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Venir a Teruel

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Javier Arnal

Durante mi infancia y juventud en Calamocha, no había sensación de despoblación en la provincia. Se hablaba de unos 225.000 habitantes y en los pueblos había vida, o al menos eso nos transmitía el hecho de que hubiera escuelas llenas, comercios activos, ganadería y agricultura, bodas, bautizos y primeras comuniones. Ahora la provincia tiene 135.000 habitantes. Repasando la evolución demográfica, la provincia de Teruel tuvo su máximo número de habitantes en 1910, con 265.000 habitantes ¡el doble!

Si no fuera por los inmigrantes extranjeros que han venido en estos 20 años, el panorama sería desolador. Ahora puede calificarse de muy preocupante. En otra ocasión trataré lo que tenemos que agradecer a los inmigrantes en Teruel.

Lo que ha pasado en la provincia es bien conocido. Cabe la resignación, pero también cabe la iniciativa, para frenar el fenómeno: crear puestos de trabajo y generar actividades que contribuyan a dinamizar la provincia. Tarea que requiere esfuerzo y cambio de mentalidad. Estamos obligados a pensar, sumar y promover iniciativas.

Un ligero cambio estoy notando en hijos de amigos míos, algunos de los cuales cursan estudios universitarios en Teruel, Valencia o Zaragoza. Algunos expresan su deseo de encontrar trabajo en Teruel al acabar los estudios, por afecto y por la calidad de vida que se va teniendo en Teruel capital. Falta que hablen de emprender. El aeropuerto, sin lugar a dudas, está contribuyendo a cambiar mentalidades, a pensar que el futuro laboral puede estar en Teruel, si espabilamos, si nos lo proponemos.

Para quedarse a trabajar en Teruel o venir de fuera, hay que ver modos de que los turolenses que ahora viven fuera estén vinculados de formas diversas a la provincia, y además debe haber más espíritu emprendedor. Teruel debe quitarse el adjetivo de ciudad de funcionarios, obsesión por las subvenciones y envejecimiento creciente. Seamos valientes y realistas: la situación puede empeorar. Cerrarán aulas y colegios.

El proyecto Vente a Teruel, impulsado por la Diputación de Teruel con el apoyo del Gobierno de España, tiene aspectos positivos, sin lugar a dudas: casi mil inscripciones para 30 cursos online entre octubre y noviembre, para presentar una provincia con oportunidades. Algunos de los cursos me parecen algo abstractos. Si son prácticos o no, convendría hacer balance: iniciativas que se promuevan después, inversiones, emprendimiento. No contentarnos con hacer unos cursos, una vez más subvencionados.

Promover, arriesgar, emprender: esos son los verbos que nos gustaría escuchar más. Esos casi 300.000 euros de los cursos podrían ir vinculados a iniciativas de emprendimiento efectivo, no hipotético, y a promocionar más Teruel en Valencia y Castellón: ahí tenemos más de 3 millones de personas que son nuestro salvavidas.

Algo tan complejo como una mayor dinamización de la provincia no se resuelve con unas líneas de un periodista, aunque generar un clima de valentía creativa, optimista, eso sí que nos incumbe a todos. Y, desde luego, el futuro requiere natalidad, niños.

Muchos turolenses han emigrado a Zaragoza; otros muchos, a Castellón. Casualmente, el pasado día 12, fiesta del Pilar, un colega de raíces turolenses, Ximo Górriz, me recordaba un hecho interesante. Se cumplen 40 años de una iniciativa del periódico Mediterráneo en Castellón, denominada Teruel 7 Días: 12 de octubre de 1984. Una sección semanal con informaciones de interés para el aluvión de turolenses en la provincia de Castellón. Coordinaba la sección el periodista turolense Mariano Javier Esteban y el autor de la cabecera era el escultor José Gonzalvo.

Acometer sin temor al fracaso. Plantearnos las oportunidades que ofrecen ahora las nuevas tecnologías, los medios de información y las redes sociales es obligado. Aprovechar mejor nuestros recursos turísticos, culturales, deportivos. Analizar lo que tenemos y ver cómo potenciarlo: competiciones, incentivos fiscales para emprendedores, ferias, festivales, Camino del Cid, Ruta del Santo Cáliz. Vender mejor Teruel con ayuda de turolenses que residen fuera. No basta lo que se está haciendo.