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El caso del millón de euros El caso del millón de euros

El caso del millón de euros

Isabel Marco
La noticia de la semana es la fianza establecida para Dani Alves: un millón de euros.

Ella nunca en la vida se quitará de encima a Dani Alves, lo tendrá haciéndole sombra para siempre; y él, mientras tanto, se reirá con sus amigotes y chocará los cinco con ellos por haber salido de la cárcel, le darán la enhorabuena y palmadas en la espalda.

Sí, esa camaradería que hace que le pague la fianza el padre de Neymar, que también pagó los ciento cincuentena mil euros para que le rebajaran la pena. Así es el patriarcado, una compleja red de apoyo, no es solo un individuo, es una red que se extiende a toda la sociedad. Es por eso por lo que se necesita que el hombre sea también feminista, para romper ese tejido que remiendan cada vez que surgen voces en contra. Se necesita romper este sistema que apoya las conductas y comportamientos machistas, que los valida y ayuda a que se mantengan y perduren.

Este violador arguye que en las declaraciones de ella hay contradicciones, y él ha cambiado unas cinco veces su testimonio, no parece que tenga ningún sentimiento de culpa, ni se arrepiente y, a cambio, se le premia rebajándole la pena. Su entorno se encarga de culpabilizarla a ella, enseñan imágenes suyas y las difunden y eso tampoco se castiga. Otra señal de que esa red y sistema de apoyo va a hacer todo lo posible por señalarla a ella como responsable de lo que esa noche ocurrió.

En este caso es muy evidente que la justicia ha premiado al violador al permitirle quedar en libertad bajo fianza mientras deja desprotegida a la víctima. No sé que más necesita la sociedad para ver que los hombres siguen teniendo privilegios por encima de las mujeres. Y yo que pensé que, aunque la pena era baja, se había conseguido algo. Todavía nos queda mucho por hacer, el feminismo está cogiendo carrerilla y fuerza, que se preparen porque va a volar alto. Lo que me gustaría realmente es que la sociedad entera viese la necesidad de subirse a este carro.

Toda esta situación, además del clarísimo tinte machista y perpetuador de la cultura de la violación, tiene también un marcadísimo tono estamental. Me explico. Parece ser que la justicia no es igual para todos, solo es aplicable si eres de clase baja y no tienes dinero, pero si lo tienes, pues delinque tranquilo que con una fianza sales y quedas libre para seguir delinquiendo tranquilamente. Si eres pobre, a la cárcel.

Me parece que eso de comprar la libertad a golpe de talonario no le va a hacer comprender al señor Alves que no puede ir por ahí violando a chicas por mucho que hayan bailado con él, por mucho que le hayan acompañado hasta el baño... da igual, no es no y punto. Banalizando y simplificándolo mucho, es como si fueses a hacer puenting y en el último momento al asomarte al vacío decides que no saltas; llevas puesto el casco, el arnés, te han enganchado las gomas... todo está listo pero tú no. ¿Verdad que no estaría bien que alguien llegase por detrás y te empujase al vacío? ¿Por qué no se ve la lógica y se comprende que no todo el mundo quiere llegar hasta el final?, ¿por qué no se respeta? Y, sobre todo, ¿porqué se juzga e insulta a una mujer por no querer hacerlo? Entre dicha camaradería son habituales referencias a la chica como la "calientapollas"; al igual que dicen aquello de "insiste aunque te diga que pares, en realidad quiere" o "cuando dicen que no están diciendo que sí". Pues no, queridos amigos, cuando decimos no, estamos diciendo no; todo eso solo alimenta la cultura de la violación.

Y una última puntualización: la próxima vez que alguien diga eso de "ni machismo ni feminismo, igualdad" a ver si es un hombre quien le explica a esa persona su confusión y no la amiga a la que luego llamarán feminazi.