Juan José Morales Ruiz, historiador y periodista: “Franco se obsesionó con la Masonería porque necesitaba inventar un enemigo común”
Ha presentado su último libro sobre la represión del dictador hacia las logias en AlcañizJuan José Morales Ruiz es Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de
Barcelona (UAB). Es profesor del Master de Historia de la Masonería en España y América en el departamento de Historia del Derecho y de Historia de las Instituciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned); miembro del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española (CEHME) y profesor tutor de Historia Contemporánea de España (Uned). Morales se ha especializado en el estudio del discurso antimasónico y la represión de la masonería en la guerra civil española y durante el Franquismo. Esta semana, en el marco de las jornadas sobre Memoria Democrática que Alcañiz ha organizado con motivo del 85 aniversario del bombardeo de marzo de 1938, Morales presentó su último libro, Franco y la masonería. El terrible enemigo que no se rinde jamás.
-¿Qué aporta este libro a sus investigaciones anteriores?
-Este libro es el primero que le dedico a Franco y la Masonería, porque el dictador estaba enormemente obsesionado con ese tema.
-¿Qué hay de cierto en que Franco odiaba a los masones porque nunca le habían aceptado en una logia?
-Es un mito. Se habla de una logia de Larache que lo rechazó, pero esta logia nunca existió. Lo que pasa que venía muy bien hablar de ello para demonizar a Franco. El que sí había sido masón era su hermano pequeño, Ramón Franco, que había pertenecido a la logia Concordia, a la Mare Nostrum número 11, a la Plus Ultra de París y a la Perseverancia número 70 de Larache.
-¿Por qué los dictadores se obsesionaron tanto con la Masonería?
-Porque la Masonería se centra en los principios de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad. La Iglesia también les persiguió mediante la doctrina antimasónica de los papas, especialmente León XIII.
-¿Es comparable la obsesión de Franco con la Masonería a la de otros dictadores como Mussolini, Hitler, Stalin...?
-No, a estos otros les interesaba más el Judaísmo. Mussolini no llegó a hacer una ley de represión de la Masonería y el Comunismo, como hizo Franco, que incluso en su último discurso de octubre de 1975 todavía menciona el “contubernio judeo-masónico”. Estuvo obsesionado hasta el último minuto y es tal esa inquina que como anécdota puedo contar que a Carrero Blanco se le propuso que a Severo Ochoa se le otorgara una cátedra en la Universidad, y Carrero contestó que a Severo Ochoa no se le daba nada porque era masón. Y era falso. Severo Ochoa era Premio Nobel de Medicina y se dedicaba a investigar. No tenía tiempo para nada más.
-¿Pero se sabe de dónde venía esa obcecación por los masones?
-No. No es por su padre, no es por su hermano, tampoco es porque lo hubieran humillado rechazándolo de logias. Lo que pasa es que le venía muy bien tener un enemigo invisible para unificar el Franquismo, que era Monárquico, tradicionalista, falangista, militar... La cuestión era buscar un enemigo común, y eso solo reportaba ventajas, sobre todo si era un enemigo artesano, es decir el enemigo que quería Franco.
-¿Cuántas leyes llegó a promulgar Franco contra la Masonería?
-En la segunda parte de mi libro dedico un buen apartado al marco jurídico de la represión en España. Por un lado tenemos la Ley de responsabilidades políticas de febrero de 1939. Está acabando la guerra civil y se promulga una ley, a la que yo llamo ‘la recaudadora’, porque supone multar a gente que incluso había muerto 20 años antes de la guerra civil, así que iban a pagar los herederos. Así que todos los “enemigos de la patria” incurren en responsabilidades políticas. La segunda, en marzo de 1940, es la Ley de represión de la Masonería y el Comunismo; la tercera es la ley de Seguridad del Estado, con pena de muerte y en la que se considera que ciertas actividades atentan contra el Estado.
-¿Cuántas logias había en España antes de la guerra civil?
-Hay quien afirma que había 5.000, pero no lo creo. No había tanta gente en aquella época que pudiera formar parte de tantas.
-¿Cuántas quedaron al final de la Dictadura?
-En España no quedaron, aunque sí estuvieron en el exilio.
-¿Y, entre tanto, durante los 40 años de Dictadura, qué pasó con los masones?
-La logia de Zaragoza fue asaltada el 19 de julio, la logia Pitágoras de Mallorca también...
-¿Antes incluso de la guerra?
-Sí, porque eso formaba parte del plan militar... las sedes de los sindicatos, de los partidos políticos. Durante la guerra dependió de la ubicación de cada logia. En Zaragoza, que estuvo en territorio nacional hasta el final de la guerra, la matanza fue total. En otras zonas como Barcelona, Mahón, Valencia, etc, hubo actividad masónica hasta que vieron que la guerra estaba perdida. En ese momento salieron del país y se llevaron toda la documentación, porque uno de los problemas que tenía la masonería es que hacían acta de cada reunión.
-¿Su próximo proyecto?
-Tengo dos proyectos: estudiar a Franco, los masones y la Memoria Democrática, porque es fundamental estudiar la memoria histórica y el Franquismo. Estamos rodeados de fiestas de 18 de julio, de monumentos, de zonas y barrios con nombres de la División Azul, etc. El propio Franco fomentó la Memoria Histórica.
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