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Pantomima Gio Pantomima Gio

Pantomima Gio

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Raquel Fuertes

Esta columna se iba a titular “Lujo ordinario” e iba a versar sobre el personaje de Georgina, jugando con el doble sentido de la palabra ordinario (lo que sucede de forma habitual y aquello que se encuadra en la vulgaridad). Pero la actualidad manda y Gio tendrá que compartir protagonismo con otros que no son Cristiano.

Un grupo de humoristas, Pantomima Full, publica los viernes unos vídeos caricaturizantes con estereotipos en los que fácilmente podemos descubrir gestos, situaciones, rasgos o reacciones nuestras (o de una amiga, si les resulta más cómodo aceptar lo incómodo en cuerpo ajeno). La pareja que se aburre en un finde rural, el recién divorciado que se comporta como si tuviera 20 años, el joven profesional que lo da todo por un trabajo en el que nunca llegará a nada y que le exprime la vida… Hay para todos y para todos los gustos. Incluso los boomers podemos vernos reflejados en parodias que, con humor, sacan a relucir esos defectos, ese desencanto, ese no saber vivir con el que a menudo convivimos.

Decía otro columnista que eran vídeos costumbristas, siguiendo la estela de los escritores del siglo XIX, pero adaptados a los canales de hoy. Y le copio la idea. Siendo esperpento o caricatura, nos retrata en nuestros vicios, errores y desazón. Con imágenes y unos rótulos disonantes que no tienen desperdicio.

¿Y por qué le han robado el espacio a Georgina en esta columna? Pues porque la semana pasada su vídeo hablaba del conformismo llevado al extremo, representados por una pareja víctima de la desilusión y del dejarse llevar por la vida sin esperar nada a cambio. Y sin hacer nada por cambiar. ¿Y? Pues, por lo visto, ha levantado ampollas. Tanta gente se ha sentido tan identificada sin deformación, sin parodia, sin mediar esperpento que se ha mostrado herida. No han debido ver el toque de humor amargo en algo que se parecía demasiado a sus actitudes. O a sus vidas.

Así que sí, en este país de ofendiditos hablar sobre la máxima expresión de la zona de confort, del desencanto máximo y de la falta de ganas cabrea. Porque quizás el retrato sea demasiado fiel. Siendo así, volveremos al huero reality de Georgina, aunque sea con la fútil aspiración de convertirnos en una de las “Queridas” en esta pantomima que es la vida.