El Nazareno se despide de la Dolorosa en el reencuentro por las calles de Alcañiz
El regreso del Vía Crucis emociona a cientos de personas bajo el sonido del tambor y la jota en el Martes SantoJesucristo volvió a despedirse de su madre en las calles de Alcañiz. Lo hizo tras dos años de desolación y silencio y con el permiso de la amenazante lluvia, que mantuvo en vilo durante toda la tarde de este martes la celebración de la primera de las procesiones de esta Semana Santa en la capital bajoaragonesa. Sin embargo, nadie quiso perderse un encuentro especial, que este año tuvo lugar en la Plaza de los Almudines ante la mirada de cientos de alcañizanos y visitantes.
Tampoco faltó la emoción. Muy presente durante todo el recorrido y alcanzando una de sus cumbres cuando Isabel Rocatín, acompañada por el redoblar de los tambores del Martes Santo, cautivó al personal con su potente chorro de voz. La jota del Encuentro, que se puso en práctica por primera vez en la procesión del año 2017, también regresó a la parte baja de la ciudad convertida en una incipiente tradición alcañizana.
La lluvia que cayó durante primera hora de la tarde únicamente sirvió para aportar misticismo a la cita. Con algún rayo de sol que se atrevió a colarse antes de anochecer, la calle Mayor, todavía mojada por el agua vespertina, fue la primera en vislumbrar una comitiva encabezada por la bandera del Santo Entierro. Cuidadosamente, la procesión bajó la calle Mayor al mismo tiempo que se procedía a la lectura de cada una de las Estaciones del Calvario, único momento en el que las palabras del sacerdote podían hacer frente al sonar de los tambores.
Tres primeras lecturas
Después de las tres primeras lecturas, que tuvieron lugar entre la iglesia de Santa María la Mayor y la calle Salinas, se llegó a uno de los momentos clave del Martes Santo. La plaza de los Almudines, con su particular belleza, quedó en completo silencio para que Isabel Rocatín volviera a emocionar a público y cofrades, después de que el párroco leyera la Cuarta Estación. En ese momento, las miradas de Jesús el Nazareno y la Virgen Dolorosa se cruzaron y los versos en forma de jota invadieron cuerpo y alma de los allí presentes.
Rocatín ya se encargó de poner voz al encuentro entre Jesucristo y su madre en la última procesión celebrada. Sin embargo, en aquella ocasión lo hizo en la parte alta de la capital del Bajo Aragón. La edición del regreso a las calles merecía que su voz volviera a invadir los recovecos de la parte baja. Y así sucedió: “Cargados de sufrimiento/ suenan roncos los tambores / dos miradas que se enlazan /cuando llegan al Encuentro”. La ovación se apoderó de unos Almudines repletos de gente mientras la Dolor osa y el Nazareno continuaron el camino.
Después de uno de los instantes más característicos de la Semana Santa alcañizana, los diez portadores de Jesús Nazareno y los otros tantos de la Virgen de los Dolores caminaron frente a frente hasta que la Virgen se situó a la espalda del Nazareno y ambos enfilaron hacia la calle Teniente Moore para más tarde salir hacia las Monjas y tomar el Muro de Santa María, en uno de los recorridos más especiales para los vecinos de la ciudad bajoaragonesa por la belleza que las estrechas, antiguas y enrevesadas calles aportan al Vía Crucis.
Las Estaciones fueron marcando el recorrido a medida que los portadores tenían que incrementar sus fuerzas para hacer frente a la costosa subida de la calle Mayor.
La comitiva conformada por la bandera del Santo Entierro, la Cruz Guión, las 14 estaciones con sus 14 faroles, la Oración en el Huerto, la Burreta, la Entrada en Jerusalén, las Sibilas, las hebreas portando laurel y olivo, las figuras bíblicas, la Banda de Tambores, el Nazareno, la Virgen de los Dolores y los soldados romanos cruzó la Plaza de España para tomar la calle Alejandre hasta dar con la Plaza Mendizábal para afrontar la última parte del recorrido.
El sonar de los tambores
Los tambores no dejaron de tocar en el primer acto de los muchos que se van a celebrar en la ciudad alcañizana durante los Días Santos. Engalanados con el azul celeste característico de la capital bajoaragonesa fueron devolviendo a las calles el potente y seco sonido de los palillos al rebotar con la piel. La Banda de Tambores también cumplió con la tradición y se vistió la túnica azul propia de Alcañiz, al igual que lo hicieron los numerosos niños y niñas que acompañaron la procesión al paso que marcaban los tambores. Su llegada a la Plaza de España una vez repasadas las catorce Estaciones del Vía Crucis también se vivió con emoción. El clamor de los tambores acompañó a todos los participantes hasta la excolegiata de la Iglesia de Santa María la Mayor para poner punto final al primer gran evento de la Semana Santa alcañizana.
Antes de que eso ocurriera, los mayordomos -Mariano Laviña, Luis Monzón, Francisco Calpe, Jesús Salafranca, Luisa Barañán y Francisco José Segovia- junto a la prior -Concha Pascual, en representación de su madre Gloria Lizana- y el resto de la comitiva completaron con mucho respeto y conmoción el recorrido por la calle Blasco hasta buscar la subida del Teatro y encontrarse de nuevo con la Plaza de España.
La lectura de la última Estación supuso el final del Vía Crucis, pero el inicio de una semana cargada de pasión y emoción, en la que las calles de Alcañiz volverán a disfrutar de los pasos de sus cofradías y del redoblar de sus tambores.