evitar, entre todos, otros Francos que nos sobrevuelan como los buitres al ganado herido.