Conviví algunos años, como todo progenitor boomer que se precie, con series infantiles y juveniles como hilo musical en el salón de casa. Una era ‘Hannah Montana’. He de confesar que desde entonces hasta hace apenas dos minutos tuve bastante atravesada a Miley Cirus. Persona, personaje y artista. Tal vez malditos prejuicios, tal vez un signo inequívoco de que me voy convirtiendo en una gruñona impenitente.
El caso es que llevo unas semanas en las que mi corteza auditiva (esto lo he mirado en Google para entenderlo) ha cambiado mi banda sonora y ha pasado de la reproducción, por supuesto, involuntaria de Nochentera al Flowers de Miley. Tanto es así que, consciente de mi nulo oído musical y mi incapacidad para el inglés, reproduje la canción con la letra para saber qué decía la joven que arrasó con su actuación en los Grammy (vaya estilismo, vaya puesta en escena, menudo pelazo, olé por esos brazos esculpidos, qué garra, a lo Turner…).
Y en esa lectura-karaoke constaté cómo una sola palabra puede cambiar el sentido de una canción, de todo un discurso, de un propósito. De hecho, recordé que la joven (ha vivido demasiado deprisa, como todos los niños prodigio) se había divorciado y que había una canción dedicada a ese momento de su vida. Era esta.
Ahora Flowers es un himno al empoderamiento (qué poco me gusta esta palabra, a pesar de su significado) personal y a la capacidad de ser feliz con un mismo. Y eso se logró sólo con cambiar en una línea “can’t”, como era en un principio, por “can”. Cambia todo. Así, lo que se escribió para constatar que podía continuar su vida sin su pareja, pero que no podía sentirse amada sin él pasó a convertirse en un “salgo adelante yo sola y puedo ser plenamente feliz así”. Un cambio radical en el que el poder de la autoestima se eleva al máximo.
Así, lejos del mundo de las estrellas, tocando tierra, en nuestro vivir cotidiano, tenemos que ser conscientes de las palabras que elegimos, sobre todo en las conversaciones o situaciones delicadas porque, con una sola palabra, podemos cambiarlo todo. Un poder que, siguiendo con las citas iletradas, conlleva una gran responsabilidad. Cuidemos las palabras.