Las organizaciones feministas de la capital alzan la voz contra la violencia machista

Cientos de personas se sumaron anoche a la concentración convocada por la Coordinadora de Organizaciones Feministas y la Columna Feminista de Teruel en la plaza del Torico bajo el lema “Que la vergüenza cambie de bando” para “denunciar públicamente todas las formas de violencia contra la mujer”, dentro de los actos que se sucedieron durante toda la jornada para conmemorar el 25 de noviembre.

Junto a la fuente del Torico, que este lunes lucía iluminada de color violeta para unirse a las reivindicaciones feministas, la portavoz de la Coordinadora apostó por la formación como herramienta para acabar con la violencia de género. “La Educación es prioritaria en la lucha contra la desigualdad y contra la violencia machista. Es fundamental en la prevención, pero también en la detección. Por ello, reclamamos una vez más, un modelo de educación afectivo sexual integral y de calidad, que forme personas libres, respetuosas y empáticas”, explicó la Coordinadora en su manifiesto.

La Coordinadora exigió “el cese de las violencias machistas, racistas y LGTBIfóbicas de las que las mujeres son víctimas cada día, en tiempos de guerra y de paz. Por todas ellas, ni un paso atrás”. Por ello, continuó el manifesto de la Coordinadora, “hoy , más que nunca, es nuestra responsabilidad denunciar públicamente todas las formas de violencia contra la mujer, para que el silencio y la complicidad no tengan cabida en nuestra sociedad. Es hora de que la vergüenza recaiga donde debe estar: en quienes ejercen la violencia, no en quienes la sufren”.

El colectivo reclamó unidad “en la condena de la violencia machista”, que se expresa de “múltiples maneras, no solo física” y que aveces “es invisible y silenciada”, en referencia a la violencia económica, la violencia vicaria, la digital o el chantaje virtual, entre otras formas de violencia. Además, el manifiesto se refirió específicamente a las prácticas de sumisión química, que calificó de “práctica vergonzante que convierte a las víctimas en objetos sin voluntad para poder aprovecharse de ellas”.

La Coordinadora tampoco quiso olvidar otros métodos de violencia y desempolvó los casos de “niñas víctimas de la mutilación genital femenina, matrimonios infantiles, los supuestos crímenes de honor, violencia sexual, explotación sexual” refiriéndose a todos ellos como “una de las formas más crueles de esclavitud contemporánea”.

El mensaje de la Coordinadora quiso poner el acento en las mujeres del medio rural donde “la violencia machista está más silenciada e invisibilizada, a las mujeres con alguna discapacidad, las mujeres mayores y mujeres trans* en situación de mayor vulnerabilidad ante la violencia”.

También se recordó a las mujeres afganas, iraníes y a todas las que son víctimas en zonas de conflicto.

Columna Feminista

Por su parte, la Columna Feminista de Teruel arrancó “compartiendo “la rabia y el dolor que nos une ante las violencias machistas”.

El manifiesto de la Columna, leído por Paula Armiñanzas y Alba Bardají, quiso “visibilizar a todas las mujeres asesinadas no sólo a manos de su pareja o ex pareja, si no también a todas aquellas que no constan en las cifras oficiales, como las mujeres en situación de prostitución o trata, mujeres lesbianas asesinadas por su orientación sexual o niñas asesinadas por mutilación genital” denunciando, además, “la violencia que sufren las hijas, hijes e hijos por parte de su padre maltratador”.

La Columna también se refirió a las mujeres víctimas de violencia de género en zonas de conflicto cuyos “cuerpos de las mujeres son considerados como objetos a disposición de los hombres, como un arma de guerra. Además, muchas mujeres viven asediadas en territorios en guerra como sucede en Ucrania, Sudán, Mali o Palestina”.

El texto leído por las dos representantes de este colectivo aseguró que “las violencias machistas son estructurales y se manifiestan a través de la cultura de la violación”, apostando el derecho de “mantener relaciones sexo afectivas desde el libre consentimiento, el deseo, el placer y el respeto mutuo” poniendo las “necesidades afectivas en el centro” y reivindicando el “derecho a habitar espacios seguros”.

En su alegato se rechazo que los casos de violencia machista sean “casos aislados” y se refirió a casos conocidos recientemente preguntándose si “todavía creemos que el empresario exitoso, el padre de familia y marido perfecto o el político marxista de izquierdas no pueden ser agresores?”. En este escenario, rechazas tener que ser las “víctimas perfectas” a las que se cuestiona sistemáticamente. “Creemos en las voces anónimas porque ante ésta situación de desacreditación que soportan las víctimas, ¿quién se atreve a denunciar?, añadió el alegato”.

Después de haber repetido alzando la voz y el ánimo el lema “Vivan las mujeres libres”, el manifiesto concluyó arengando a crear “redes afectivas, de solidaridad y de ternura, donde quepamos todas: las trans, las migrantes, las racializadas, las sintecho, las precarias, las lesbianas, las bisexuales, las intersexuales, las asexuales, las queer, las mujeres con discapacidad, las mujeres que se dejan la piel para conciliar”.