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‘Pajaporte’ ‘Pajaporte’

‘Pajaporte’

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Raquel Fuertes
Me sorprende la rapidez de la gente para crear memes o inventar palabras brillantes de forma casi instantánea frente a un estímulo u ocurrencia ajenos. Cierto es que hoy en día estos creadores de chascarrillos inmediatos lo tienen fácil porque la inspiración es constante gracias a nuestra clase política. 

Al margen de la tristeza que me produce ver que para unos el Tribunal Constitucional está trufado mientras que para otros el Tribunal Supremo no sabe interpretar la voluntad del legislador (demostrando en ambos casos tanta mezquindad como falta de ocurrencia), lo que me ha gustado más es lo del pajaporte

Estoy un poco desconectada de la actualidad menos seria (aunque, ¿es poco serio el acceso de los niños al porno?) porque llego a ese punto del informativo o del periódico descorazonada por los TS y TC y sin energía para asumir lo que, según como lo mires, parece fruto de la estulticia o de un afán por controlar la intimidad ajena que hasta duele. Por supuesto, impedir que un chavalín (de cualquier género) de 9 años acceda al porno con barra libre y sin filtro me parece una auténtica barbaridad y desde que internet está en los bolsillos tenemos jóvenes con expectativas y carencias afectivo-sexuales realmente peligrosas.

Que un chaval no está preparado para comprender el porno la hipérbole del sexo está claro. Llega a creer que lo que ve es la relación normal a la que debe tender su sexualidad. Y esto hay que detenerlo. Hasta aquí creo que todos lo tenemos claro. Ahora bien, el cómo se materialice ya es otra cosa. Por supuesto, hay que detectar los problemas para luego solucionarlos, pero es que tenemos políticos de todo color expertos en ideas felices que suelen demostrar lo lejos que están del mundo real. Las 37,5 horas (ojalá) sin prever quién paga esto, la violencia de género minimizada porque lo dice el socio y mil ejemplos hasta llegar al pajaporte.

Al margen de la caída del negocio de pornografía española (no entro en valoraciones morales, tengo mi opinión) ese afán de control y fiscalización me recuerda a cierta novela que parafraseaba con poca fortuna Feijóo. Sí, a veces 2024 se parece demasiado a 1984. Aunque un 10 para el que ha acuñado el pajaporte. Siempre nos quedarán las risas.