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Laudatio tabernae Laudatio tabernae
Imagen de Frobotdean en Freepick

Laudatio tabernae

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Dice la RAE que la taberna o bar es un local donde se despachan bebidas. Ya se vivían estos espacios en época romana. La postmodernidad los ha convertido en lo mismo de siempre pero con nombres estúpidos como gastrobares. Pronto vendrán otras modas, otros servicios, otras bebidas, pero en esencia, salvo para adictos, es un espacio donde juntarse a charlar y hablar un poco de todo o de nada.

La fauna de la taberna es tan variada como tabernas haya. Las hay más locales, más recogidas, más abiertas, más cerradas... Hay tabernas donde conviven grupos de todo pelaje y otras más propias y endogámicas. En los pueblos, la despoblación hace que allí te juntes sin preguntar edad, nacionalidad, sexo o ideología. Se oyen voces, unos susurran, otros gritan.

Siempre ha tenido amantes y detractores. Los detractores modernos suelen ser aquellos que hacen revoluciones con batucadas o en Facebook y se tapan con un pseudónimo porque no tienen narices para dar la cara. Son los mismos que banalizan a los cuñados, ese sector de la población de la cual todos somos miembros. Tú también eres cuñado. Y tu hermana. Incluso tus padres. Eso me recuerda a una charla de Marcelo Bielsa, el entrenador argentino, en la que hablaba a un auditorio sobre política. El Sr. Bielsa comentaba aspectos en los cuales, aparentemente, estaban todos de acuerdo. Había risas ante el chiste y aplausos de complacencia. Era entonces cuando Marcelo recriminaba a su auditorio y les decía algo así: “si estamos todos tan de acuerdo, ¿por qué no hacemos nada para mejorar la situación?”.

Es más fácil echar la culpa a alguien que buscar una solución. Y allí entran los cuñados. La culpa será siempre del cuñado. Del otro, claro. Usted, como yo, lo hacemos todo demasiado bien como para meter la pata y reconocerlo.

La conversación de bar, en la cual todos hemos participado, es otro aspecto clave en esta tontería colectiva del “yo lo hago todo bien”. Y creo que el problema de ahora, precisamente, es que se habla poco en el bar. En el bar siempre hay alguien que te puede contestar o mandarte a la mierda. Ahora no se habla en el bar, se habla en las redes. Hasta San Pedro Mártir nos manda cartas por esa vía. Porque lo de las redes sirve para relacionarse, pero difícilmente para discutir… o hablar. Así que menos lobos, “cuñao”, que eres un “cuñao”.