Un amigo ha pasado unas semanas de agosto en Estonia. Pasó esas semanas en la capital, Tallin. En el grupo había un turolense, de Santa Eulalia del Campo. Este amigo sintió fuertes dolores en la espalda, y decidió ir a un centro de salud. Pidió cita y, al entrar, le pidieron que abonara 5 euros por la visita. Le atendió una médico en un más que correcto inglés, con calma, y le recetó los fármacos oportunos.
Este amigo comprobó que allí funciona bien la atención médica. Le llamó la atención el cobro inicial de 5 euros, que le pareció bien, aunque ya sabía que el copago médico existe en la mayoría de los países europeos. Es interesante observar cómo aludimos, con frecuencia a lo que hacen los países europeos según nos conviene.
El copago médico en Europa tiene muy diversas fórmulas: copago en la atención primaria, y en especialidades, así como urgencias e ingresos hospitalarios, o países que tienen una atención primaria gratuita y cobran otro tipo de asistencias médicas. No es una medida que esté vinculada a países con economías sólidas -sí lo tienen Finlandia, Suecia, por ejemplo- y con unos niveles salariales altos, pues también hay otros que no son de los que van mejor económicamente que nosotros. Muchas opciones en marcha. Las carencias sanitarias de Teruel han sido y son numerosas, pero planteo un problema general, para atisbar un inicio de remedio razonable.
Al hilo de esta conversación con el mencionado amigo, me vienen imágenes de bares y terrazas a rebosar, lo cual me parece estupendo y comparto a gusto, sobre todo en agosto. Pero no me parece excesivo pagar 5 euros porque un médico me atienda, que es el precio de dos cervezas.
Hace años se introdujo el copago farmacéutico en España. Se puede afirmar que está asumido, también como modo de evitar el despilfarro de fármacos, y por repartir una carga entre todos. Sin embargo, el copago por atención médica no lo plantea ningún partido político, al menos que yo sepa, ni formalmente ningún colegio de médicos.
Es algo que la sociedad española descarta en su mayoría, pero con un matiz importante que voy comprobando, y es que muchos médicos en privado me comentan que sería una buena solución cobrar algo por la atención sanitaria. Lo verían con buenos ojos porque la mayoría de los países europeos cobran y tienen buena experiencia, porque serían ingresos para mejorar la sanidad y contribuiría a un uso más responsable de la sanidad.
De paso, piensan que cobrar contribuiría a bajar el irresponsable número de faltas de asistencia a citas médicas ¡que puede estar entre un 10-15% de las citas que se piden!, aunque ya no son tantos los que son partidarios de penalizar la inasistencia a una cita médica. Lo sucedido en Francia arroja luces: se planteó hace unos meses cobrar 1 euro por no asistir a una cita médica, y han olvidado la propuesta ante las protestas. No me repugna que se cobre 10 euros a quien haya faltado a tres citas médicas, por ejemplo.
Se puede argumentar que la sanidad ya la pagamos con nuestros impuestos. Sin embargo, soy partidario de que los servicios públicos nos cuesten algo, para usarlos mejor y para disminuir la carga tributaria. Además, pienso que esos posibles 5 euros deberían tener excepciones, por ejemplo para pensionistas con pensiones bajas, o desempleados, o familias numerosas, personas con menos recursos o necesitados.
No debe ser un debate cerrado. La historia nos enseña que lo que hoy se ve de un modo puede o debe cambiar. Es un problema cultural y, en el caso de España, asumir que nuestra situación económica y endeudamiento han de propiciar soluciones.
El gran problema es político y social, porque los políticos piensan en el hoy, el famoso cortoplacismo, y en las elecciones próximas. Este tipo de medidas son impopulares de entrada, tachadas con una pasmosa demagogia o un estatalismo que busca que papá-Estado resuelva todo a los ciudadanos, abonándolos al pesebrismo y anulando el estímulo y la responsabilidad personal. Apelo a gente que quiera pensar.