Cuando Fernando Fernán Gómez nos propuso viajar a ninguna parte
Autor de la novela, protagonizó y dirigió la película en 1986De la película El viaje a ninguna parte lo primero que llama la atención es el metraje, nada menos que 134 minutos, y es que la génesis de esta historia es cuando menos exorbitante, la idea argumental aunque parezca increíble, surgió como serial radiofónico antes de ser convertido en novela por el propio autor, y posteriormente como película. Más tarde se convirtió también en disco, un audio-libro narrado por el propio Fernán Gómez y en una versión teatral que ha multiplicado adaptaciones tanto en las tablas del teatro profesional como en las del aficionado.
La película homenajea a los cómicos ambulantes que de pueblo en pueblo desarrollaban teatro, variedades, en suma espectáculos, la mayor de las veces con argumentos cómicos, aunque en la historia del teatro ambulante español también se representaban dramas, pero evidentemente la risa tenía más éxito y había que asegurarse el cobro, todo esto con el objetivo de entretener a gentes de pueblos y rincones que no conocían otra forma de esparcimiento teatral. Los Iniesta-Galván son una compañía familiar está encabezada por su director Arturo Galván (Fernando Fernán Gómez), la primera actriz Doña Julia (María Luisa Ponte), Carlos Galván (José Sacristán), Maldonado (Juan Diego), Juanita (Laura del Sol) y Rosa (Nuria Gallardo). Luego se incorpora Carlitos Galván (Gabino Diego) enviado por su madre a vivir con un padre Carlos que no se ha preocupado en la vida del muchacho.
Las aventuras y también porque no, las desventuras de los cómicos son el eje por donde gira la película, la cinta dispone largos flashbacks a partir de los recuerdos de un anciano Carlos Galván que, desde la residencia donde vive en el presente, narra sus memorias a un psicólogo (Miguel Rellán) en la narración de esas vivencias resulta complicado saber que parte es realidad y que parte es el resultado de los vapores de la imaginación; se mezclan delirios, recuerdos más cercanos y sueños del viejo comediante que en la narración presente idealiza aquella vida, convirtiéndola en una versión mucho más grata y cómoda que la dura realidad verídica.
Aquellos caminos con comediantes
Insistimos pues que tanto la novela como en la película, plasma un homenaje constante a ese teatro que recorría pueblos y caminos, Fernán Gómez lanza una frase de reconocimiento “este teatro nuestro de los caminos, que está dando sus últimas boqueadas”. En su condición de autor de la novela y director de la película Fernando Fernán Gómez introduce en la trama algunas de sus reivindicaciones y visiones sociales, hace un recorrido por la cruda realidad de los desfavorecidos en los años del hambre, también como el dinero saca los peores estados del ser humano, por no olvidar el poder del sexo que modifica ideas y puntos de vista por muy férreos que pudieran parecer; lo de los principios antes de pasar por la cama, después ya veremos.
La película traslada de forma elocuente pero con tremendo equilibrio la parte más humorística con el acento dramático, convergiendo así en un guión magníficamente desarrollado donde ninguna de las dos formas es superior, en dicho equilibrio probablemente haya que incidir en que Fernán Gómez es el todo en esta película, autor de la novela y por supuesto el que construye el guión de la adaptación cinematográfica, todo esto nos permite entender la subida de un peldaño más en la impresionante trayectoria de uno de los intelectuales más trascendentes de nuestro país y no solo en lo que a cine se refiere. La cinta de una forma amable y melancólica narra la decadencia del teatro y la llegada del cine cuya exhibición en muchos casos también recorre los caminos con las bobinas a cuestas, por no olvidarnos de el fútbol que es en cierta manera el termómetro de la subida exponencial de la televisión como fenómeno de entretenimiento, todo ello da a la película esas dosis de humor en contrapunto con esa parte afectuosa que cautiva al espectador y que antes cautivó al lector.
Los primeros Goya
En 1986 cuando se estrena El viaje a ninguna parte, asistimos a una puesta en escena audaz por parte de Fernando Fernán Gómez, cada secuencia retrata de manera resuelta lo que está narrando la cinta; independientemente de la maestría que demuestra Fernán Gómez es importante señalar la labor de montaje a cargo de Pablo G. del Amo, uno de los grandes especialista en montaje del cine español, su trabajo en la película cimenta el éxito de la misma, al igual que la fotografía de José Luis Alcaine uno de los grandes directores de fotografía del cine español; cinco premios Goya y veintiuna nominaciones dejan claro su talento. Como espectacular es la interpretación que hace Fernán Gómez de Arturo Galván, humor, fuerza interpretativa y dominio del plano.
Estamos ante la obra maestra de Fernando Fernán Gómez como director, es su trabajo de mayor éxito detrás de la cámara, un film con el respaldo del público, incuestionable para la crítica europea y una de las películas referentes del cine de los ochenta; se hace necesario volver a incidir que es el autor de la novela, que adapta el guión, la dirige y la protagoniza. En los primero premios Goya celebrados en 1987, obtuvo tres estatuillas, mejor película, mejor director y mejor guión, Fernán Gómez también ganó el de mejor actor principal pero fue por Mambrú se fue a la Guerra, película que también había dirigido y protagonizado. La Academia del cine encumbraba a Fernando Fernán Gómez al Olimpo que merece, escritor, actor, director de cine y de teatro, dramaturgo, miembro de la Real Academia Española (RAE) y ante todo, uno de los hombres imprescindibles de la cultura española del siglo XX. Si fuera inglés tendría el título de Sir en España no hay título de esa índole. ¿Tenía mal carácter? ya lo creo, pero que es la vida más que un viaje a ninguna parte, todos tranquilos al final el estropicio lo paga el padre de los hermanos Lumière, y esa sí que es una escena histórica.