Ua cadena de casualidades y causalidades cambiaron mi vida para siempre (y para bien). Aquel verano del 92 en Teruel se iniciaron las dos relaciones más largas de mi vida: mi marido y este periódico. Entre el equipo de periodistas que no dejaron que en tres meses los becarios pagásemos un solo café (y aquel año fuimos multitud) estaba Juanjo. Por entonces era el redactor-jefe y bregaba con la doble dificultad de sacar un periódico en verano (les recuerdo: no había internet) y dar temas a diario a aquella horda de periodistas en proceso de cocción.
No era coser y cantar. Exigente, cumplidor, serio. Con lo chulita que era yo llegó un momento en el que le presentaba las noticias sin titular, harta de que me los cambiara siempre. Era (es) tan listo y perspicaz que enseguida calaba a la gente y sabía hasta dónde podía llegar cada uno. Y en medio de tanto trabajo sabía cómo hacer que aprendiésemos. Dejé de firmar con segundo apellido. Dejé de escribir las noticias a mano y empecé directamente con el ordenador. Recorrí rincones de Teruel que no conocía. Aprendí a buscar información llamando por teléfono a desconocidos… Al final del verano hasta nos dejaron hacer una doble con el concierto de Julio Iglesias a Mercedes Torre y a mí. Con texto de opinión incluido. Algo inalcanzable para unas novatas. Si escribo con tanta nostalgia y tanta pena es porque en tres décadas no he aprendido lo suficiente para poder expresarles el gran periodista, la gran persona que pronto dejará estas páginas después de una vida consagrada a DIARIO DE TERUEL. Es difícil contarles cómo siendo riguroso. profesional y estricto, ha sido siempre un gran compañero y un gran jefe. Me dio la oportunidad de empezar, de volver, de seguir aquí... Periodista de bella palabra y persona imprescindible que en estos días va a dejar estas páginas para abrir el nuevo capítulo de su vida. Se queda corta esta columna para expresar la admiración, el respeto profesional y el cariño personal. Un amigo que merece que los lectores sepan lo que ha supuesto para el periódico y que espero que ahora pueda dedicar su tiempo a su familia, a sus amigos. Y a seguir escribiendo. Tal vez sin titular.