Parque Cultural del Río Martín y Ayuntamiento de Ariño recuperan el arco románico de la primitiva ermita del Pilar
La intervención era de carácter urgente al estar muy afectados los bloques de piedra areniscaEl Parque Cultural del Río Martín y el Ayuntamiento de Ariño ha recuperado el Arco románico de la primitiva ermita del Pilar. Se trata del único arco románico existente en el Parque Cultural del Río Martín y está datado en el siglo XII.
La portada consolidada es en arco de medio punto, creado a partir de grandes dovelas, arranca de impostas molduradas. Se trata de un arco que se remata (extradós) con un guardapolvo moldurado decorado en talla de puntas de diamante.
El alcalde de Ariño, Joaquín Noé, también presidente del Patronato del Parque Cultural, explicó que la intervención era urgente y necesaria, puesto que los bloques de arenisca estaban muy afectados por diferentes patologías y efectos erosivos, de manera que urgía una consolidación integral, ya que es el único arco románico que se conserva en todo el Parque Cultural.
El alcalde quiso destacar “la importante labor que se realiza desde la Dirección General de Patrimonio Cultural a través del Parque Cultural del Río Martín y los ayuntamientos que estamos involucrados, que nos ha permitido recuperar el rico patrimonio cultural y ofertarlo como un recurso endógeno más y poder luchar por nuestro desarrollo”. La recuperación del arco del Pilar “es una actuación más de nuestra labor por frenar su deterioro y propiciar su conservación”, enfatizó el primer edil.
Los escasos restos que se conservan de esta primitiva ermita , explicó José Royo, director del Parque Cultural del Río Martín, se reducen a parte de la fachada lateral que ubica el arco. Se localizan en lo alto de una colina con dos cumbres con buena visión, donde se acondicionó en los años 80 un parque-mirador sobre los valles de los ríos Escuriza y Martín.
Esta ermita, según enfatizó Royo, “surgiría al paso de peregrinos por la población, puesto que sitúa Ariño en el camino calatravo de Daroca a Calanda, y así lo explicó el profesor Agustín Ubieto en su momento”. Este es un “camino peregrino del que quedan evidencias por el sepulcro de un peregrino, con la cruz calatrava labrada en un lateral que se encuentra en la iglesia parroquial de la localidad”.
Consolidación
La restauradora Miriam Tomás ha sido la encargada de llevar a cabo las actuaciones de consolidación del arco, que han consistido en una limpieza superficial y en la colonización biológica, para lo cual se han utilizado tanto medios mecánicos y manuales. De la misma manera, se ha eliminado la patina de enmugrecimiento y la costra negra que estaba afectando en varios puntos a la arcada.
Por otra parte, durante el trabajo de restauración se han sellado las descamaciones, fisuras y grietas que existían en los diferentes bloques de piedra arenisca con morteros de cal hidráulica, y se han sellado las juntas eliminado previamente los diferentes morteros y yesos que las cubrían, así como eliminado de añadidos de cemento que en muchos casos cubrían parte de los bloques. Se han eliminado gotas y numerosos regueros de pintura que cubrían extensas zonas mediante la remoción manual con ayuda de disolventes.
De la misma manera, se ha prolongado un alero, tanto en zona interior como exterior, sobre la portada para ofrecer una mayor protección ante la lluvia y otros agentes naturales, y se han realizado dos pequeños baquetones al borde del pavimento donde arrancan los arcos para evitar la inundación por aguas de escorrentía y que afecten de forma erosiva a los bloques de arenisca. Por último, también se ha pintado el muro existente de la antigua ermita, en donde se ha producido el sellado de las grietas y eliminando humedades.
La climatología
La restauradora del arco comentó que “su estado de conservación era muy deficiente, porque la piedra arenisca se degrada con facilidad y está muy expuesta a la acción del viento y la lluvia, al encontrarse en un cerro”. Señaló que “la portada es muy sencilla y las decoraciones en punta de diamante, típicas del románico, se han erosionado y han desaparecido en algunas zonas”, por ello “nos hemos centrado en la consolidación de los sillares con agua de cal, que esperemos que funcione”.
Las zonas en peor estado se había producido una disgregación de la piedra por desgaste y en esas partes hemos tenido que colocar otro consolidante que ya es químico, está muy probado, y que es a base de silicato de etilo, cuya función es restablecer los enlaces de sílice”. Se trata de una intervención en estos puntos “más químicas”, pero en estos casos no se podía hacer otra cosa. Finalmente, “hemos rejuntado eliminando cementos que había o puntas antiguas que cubrían el original”.
La intervención, según la restauradora, “no ha sido complicada, pero sí costosa, principalmente debido a la climatología”. No en vano, “para que los materiales funcionen hemos dependido de la climatología, porque las condiciones no han sido siempre óptimas”.
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