¿A usted qué le ha tocado, anciano del asilo o pobre de la calle?
‘Plácido’, 1961. Y Berlanga hizo su ‘Cuento de Navidad’En 1959 colaboran por primera vez en un guión cinematográfico Luis García Berlanga y Rafael Azcona; bajo el título Se vende un tranvía, la idea era hacer una serie de películas con distintas tramas, la intervención de la censura dio al traste con el proyecto como serie; lo significativo es que arrancaba el camino de colaboración entre dos personas fundamentales en el cine español y al pronto aportarían genio y brillantez. Dos años más tarde esa complicidad alumbra Plácido, probablemente una de las mejores películas de nuestro cine, una pieza fundamental para entender a Berlanga y lo Berlanguiano, donde ecos neorrealistas, construcción de historia y sobre todo la sublimación de lo cómico y dramático alcanzan cotas y parámetros excepcionales.
La idea de Berlanga era titular la película Siente a un pobre a su mesa, algo del todo intolerable para la censura del momento -que lo de la dictadura se nos olvida con cierta frecuencia- y eso que García Berlanga ya tenía una dilatada historia con los censores, en 1957 con Los jueves milagro. Después de lo acontecido Berlanga se tomó un reposo ante la tijera del aparato represor. Sin embargo es del franquismo de donde precisamente surge la idea, ya que el régimen en los años cincuenta invitaba a los españoles de bien a compartir la sacrosanta cena de Nochebuena con aquellos desfavorecidos que carecían de una comida caliente para tan señalada fecha. El slogan franquista era especifico Alimenta a un pobre en tu mesa, ya era un baño de realidad que la dictadura reconociera que en España había pobres.
En el desarrollo del guión la figura de Azcona es fundamental, el da forma al desarrollo con la colaboración de los dos José Luis, Colina y Font. El proyecto toma cuerpo y la producción de Alfredo Matas al frente de Jet Films pone en marcha los preparativos del rodaje; a nadie se le escapa que de las muchas virtudes de García Berlanga como director la elección de actores e una de ellas, el valenciano sabe lo que quiere y elige los perfiles para desarrollar el proyecto; la ciudad de Manresa será el gran plató donde se rodarán la gran cantidad de escenas de calle que tiene la película.
El personaje
En realidad Plácido como película excepcional, presenta personajes de un nivel cinematográfico extraordinario, pero sin ninguna duda el papel protagonista interpretado por Cassen es el personaje que llega al espectador, al crítico, al estudioso, al amante del cine en general. Era el debut en la gran pantalla de Casto Sendra (1928-1991) y el tarraconense cumplió las expectativas que Berlanga había depositado, teniendo en cuenta que no tenía experiencia cinematográfica, aunque si en el campo del humor, luego será pieza fundamental en Atraco a las tres de José María Forqué. Placido es un hombre entrañable, con nobleza como estandarte y a la vez manipulado de forma interesada por las clases de virtud de escaparate y piedad momentánea, la historia camina de la mano de Plácido en el desarrollo de la película, y destila los intereses de unas personas instaladas en la falsa caridad en busca de objetivos concretos, y a quienes importa poco los sobresaltos y apuros del socialmente inferior.
La película arranca con una secuencia mítica, la de los baños públicos donde hace vida la familia de Plácido, lo resuelve Berlanga además con la sencillez propia de los genios, con solo dos tomas, una panorámica al principio y posteriormente digamos un plano contrario al final, meritorio el papel de Elvira Quintilla esposa de Plácido y no menos destacable el de Manuel Alexandre, hermano del protagonista.
Negrura
Dejando al margen ciertos ecos del neorrealismo italiano al que Berlanga tanto ponderó en sus inicios y siendo capaz de crear su propia senda, Plácido es una película que retrata las miserias, las de condición y las morales; La secuencia de la subasta es claro ejemplo la secuencia de unos empleados pujando por invitar a un pobre a su casa con lo que hoy calificaríamos como “postureo” y así quedar bien con sus superiores, marca con nitidez el ejemplo de esta crítica rotunda que plantea la obra, utilizando el humor como mensaje que narra la negrura de una sociedad que prefiere aparentar a ejercer una ayuda de largo recorrido al desfavorecido.
En suma sacar provecho del semejante, siendo dicho semejante de muy inferior escalón social, lo que le hace claramente vulnerable, el director del Banco le da un puro a Gabino Quintanilla pero se lo niega a Plácido, queda claro que hay fronteras. De igual manera ese tamiz negro se aprecia en el papel de la mujer, Elvira Quintilla borda el papel de Emilia, esa mujer entregada al sustento de su familia y a la vez representando a esa mujer ignorada por el régimen, frente a las clases pudientes, que hacen de ese falso apoyo a los necesitados un divertimento más que un empeño social.
Una grande y mísera
El cine español y sobre todo el cine de directores como Berlanga retratan con claridad la España de la posguerra, que es también la España de la dictadura; precariedad, falta de medios, dificultades para emprender cualquier intento de mejorar desde el fondo de la sociedad, situación social que cada una de las secuencias de Plácido muestran al espectador. Esta es una película admirable por varias razones, pero fundamentalmente hay dos importantes, el antes citado reflejo de una sociedad donde la miseria azota a muchos y el tratamiento que el director valenciano da de una forma cómica a la hipocresía de las clases acomodadas que buscan un lavado de conciencia exprés. Es importante incidir también en los actores con los que Berlanga desarrolla esta magistral cinta, sin duda el papel de Gabino Quintanilla al que da vida José Luis López Vázquez es uno de los puntales de la película. Una sociedad de baratijas de cristal que por encima de todo busca que unos ancianos pobres que viven en pecado pasen por la vicaría antes de preocuparse por sus necesidades reales. Así de expresivo es el Villancico que cierra la historia: Madre en la puerta hay un niño tiritando está de frío. Anda y dile que entre se calentará porque en esta tierra ya no hay caridad, ni nunca la habido ni nunca la habrá” la cinta fue candidata a los Oscar de 1962 a la mejor película de habla no inglesa la estatuilla fue para Como en un espejo de Ingmar Bergman.